MADRID, 17 Feb. (EDIZIONES) -
Una dieta pobre en FODMAP, como su propio nombre indica, es una dieta libre de Fermentables, Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Azúcares Polialcoholes, según detalla la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD). Se trata de una dieta muy restrictiva ya que gran parte de estos carbohidratos se encuentran en muchos elementos de nuestra dieta. Por lo que siempre se recomienda que se realice bajo la supervisión de un profesional sanitario.
Para conocerla un poco mejor y en qué casos podría estar indicada entrevistamos en Infosalus a la doctora Verónica Martín Domínguez, del servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), quien nos detalla que se trata de una dieta baja en 4 carbohidratos (fructosa, fructanos, galactanos y polioles) presentes en muchos alimentos como la fibra, las legumbres y los cereales.
"Estos son fácilmente fermentables por las bacterias de nuestra microbiota intestinal, con la consiguiente producción de gases, distensión, y en ocasiones de dolor abdominal. Estos carbohidratos a veces pueden producir aumento del peristaltismo (mayor movimiento del tubo digestivo) y diarrea", aclara.
En concreto, explica que la dieta baja en FODMAP, al eliminar el sustrato o la comida de las bacterias, favorece a su baja proliferación, es decir, si les damos menos comida tenemos menos bacterias, y al tener menos bacterias tendremos menos gases. "En estudios se ha visto que tras 4 semanas de seguimiento con Dieta baja en FODMAPS se produce un aumento en heces de Bacteroides, Ruminococcus y Faecalbacterium prausnitzii, bacterias con una elevada capacidad fermentativa", afirma.
El problema es, según advierte esta especialista en Aparato Digestivo, que estamos modificando la microbiota, disminuyendo tanto las bacterias favorables o beneficiosas para el organismo, como las Bifidobacterias, o las bacterias que producen butirato, pero también incrementando las bacterias que degradan mucus, "lo cual tendría efectos desfavorables; por ello, la dieta nunca se debe recomendar hacer a largo plazo".
A juicio de la doctora Martín Domínguez es igualmente importante tener en cuenta que las dietas bajas en FODMAP, al ser muy restrictivas, pueden producir una reducción de la ingesta de ciertos componentes dietéticos como el calcio y fibra. "En lo que respecta a la fibra, esta es un sustrato importante para las bacterias del colon y los productos de su fermentación no solo inhiben el crecimiento de bacterias poco deseables, sino que también reduce la producción de ácidos grasos de cadena corta, que son una importante fuente de energía para los coloncitos", añade.
PARA QUÉ ENFERMEDADES SUELE RECOMENDARSE
Desde hace 10 años comenzó a generalizarse el uso de esta dieta porque se vio que al eliminar de la dieta estos productos se producían menos gases, indica esta especialista del Hospital Universitario La Princesa. "Por lo que se ha ido incorporando en las guías de las principales sociedades científicas, como tratamiento por ejemplo del Síndrome de intestino irritable", apunta, una patología muy frecuente, que afecta hasta el 20% de la población, caracterizada por dolor abdominal que se acompaña de diarrea o de estreñimiento, o bien de ambos.
Hay que tener en cuenta, según prosigue la digestóloga, que la fermentación la lleva a cabo la microbiota de nuestro intestino y es necesaria para poder absorber muchos de los nutrientes contenidos en la dieta; por tanto, dice que las bacterias son necesarias y tener gases es normal y sano. "El problema es cuando esta producción de gases es excesiva o dolorosa", advierte.
Es más, la dieta baja en FODMAP se recomienda en pacientes se quejan de distensión abdominal excesiva o hinchazón abdominal, con exceso de flatulencia, o en el contexto o complemento del tratamiento del SIBO o sobrecrecimiento bacteriano.
"Aunque parezca fácil de identificar, a priori, en ocasiones se precisa la valoración de un médico, ya que el problema no siempre es un exceso de gases. En ocasiones los gases son producidos por alguna patología de base como la enfermedad celiaca (intolerancia la gluten)", sostiene esta especialista.
FASES DE LA DIETA
Con todo ello, esta experta aconseja hacerla de forma estricta durante 4 semanas y posteriormente ir reintroduciendo alimentos progresivamente, cada 3-5 días, durante unos 4 o 6 meses, hasta alcanzar una dieta normal, según la tolerancia del paciente.
"Yo le recomiendo a los pacientes que, mientras reintroducen los alimentos, hagan un diario en el que apunten si algo le sienta mal, la cocción que hizo, o el tipo de preparación. No descartar los alimentos a la primera, volver a intentar la reintroducción pasadas unas semanas, ya que lo que queremos es readaptar la microbiota a la dieta, no la dieta a la microbiota. Si queremos una microbiota sana, equilibrada y diversa tendremos que hacer una dieta sana, equilibrada y diversa", insiste.
A su vez, mantiene que hay que tener en cuenta que la dieta lo que busca es una modificación de la microbiota, y este proceso no ocurre de la noche a la mañana, a veces la reintroducción, puede ser muy lenta, y en ocasiones es difícil porque todos los alimentos que va probando le van sentando mal al paciente.
"En este caso recomiendo no descartarlos por supuesto y acudir a un nutricionista, para que les haga menús de reintroducción, hay muchos disponibles. No hay que rendirse. Los cambios (como todo en la vida) ocurren con esfuerzo y constancia. Lo fácil es dejar de comer, lo difícil es hacer el proceso de readaptación de la microbiota, comiendo poco a poco más alimentos, comer sano, sin frituras, ni alimentos procesados, y aprender a tolerar cierto grado de gases que son normales", insiste esta doctora.
QUÉ ALIMENTOS FORMARÍA PARTE DE UNA DIETA BAJA EN FODMAP
En última instancia, esta especialista en Aparato Digestivo del Hospital Universitario de La Princesa detalla que, entre otros, porque hay muchos, serían componentes a prescindir en una dieta de estas características:
Fructanos: presentes en el ajo, en la cebolla, y en el trigo.
Fructosa: en frutas, miel y jarabe de maíz con alto contenido de fructosa.
Galactanos: se encuentran en frijoles y legumbres.
Lactosa: en los lácteos.
Polioles: en frutas con semillas, como manzanas, aguacates o cerezas y en alcoholes de azúcares.