Los horarios diarios influyen más de lo que pensamos en nuestro peso: 5 tips al respecto

Archivo - El horario de comidas influye en el peso. - ROCKY89/ISTOCK - ARCHIVO

   MADRID, 15 Dic. (EDIZIONES) -

   Los ritmos circadianos son los ciclos biológicos que se repiten cada 24 horas, y que regulan todas nuestras fucniones fisiológicas, como el ciclo vigilia-sueño. Existen en toda la naturaleza, desde las plantas a los humanos, para adpatarnos a los cambios de luz-oscuridad y a la rotación de la tierra.

   "Lo más comun son los ciclos de sueño-vigilia, pero también la ingesta cuando estamos despiertos, o toda la regulación hormonal sigue ritmos circadianos muy marcados; por eso cuando se alteran los horarios, nuestros ciclos o ritmos circadianos, se altera nuestro metabolismo, de manera que acumulamos más de la cuenta", explica en una entrevista con Europa Press Infosalus Olga Barca Mayo, investigadora principal del Centro de investigación Molecular y enfermedades crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela.

   Esto está regulado por los 'genes reloj', como así se llaman. No necesitas tener una mutacion en un gen reloj, sino por ejemplo el comer a deshoras, o ante cualquier exposición a la luz en la noche, sobre todo la azul las pantallas".

   Resalta así que nuestras funciones fisiológicas a lo largo de las 24 horas del día están "intrínsecamente relacionadas con la obesidad", advirtiendo de que la desincronización circadiana, ya sea por patrones de sueño irregulares, turnos laborales nocturnos, o hábitos alimenticios inadecuados, puede alterar el metabolismo y favorecer el desarrollo de la obesidad.

   Aquí no hay que olvidar, tal y como advierte, que la obesidad no es sólo un problema de cantidad de calorías, sino también de cuándo y cómo se ingieren; y que la sincronización de nuestros ritmos circadianos es esencial para un metabolismo saludable.

   "Los ritmos circadianos son como un reloj interno que regula procesos metabólicos esenciales, como la liberación de hormonas, la sensibilidad a la insulina y la utilización de energía. Cuando este reloj se desajusta, por ejemplo, al comer en horarios irregulares o al tener un sueño insuficiente, aumenta el riesgo de desarrollar obesidad", agrega esta investigadora del CiMUS.

CUANDO SE ALTERAN LOS RITMOS CIRCADIANOS

   Precisamente, esta experta ha ofrecido una charla a este respecto recientemente en el XX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y detalla cómo en los trabajadores nocturnos, por ejemplo, se han hecho experimentos en los que se ha verificado que, a pesar de comer el mismo número de calorías que las personas que trabajan durante el día, ellos tienen más riesgo de desarrollar diabetes y obesidad.

   "Un ejemplo claro es el trabajo por turnos, donde los patrones de sueño y su alimentación se ven alterados. Estudios han demostrado que estas personas tienen mayor predisposición a acumular grasa abdominal, así como a desarrollar resistencia a la insulina, incluso con un consumo calórico similar al de personas con horarios regulares", apunta esta experta.

NO SÓLO IMPORTA LO QUE COMES, TAMBIÉN LA HORA

   Otro dato significativo a este respecto en su opinión sería cómo las dietas que concentran calorías en las primeras horas del día tienden a ser más eficaces para la pérdida de peso, "lo que refuerza la idea de que cuándo comemos es tan importante como el qué comemos". En estudios con modelos animales dice que la alteración del ritmo circadiano ha demostrado causar disfunción metabólica, incluso sin cambios en la dieta, lo que "refuerza esta conexión".

   "No sólo a la hora de ganar peso, por tanto, influye la ingesta, sino también el momento en el que comes; por eso es tan importante. Esto ocurre porque tu metabolismo está bajo, tu fisiologÍa está preparada para que te vayas a dormir, no se metaboliza todo lo que comes y se acumula", defiende Barca.

   Es más, subraya que en el día a día, por estudios que se están haciendo, lo ideal sería comer mucho antes: "En España deberíamos adelantar el horario de las comidas, que lo tenemos fatal, hacemos una vida muy tardía".

CONSEJOS PRÁCTICOS

   Con todo ello, esta profesora de la Universidad de Santiago de Compostela resalta una serie de intervenciones que podemos efectuar para actuar eficazmente en la relación entre nuestros ritmos circadianos y la obesidad:

   ·Promover horarios regulares: tanto para las comidas como para el sueño, lo que ayuda a sincronizar los relojes internos.

   ·Priorizar el sueño: mejorar la calidad y duración del descanso nocturno, dado su impacto directo en el metabolismo.

   ·Crononutrición: ajustar el consumo calórico a las horas de mayor actividad metabólica, con desayunos más completos y cenas más ligeras.

   ·Promover hábitos regulares de sueño, alimentación, y de actividad física puede ser una estrategia preventiva y terapéutica eficaz contra la obesidad.

   ·Reducción de la exposición nocturna a luz artificial: ya que la luz afecta directamente a nuestro reloj interno y puede alterar los ritmos hormonales.

   "En términos prácticos, pequeños cambios como el evitar pantallas antes de dormir; mantener un horario fijo de comidas; y priorizar una rutina de sueño pueden marcar una gran diferencia. Adoptar estas medidas no sólo mejora el control del peso, sino que también reduce el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2", advierte esta investigadora.

EL CEREBRO Y EL PESO

   Por último, la también líder del Grupo de ritmos circadianos, y profesora de Fisiología de la Universidad de Santiago de Compostela subraya en este contexto el papel del cerebro, y en particular del hipotálamo, como "pieza clave" en la regulación del peso corporal y del metabolismo energético.

   "Esta región cerebral actúa como un centro de control metabólico, integrando señales provenientes del entorno, del tejido adiposo (como la leptina) y de otros órganos (como la insulina del páncreas) para regular el hambre, la saciedad, y el gasto energético. El hipotálamo trabaja en estrecha relación con otras áreas del cerebro, como el sistema de recompensa, modulando nuestra relación con la comida y los patrones de alimentación. Además, regula el sistema nervioso autónomo, que controla funciones como el gasto energético y la termogénesis", subraya.

   Con ello, recuerda que, aunque la obesidad es una enfermedad multifactorial, con influencias genéticas, ambientales, y metabólicas, se debe igualmente poner el foco en el cerebro y en los mecanismos hipotalámicos por que así podremos entender mejor cómo se establecen y perpetúan los desequilibrios energéticos.

   "Este conocimiento resulta crucial para diseñar intervenciones más eficaces, tanto farmacológicas, que puedan actuar sobre estas rutas, como conductuales, que busquen restablecer un equilibrio saludable entre el cerebro y el cuerpo", matiza Olga Barca, al tiempo que resalta cómo el cerebro y las células gliales, como los astrocitos, juegan un "papel fundamental" en la conexión entre los ritmos circadianos y el metabolismo energético.