MADRID, 17 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los adultos jóvenes que sufren inseguridad alimentaria tienen un riesgo 41% mayor de desarrollar enfermedades cardíacas en la mediana edad, incluso después de tener en cuenta factores demográficos y socioeconómicos, según un nuevo estudio de la Universidad Northwestern (Estados Unidos) que se publica en 'JAMA Cardiology'.
"Sabíamos que la inseguridad alimentaria y las enfermedades cardíacas suelen ir de la mano, pero este estudio demuestra, por primera vez, que la inseguridad alimentaria es lo primero", declara la doctora Jenny Jia, profesora de medicina interna general y medicina preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern e internista de dicha universidad. "Eso la convierte en un objetivo claro para la prevención: si abordamos la inseguridad alimentaria de forma temprana, es posible que podamos reducir la carga de enfermedades cardíacas más adelante".
Jia y su equipo analizaron datos del estudio Coronary Artery Risk Development in Young Adults (CARDIA), un estudio de cohorte a largo plazo que ha seguido a adultos estadounidenses blancos y negros desde mediados de la década de 1980. Los científicos identificaron a los participantes que informaron inseguridad alimentaria en 2000-2001, cuando tenían entre 30 y 40 años, y compararon sus resultados de salud durante los siguientes 20 años con los de aquellos que tenían seguridad alimentaria.
Entre los 3.616 participantes del estudio, quienes padecían inseguridad alimentaria tenían un 41% más de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares que sus contrapartes con seguridad alimentaria. Durante el período del estudio, el 11% de las personas con inseguridad alimentaria desarrollaron enfermedades cardíacas, en comparación con el 6% de quienes tenían acceso adecuado a los alimentos.
Jia comenta que los hallazgos resaltan la necesidad de que los proveedores de atención médica sean expertos en cómo detectar mejor la inseguridad alimentaria y conectar a los pacientes con los recursos comunitarios. Asimismo, destaca que los entornos de atención primaria, como los que cuentan con internistas, pediatras y médicos de familia, son ideales para detectar la inseguridad alimentaria, "porque tiende a haber mucha confianza entre los proveedores de atención primaria y los pacientes".
Jia también enfatiza que las evaluaciones de seguridad alimentaria podrían extenderse a salas de emergencia y especialidades como cardiología, y pueden ser realizadas por enfermeras, asistentes médicos o incluso los propios pacientes llenando formularios.
Ahora, Jia y su equipo planean seguir haciendo un seguimiento de este grupo para comprender los efectos a largo plazo de la inseguridad alimentaria. "Es sorprendente ver enfermedades cardíacas en este grupo, que no incluye a personas de 65 años o más", comenta Jia. "A medida que se acerquen a los 80, planeamos volver a realizar el estudio para explorar el vínculo evolutivo con las enfermedades cardíacas".