MADRID 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
Una dieta rica en alimentos fermentados aumenta la diversidad de la microbiota intestinal y disminuye los signos moleculares de la inflamación, según publican investigadores de la Facultad de Medicina de Stanford (Estados Unidos) en la revista 'Cell'.
En un ensayo clínico, 36 adultos sanos fueron asignados al azar a una dieta de 10 semanas que incluía alimentos fermentados o ricos en fibra. Las dos dietas tuvieron efectos diferentes en el microbioma intestinal y el sistema inmunitario.
El consumo de alimentos como el yogur, el kéfir, el requesón fermentado, el kimchi y otras verduras fermentadas, las bebidas vegetales en salmuera y el té de kombucha condujo a un aumento de la diversidad microbiana general, con efectos más fuertes de las porciones más grandes.
"Se trata de un hallazgo sorprendente --reconoce el doctor Justin Sonnenburg, profesor asociado de microbiología e inmunología--. Proporciona uno de los primeros ejemplos de cómo un simple cambio en la dieta puede remodelar de forma reproducible la microbiota en una cohorte de adultos sanos".
Además, cuatro tipos de células inmunitarias mostraron una menor activación en el grupo de alimentos fermentados. Los niveles de 19 proteínas inflamatorias medidas en muestras de sangre también disminuyeron. Una de estas proteínas, la interleucina 6, se ha relacionado con enfermedades como la artritis reumatoide, la diabetes de tipo 2 y el estrés crónico.
"Las dietas centradas en la microbiota pueden modificar el estado inmunitario, lo que supone una vía prometedora para reducir la inflamación en adultos sanos --afirma el doctor Christopher Gardner, catedrático de la cátedra Rehnborg Farquhar y director de estudios de nutrición del Centro de Investigación sobre la Prevención de Stanford--. Este hallazgo fue consistente en todos los participantes del estudio que fueron asignados al grupo de alimentos más fermentados".
Por el contrario, ninguna de estas 19 proteínas inflamatorias disminuyó en los participantes asignados a una dieta rica en fibra, rica en legumbres, semillas, cereales integrales, frutos secos, verduras y frutas. En promedio, la diversidad de sus microbios intestinales también se mantuvo estable.
"Esperábamos que un alto contenido de fibra tuviera un efecto beneficioso más universal y que aumentara la diversidad de la microbiota --recuerda la doctora Erica Sonnenburg, investigadora principal de ciencias biológicas básicas, microbiología e inmunología--. Los datos sugieren que el aumento de la ingesta de fibra por sí solo durante un corto período de tiempo es insuficiente para aumentar la diversidad de la microbiota".
Un amplio conjunto de pruebas ha demostrado que la dieta da forma al microbioma intestinal, que puede afectar al sistema inmunitario y a la salud en general. Según Gardner, la baja diversidad del microbioma se ha relacionado con la obesidad y la diabetes.
"Queríamos realizar un estudio de prueba de concepto que permitiera comprobar si la alimentación dirigida a la microbiota podría ser una vía para combatir el abrumador aumento de las enfermedades inflamatorias crónicas", explica Gardner.
Los investigadores se centraron en la fibra y los alimentos fermentados debido a los informes anteriores sobre sus posibles beneficios para la salud. Mientras que las dietas ricas en fibra se han asociado a menores tasas de mortalidad, el consumo de alimentos fermentados puede ayudar a mantener el peso y puede disminuir el riesgo de diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares.
Analizaron muestras de sangre y heces recogidas durante un periodo de tres semanas antes de la prueba, las 10 semanas de la dieta y un periodo de cuatro semanas después de la dieta en el que los participantes comieron como quisieron.
Los resultados pintan un cuadro matizado de la influencia de la dieta en los microbios intestinales y el estado inmunitario. Por un lado, los que aumentaron su consumo de alimentos fermentados mostraron efectos similares en la diversidad de su microbioma y en los marcadores inflamatorios, lo que coincide con investigaciones anteriores que muestran que los cambios a corto plazo en la dieta pueden alterar rápidamente el microbioma intestinal.
Por otro lado, el cambio limitado en el microbioma dentro del grupo de alto contenido en fibra encaja con los informes anteriores de los investigadores sobre la resistencia general del microbioma humano en períodos cortos de tiempo.
Los resultados también mostraron que una mayor ingesta de fibra conllevaba una mayor cantidad de carbohidratos en las muestras de heces, lo que apunta a una degradación incompleta de la fibra por parte de los microbios intestinales. Estos resultados son coherentes con otras investigaciones que sugieren que el microbioma de las personas que viven en el mundo industrializado está agotado de microbios que degradan la fibra.
"Es posible que una intervención más prolongada hubiera permitido que la microbiota se adaptara adecuadamente al aumento del consumo de fibra --apunta Erica Sonnenburg--. Alternativamente, puede ser necesaria la introducción deliberada de microbios consumidores de fibra para aumentar la capacidad de la microbiota de descomponer los carbohidratos".
Además de explorar estas posibilidades, los investigadores planean realizar estudios en ratones para investigar los mecanismos moleculares por los que las dietas alteran el microbioma y reducen las proteínas inflamatorias.
También pretenden comprobar si los alimentos ricos en fibra y los fermentados hacen sinergia para influir en el microbioma y el sistema inmunitario de los seres humanos. Otro objetivo es examinar si el consumo de alimentos fermentados disminuye la inflamación o mejora otros marcadores de salud en pacientes con enfermedades inmunológicas y metabólicas, y en mujeres embarazadas y personas mayores.
"Hay muchas más formas de atacar el microbioma con alimentos y suplementos, y esperamos seguir investigando cómo las diferentes dietas, los probióticos y los prebióticos repercuten en el microbioma y la salud en diferentes grupos", señala Justin Sonnenburg.