MADRID 23 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las dietas bajas en carbohidratos han recibido el consenso científico al avalarlas los expertos, que las consideran que pueden ser seguras y nutritivas, y deberían incluirse como opción dentro de las Guías Alimentarias que editan la administracion norteamericana, según un estudio publicado en la revista 'Frontiers in Nutrition'.
Un grupo de expertos, entre los que se encontraban destacados investigadores en nutrición y salud y profesionales sanitarios, ha revisado las pruebas y llegó a más de 15 áreas de acuerdo científico unánime sobre los beneficios, las oportunidades y las consideraciones en torno a los patrones dietéticos bajos en carbohidratos.
En esta revisión del estado de la ciencia y un resumen de las declaraciones de consenso los expertos acordaron una definición consensuada de las dietas bajas en carbohidratos como aquellas que contienen entre 50 y 129 gramos de carbohidratos al día. Hasta ahora no existía una definición estándar.
El intervalo establecido de 50-129 gramos de carbohidratos al día es inferior a la ingesta dietética de referencia (IDR) actual, que recomienda que entre el 45 y el 65% de las calorías diarias procedan de los carbohidratos. Basándose en una dieta de 2.000 calorías, consumir entre 50 y 129 gramos de carbohidratos al día aportaría aproximadamente entre el 10 y el 26% de las calorías diarias. Actualmente se está reevaluando la base científica de las DRI de hidratos de carbono para tener en cuenta investigaciones más recientes.
"Se trata de un hito para la salud pública y la comunidad científica --afirma el autor principal, Jeff Volek, doctor de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos)--. Ahora que tenemos una definición clara de lo que constituye una dieta baja en carbohidratos, y un acuerdo compartido sobre los beneficios basados en la evidencia de una dieta baja en carbohidratos, esta información debe ser incluida en las recomendaciones dietéticas y accesible al público en general".
Los expertos concluyen que las dietas bajas en carbohidratos son seguras para el público en general, aunque puede ser necesaria una supervisión médica inicial para algunas personas, como las que padecen enfermedades más complejas o toman determinados medicamentos, y son útiles para tratar la resistencia a la insulina en la población general y en quienes padecen o corren el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la dieta, como obesidad, diabetes de tipo 2, cardiopatías, etc.
Además, aseguran que las dietas bajas en carbohidratos bien planificadas pueden proporcionar una nutrición adecuada y apoyar dietas de alta calidad similares a los patrones de alimentación saludable recomendados actualmente en las Guías Alimentarias para los Estadounidenses, y apostillan que incluir en las Guías Alimentarias orientaciones sobre un patrón alimentario saludable y bajo en carbohidratos podría ayudar a abordar las disparidades sanitarias y promover la equidad en salud.
"Llegados a este punto, hemos alcanzado una masa crítica de pruebas científicas --afirma Volek--. Y los expertos en nutrición coinciden ahora en que las dietas bajas en carbohidratos aportan beneficios que van más allá del control de las enfermedades. En otras palabras, se ha demostrado que no sólo ayudan a las personas con enfermedades relacionadas con la dieta, como las cardiopatías y la diabetes de tipo 2, sino que también pueden ayudar a las personas generalmente sanas a reducir el riesgo de desarrollar esas enfermedades en primer lugar".
Las Guías Alimentarias para los Estadounidenses proporcionan un conjunto de recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia que informan ampliamente las actividades de salud pública y nutrición, incluyendo el etiquetado de alimentos y nutrición, los programas federales de asistencia nutricional y las iniciativas de educación, todos los cuales son fundamentales para hacer frente a las persistentes disparidades de salud en Estados Unidos.
Las investigaciones actuales sugieren que las dietas bajas en carbohidratos pueden tener un efecto beneficioso sobre el peso, la sensibilidad a la insulina y el riesgo de cardiopatías --enfermedades que afectan de forma desproporcionada a personas de orígenes históricamente marginados, como los estadounidenses negros e hispanos-- y el grupo de expertos acordó que la inclusión de un patrón de alimentación bajo en carbohidratos en las Guías Alimentarias podría mejorar la equidad sanitaria en todo el país.