MADRID, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las mujeres con antecedentes de endometriosis presentaban mayores concentraciones de cadmio en la orina que las que no tenían ese diagnóstico, según un estudio de la Universidad Estatal de Michigan (Estados Unidos), que sugiere que el metal tóxico podría estar relacionado con el desarrollo de la endometriosis.
La endometriosis, que afecta a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, es una afección ginecológica en la que aparece fuera del útero un tejido parecido al revestimiento del útero. Quienes padecen endometriosis pueden experimentar síntomas crónicos, dolorosos y debilitantes, que pueden interferir en todos los aspectos de la vida, como la actividad diaria, la productividad laboral, el rendimiento escolar y las relaciones personales.
"A pesar del impacto adverso de la endometriosis en la calidad de vida, sigue siendo una enfermedad poco estudiada", afirma Kristen Upson, profesora adjunta del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Facultad de Medicina Humana de la MSU y autora principal del estudio.
"Al examinar los factores de riesgo ambientales, como el cadmio metálico, estamos acercando la aguja a la comprensión de los factores de riesgo de esta afección", añade la primera autora del estudio, Mandy Hall, analista de datos del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la MSU.
El cadmio es un metal tóxico y un "metaloestrógeno", lo que significa que puede actuar como la hormona estrógeno. La exposición al cadmio suele producirse por la inhalación del humo del tabaco y el consumo de alimentos contaminados, como las espinacas y la lechuga.
Aunque éste no es el primer estudio que explora una posible relación entre el cadmio y la endometriosis, los investigadores afirman que es el mayor estudio que analiza el cadmio medido en la orina, que refleja una exposición a largo plazo de entre 10 y 30 años.
Para su estudio, los investigadores utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES), un estudio nacional representativo de la población estadounidense entre 1999 y 2006. De los más de 41.000 participantes en la encuesta, los investigadores limitaron su población de estudio a las personas de entre 20 y 54 años con información sobre el diagnóstico de endometriosis.
A continuación, los investigadores analizaron los datos, dividiendo los niveles de cadmio en cuatro clases, o cuartiles, siendo el primer cuartil el de menor exposición y el cuarto el de mayor exposición.
Descubrieron que las participantes en el segundo y tercer cuartil tenían el doble de probabilidades de haber sido diagnosticadas de endometriosis que las del primer cuartil. Los datos también sugieren un aumento del 60% en la prevalencia de la endometriosis según las concentraciones de cadmio en la orina en el cuarto cuartil.
"Los hallazgos son interesantes dado que el cadmio puede actuar como la hormona estrógeno, y esta hormona es fundamental para el desarrollo de la endometriosis", destaca Hall.
Los investigadores señalan que se necesitan más estudios para confirmar sus hallazgos. Upson apunta que este trabajo forma parte de una investigación más amplia que estudia los factores cotidianos que pueden aumentar la exposición a metales tóxicos en las mujeres, así como el impacto de los metales tóxicos en la salud ginecológica. Hall planea incorporar los factores ambientales en sus investigaciones en curso sobre la endometriosis y otras afecciones ginecológicas.