MADRID 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
En las últimas décadas se ha producido una disbiosis, es decir, una pérdida de la biodiversidad del intestino que supone que en la flora intestinal se tienen menos bacterias que hace unos años o están cambiando, y en el caso de la alteración en la microbiota, que está asociada con la obesidad, podría ser responsable de que las personas generen hasta 150 kilocalorías de más en su dieta diaria.
Las últimas investigaciones al respecto asocian esta disbiosis intestinal con enfermedades como obesidad, diabetes mellitus, y otras de tipo inmunológico, algo que ha sido tratado en el 58 Congreso anual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que se celebra del 19 al 21 de octubre en Málaga.
Las bacterias de la microbiota contribuyen a digerir alimentos que serían indigeribles. A diferencia de las enfermedades autoinmunes, en las que la pérdida de bacterias del intestino provoca una maduración inadecuada del sistema inmunológico, en la obesidad la disbiosis no se asocia tanto con el número de bacterias que se pierden, sino con cuáles son perdidas.
"Una de las teorías es que estamos ganando bacterias que tienen mucha capacidad de digestión y que son las que hacen que rentabilicemos más los alimentos. Otra hipótesis tiene que ver con el hecho de que las bacterias que estamos perdiendo son aquellas que estimulan al sistema nervioso para que se produzca una pérdida de apetito tras la ingesta de alimentos", ha explicado el doctor y presidente del Comité Local del Congreso de la SEEN, Francisco José Tinahones.
Según el experto Tinahones, esta alteración se está produciendo debido a que "existen muchas variables, pero la razón fundamental es el uso abusivo de antibióticos y la asepsia de los niños tras el nacimiento. Las bacterias se van incorporando a nuestro organismo desde que nacemos y, aunque la asepsia que rodea a los niños ha reducido la mortalidad por infecciones intestinales, también ha contribuido a que no se incorporen al organismo determinadas bacterias fundamentales". Otras causas de esta disbiosis se relacionan con el incremento de las características de urbanidad, con la reducción de los miembros de las familias, con el aumento de las cesáreas o el descenso de la lactancia que provoca que no se incorporen al niño bacterias beneficiosas de la madre.
DÉFICIT EN LA HORMONA DEL CRECIMIENTO
Otro de los temas destacados del congreso de la SEEN ha sido el riesgo cardiovascular en pacientes con déficit de hormona de crecimiento. La hormona de crecimiento es una hormona que se produce en la glándula hipofisaria. La glándula hipofisaria, situada en la base del cráneo, en una estructura ósea llamada silla turca, es una de las principales glándulas endocrinas debido a que las hormonas que secreta regulan otras glándulas periféricas como la glándula tiroidea, las glándulas suprarrenales y las gónadas.
Esta glándula produce también hormona de crecimiento, una hormona necesaria para el crecimiento pero que también tiene funciones metabólicas muy importantes derivadas de su efecto estimulador de la masa magra, reductor de la masa grasa, especialmente de la grasa visceral, y favorecedor de una correcta mineralización ósea. Además, se le han atribuido efectos cognitivos importantes con mejoría de la memoria y de la sensación de bienestar según ha explicado el doctor y presidente del Comité del programa científico del Congreso SEEN, Antonio Picó.