MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Illinois (Estados Unidos), en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha evidenciado que tres de los compuestos fenólicos de las cáscaras de cacao tienen efectos sobre la grasa y las células inmunitarias de los ratones, lo que podría revertir la inflamación crónica y la resistencia a la insulina asociada con la obesidad.
En su trabajo, publicado en la revista 'Molecular Nutrition & Food Research', los investigadores españoles Miguel Rebollo-Hernanz y Elvira González de Mejía han demostrado que las cáscaras de cacao, un subproducto que se genera cuando los granos se tostan durante la producción de chocolate, contienen altos niveles de tres sustancias químicas bioactivas beneficiosas que también se encuentran en el café o el té verde: el ácido protocatecúico, la epicatequina y la procianidina B2.
Rebollo-Hernanz creó un extracto a base de agua que contiene estos compuestos y probó sus efectos sobre las células grasas blancas llamadas adipocitos y las células inmunitarias llamadas macrófagos. Utilizando técnicas de modelado por ordenador y bioinformática, también examinó el impacto que cada uno de los fenólicos individualmente tuvo en las células.
"El objetivo era probar si los compuestos bioactivos de las cáscaras de cacao eran eficaces contra los macrófagos (las células inflamatorias) para eliminar o reducir los biomarcadores de la inflamación. Queríamos ver si los fenoles en el extracto bloqueaban o reducían el daño a las mitocondrias de las células grasas y prevenían la resistencia a la insulina", explica González de Mejía.
Similar a las baterías dentro de las células que queman grasa y glucosa para generar energía, las mitocondrias pueden dañarse cuando se producen altos niveles de grasa, glucosa e inflamación en el cuerpo. Cuando los científicos trataron los adipocitos con el extracto acuoso o los tres compuestos fenólicos individualmente, se repararon las mitocondrias dañadas en las células y se acumuló menos grasa en los adipocitos, bloqueando la inflamación y restaurando la sensibilidad a la insulina de las células.
Cuando los adipocitos acumulan demasiada grasa, favorecen el crecimiento de los macrófagos. Esto inicia un ciclo tóxico en el que los adipocitos y los macrófagos interactúan, emitiendo toxinas que inflaman el tejido graso. Con el tiempo, esta inflamación crónica deteriora la capacidad de las células para absorber la glucosa, lo que provoca resistencia a la insulina y posiblemente diabetes tipo 2 a medida que aumentan los niveles de glucosa en la sangre.
Para recrear el proceso inflamatorio que ocurre en el cuerpo cuando los macrófagos y adipocitos comienzan su 'andadura tóxica', Rebollo-Hernanz cultivó adipocitos en una solución en la que se habían cultivado macrófagos. "Fue entonces cuando observamos que estas condiciones inflamatorias en la solución aumentaban el daño oxidativo de las mitocondrias de las células grasas", detalla.
Había menos mitocondrias en los adipocitos que crecían en la solución, y las que existían estaban dañadas. Sin embargo, cuando los científicos trataron los adipocitos con los fenólicos del extracto, los adipocitos se sometieron a un proceso llamado pardeamiento, en el que se 'convertían' de los adipocitos blancos a otra forma llamada adipocitos beige.
Los adipocitos beige son una forma especializada de tejido graso con un mayor número de mitocondrias y una mayor eficiencia en la quema de grasa. "Observamos que el extracto era capaz de mantener las mitocondrias y su función, modulando el proceso inflamatorio y manteniendo la sensibilidad de los adipocitos a la insulina. Asumiendo que estos fenólicos fueron los principales actores en este extracto, podemos decir que consumirlos podría prevenir la disfunción mitocondrial en el tejido adiposo", asegura Rebollo-Hernanz.