MADRID, 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las mujeres tienen que recurrir ayudas como gráficos, tiras reactivas o tecnología portátil para identificar los períodos de fertilidad, mientras los animales experimentan cambios físicos evidentes durante la ovulación. Una explicación defendida es que ocultar la fertilidad a los machos ayuda a las hembras a obtener recursos de los machos para criar hijos. Pero un nuevo modelo de científicos evolucionistas apunta a que las hembras humanas podrían haber evolucionado para ocultar la ovulación unas a otras y no a los machos.
Durante casi medio siglo, se ha explicado que la evolución de la ovulación oculta en las hembras humanas es útil para conseguir parejas masculinas que ayuden a criar y mantener a los niños. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista 'Nature Human Behavior' arroja dudas sobre esta idea de largo recorrido.
Utilizando modelos computacionales, un equipo de científicos evolucionistas ha demostrado que la ovulación oculta podría haber evolucionado para permitir que las hembras oculten su estado de fertilidad a otras hembras.
"El estudio de la evolución humana ha tendido a mirar las cosas desde una perspectiva masculina, e incluso las adaptaciones específicas de las mujeres, como su comportamiento social y la ovulación oculta, se han visto en términos de cómo los hombres las moldean --resalta Athena Aktipis, profesora asociada de psicología en la Universidad Estatal de Arizona y autora principal del artículo--. Este estudio desafía la idea de que el papel de la sociabilidad femenina es asegurar mejor a los socios masculinos y sus recursos; nuestro modelo computacional muestra que la sociabilidad femenina es mucho más que asegurar la inversión masculina".
La idea de que las hembras evolucionaron para ocultar la ovulación a los machos para animarlos a ayudar con los hijos, llamada hipótesis de inversión masculina, se propuso como una forma de entender por qué las hembras humanas no anuncian la ovulación. Esta hipótesis ha sido la explicación predominante de la sociabilidad femenina y la ovulación oculta durante décadas, aunque se ha sometido a pocas pruebas empíricas y no se ha modelado formalmente hasta ahora.
Pero las hembras no solo interactúan con los machos, también interactúan entre sí, a veces cooperando y otras veces en conflicto. "He estado desconcertada por la hipótesis de la inversión masculina durante años y, como no se puede discutir con una hipótesis verbal, comencé a trabajar en cómo probarla", rememora Aktipis.
"Al mismo tiempo, estaba trabajando en la sociabilidad femenina y me di cuenta de que las mujeres podrían haber estado agrediendo a otras mujeres que mostraban señales de ovulación, lo que generaría un beneficio para ocultar la ovulación", añade.
El equipo de científicos evolucionistas probó la idea de que el conflicto femenino podría haber impulsado la evolución de la ovulación oculta, que ellos llaman la hipótesis de la rivalidad femenina, utilizando un modelo computacional basado en agentes.
Las adaptaciones evolutivas en los seres humanos ocurren en la escala de tiempo de muchas generaciones, lo que dificulta probar si los rasgos pueden evolucionar o cómo. El modelado computacional permite a los investigadores probar ideas que serían difíciles de probar en el mundo real.
En los modelos computacionales basados en agentes, un agente representa a un individuo cuyo comportamiento se puede programar y analizar. Cada agente sigue un conjunto específico de reglas y puede interactuar con otros agentes y con el entorno. En el modelo desarrollado para probar la hipótesis de la rivalidad femenina, los agentes masculinos y femeninos siguieron reglas que rigen su movimiento, comportamiento reproductivo y atractivo.
Los agentes masculinos variaban en términos de su promiscuidad. Los hombres promiscuos no se asociaron con las mujeres para ayudar a criar a los hijos posteriores, mientras que los agentes masculinos que no eran promiscuos se quedaron para compartir recursos y apoyar a los futuros hijos.
Los agentes femeninos tenían señales físicas que indicaban cuándo estaban ovulando o cuando la ovulación estaba oculta. Las agentes femeninas también podrían agredirse entre sí.
Los agentes masculinos y femeninos interactuaron entre sí y tuvieron la oportunidad de procrear y formar asociaciones de padres. El modelo apoyó la hipótesis de la rivalidad femenina al mostrar que a las mujeres que ocultaban la ovulación les iba mejor. Tuvieron más hijos, evitaron la agresión entre mujeres y lograron formar relaciones de crianza con los hombres.
"El trabajo en ciencias sociales ha tendido a asumir que la cognición y el comportamiento masculinos son los predeterminados. Pero las mujeres se enfrentan de manera recurrente a algunos desafíos únicos, particularmente en sus interacciones con otras mujeres. Este trabajo es el resultado, en parte, de tomar esa idea en serio --explica Jaimie Arona Krems, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Oklahoma y primera autora del artículo--. Cuando hagamos eso, creo que aprenderemos más, no solo sobre la mente femenina, sino sobre la mente humana".
El equipo de investigación también utilizó el modelo para probar la hipótesis de inversión masculina, ejecutando escenarios que no permitían que las mujeres se agredieran entre sí. Pero no hubo un beneficio claro de ocultar la ovulación en este escenario, lo que sugiere que la ovulación oculta en las mujeres podría no haber evolucionado debido a las interacciones con los hombres, sino más bien debido a las interacciones con otras mujeres.
"Este trabajo representa un cambio necesario en el pensamiento sobre cómo han evolucionado las hembras humanas. La sociabilidad femenina y otras adaptaciones no se tratan solo de asegurar la inversión masculina, aunque esa ha sido durante mucho tiempo la suposición subyacente sobre el propósito del comportamiento social femenino", señala Aktipis.