MADRID, 27 Feb. (EUROPA PRESS) -
Los emulsionantes, que se añaden a los alimentos procesados para ayudarles en su textura y extender su vida útil, pueden alterar la composición y localización de la microbiota intestinal para inducir la inflamación intestinal que promueve el desarrollo de la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome metabólico, según muestra una investigación.
El trabajo, publicado este miércoles en 'Nature', fue dirigido por los investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Estatal de Georgia, en Estados Unidos, Benoit Chassaing y Andrew T. Gewirtz, con colaboraciones de la Universidad de Emory, Reino Unido; la Universidad de Cornell, Estados Unidos, y la Universidad de Bar-Ilan, en Israel.
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, afecta a millones de personas y es a menudo severa y debilitante. El síndrome metabólico es un grupo de trastornos relacionados con la obesidad muy comunes que pueden conducir a la diabetes tipo 2 y enfermedades hepáticas y/o cardiovasculares. La incidencia de la EII y el síndrome metabólico se ha incrementado notablemente desde la mitad del siglo XX.
El término "flora intestinal" se refiere a la población diversa de 100 billones de bacterias que habitan en el tracto intestinal. La microbiota intestinal está alterada en la EII y el síndrome metabólico. Los hallazgos de Chassaing y Gewirtz sugieren que los emulsionantes podrían ser parcialmente responsables de esta alteración y el aumento de la incidencia de estas enfermedades. "Una característica fundamental de estas molestias modernas es la alteración de la microbiota intestinal de una manera que favorece la inflamación", afirma Gewirtz.
"El espectacular aumento de estas enfermedades se ha producido a pesar de la consistente genética humana, lo que sugiere un papel fundamental de un factor ambiental -afirma Chassaing--. La comida interactúa íntimamente con la microbiota, por lo que consideramos que los aditivos actuales al suministro de alimentos posiblemente podría hacer a las bacterias intestinales más pro-inflamatorias".
La adición de emulsionantes a la comida parecía encajar en el marco temporal y se había demostrado que promueve la translocación bacteriana a través de las células epiteliales. Chassaing y Gewirtz plantearon la hipótesis de que los emulsionantes pueden afectar a la microbiota intestinal para promover estas enfermedades inflamatorias y diseñaron experimentos en ratones para probar esta posibilidad.
El equipo alimentó a los ratones con dos emulsionantes muy comúnmente utilizados, polisorbato 80 y carboximetilcelulosa, en dosis para imitar el amplio consumo de los numerosos emulsionantes que se incorporan en casi todos los alimentos procesados. Así, observaron que el consumo de emulsionantes cambió la composición de las especies de la flora intestinal y lo hizo de una manera que la volvió más proinflamatoria.
La microbiota modificada había mejorado su capacidad de digerir y de infiltrarse en la capa de moco denso que recubre el intestino, que normalmente está, en gran medida desprovisto de bacterias. Las alteraciones en especies bacterianas provocaron bacterias que expresan más flagelina y lipopolisacáridos, que pueden activar la expresión génica proinflamatoria por el sistema inmune.
Estos cambios en las bacterias activaron la colitis crónica en ratones genéticamente propensos a este trastorno, debido a sus sistemas inmunes anormales. En contraste, en ratones con sistemas inmunitarios normales, los emulsionantes indujeron inflamación intestinal de bajo grado o leve y síndrome metabólico, caracterizado por aumento de los niveles de consumo de alimentos, obesidad, hiperglucemia y resistencia a la insulina.
Los efectos del consumo de emulsionantes fueron eliminados en los ratones libres de gérmenes, que carecen de microbiota. El trasplante de la microbiota de ratones alimentados con emulsionantes a ratones libres de gérmenes fue suficiente para transferir algunos parámetros de inflamación de bajo grado y el síndrome metabólico, lo que indica un papel central para la microbiota en la mediación de los efectos adversos de los emulsionantes.
El equipo está ahora probando emulsionantes adicionales y diseñando experimentos para investigar cómo los emulsionantes afectan a los humanos. Si se obtienen resultados similares, indicaría un papel para esta clase de aditivo alimentario en la epidemia de la obesidad, sus consecuencias y una gama de enfermedades asociadas con la inflamación intestinal crónica. Aunque los detalles de los mecanismos responsables del efecto sobre el metabolismo de los emulsionantes permanecen bajo estudio, el equipo señala que evitar el exceso de consumo de alimentos es de suma importancia.
"No estamos en desacuerdo con la suposición común de que comer en exceso es una causa fundamental de la obesidad y el síndrome metabólico --subraya Gewirtz--. Más bien, nuestros hallazgos refuerzan el concepto sugerido por trabajos anteriores de que la inflamación de bajo grado resultante de una microbiota alterada puede ser una causa subyacente de comer en exceso".
El equipo señala que los resultados de su estudio sugieren que los actuales medios de análisis y aprobación de los aditivos alimentarios pueden no ser adecuados para evitar el uso de productos químicos que promueven enfermedades impulsadas por la inflamación de bajo grado y/o lo que causa la enfermedad principalmente en personas susceptibles.