MADRID 23 Ene. (EDIZIONES) -
El síndrome del comedor nocturno tiene lugar cuando una persona en algún momento de la noche se despierta e ingiere una gran cantidad de alimentos y de calorías después de haber cenado normalmente. Muchas veces ocurre en personas que por el día intentan restringir el número de calorías, y de alguna manera, las alteraciones del sueño hacen que se despierten para comer.
"Generalmente se comen aquellos alimentos restringidos durante el día, como los ricos en hidratos de carbono o dulces, todo aquello que intentan restringir a lo largo del día", remarca en una entrevista con Infosalus Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid y experta en trastornos alimenticios.
La también miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría, y psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid subraya que al tener la noche interrumpida, por la mañana estas personas presentan síntomas de cansancio, de labilidad emocional, así como más alteraciones a nivel psicológico.
Muchas veces se asocia a otros trastornos de conducta alimentaria, como el trastorno por atracón, con la anorexia o con la bulimia, precisa la experta, a la vez que indica que generalmente el paciente con un síndrome de comedor nocturno suele presentar cierto estado de depresión y de ansiedad.
La doctora Díaz Marsá reconoce que se trata de un trastorno mental que requiere de un abordaje piscológico, de técnicas psicoterapéuticas específicas, de psicoeducación, y de tratamiento farmacológico. "Es importante mantener un estilo de vida con hábitos saludables. Comer 5 veces al día para evitar estos atracones durante la noche, y hacer ejercicio físico que facilitará la conciliación del sueño", subraya la especialista del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
La miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría resalta que se trata de un trastorno bastante frecuente, aunque no hay cifras exactas sobre el número de personas que lo padecen en España. "Sí está asociado a muchas situaciones de estrés, de ansiedad, a veces a alteraciones del ánimo; situaciones todas ellas que pueden debilitar el mantenimiento del sueño", remarca la psiquiatra.
De hecho, sostiene que es más frecuente en mujeres en edades a partir de los 40, aunque si es por disminución de ingesta calórica desde los 20 años puede tener lugar en las chicas más jóvenes. "Pero generalmente son mujeres con tendencia a la obesidad, entre los 40 y 50 años. A veces se intenta paliar la situación de soledad o de estrés mediante estos atracones y si no se va a la raíz de ese problema, a esa situación de vacío, no se solucionará el problema", advierte la presidenta de la Sociedad madrileña de Psiquiatría.
En algunos casos se presenta una elevada impulsividad que calman comiendo. No obstante, en la mayor parte de los casos las personas se despiertan pero no suelen estar en un estado disociativo claro. "A esa hora de la noche y en medio del sueño la capacidad de control es menor, pero sí son conscientes generalmente de lo que hacen. No tienen por qué ser sonámbulas estas personas", remarca la doctora Díaz.
Según aclara, su diagnóstico es clínico, y suele realizarse porque la persona cuenta lo que le pasa por la noche. "No hay otra manera de detectarlo, se despierta por la noche y le produce culpa y malestar. Es un diagnóstico clínico", subraya.
En cuanto al tratamiento, la especialista en trastornos alimenticios detalla que en primer lugar se trabajan los aspectos nutricionales, y se fomenta una buena alimentación durante el día, que puede evitar estos despertares con atracones. Después se insistiría en la causa que origina el trastorno desde el nivel psicoterapéutico, así como a nivel psicofarmacológico. "Hacer ejercicio y actividad física favorecen una mayor calidad del sueño", añade la especialista de la Sociedad Española de Psiquiatría.
Estas personas, según asegura, no tienen por qué recaer en el trastorno, si bien hay que trabajar bien en identificar el origen del problema, porque en todo el mundo no es el mismo, y una vez éste se haya identificado, y se haya tratado durante el tiempo necesario, no se tiene por qué volver a reincidir si se ha cumplido el tratamiento indicado.