MADRID, 8 Sep. (EDIZIONES) -
Lo que llamamos azúcar abarca una gran variedad de endulzantes que se pueden dividir en monosacáridos (como la glucosa, la fructosa y la galactosa) y endulzantes complejos (como la sucralosa, la lactosa, o la maltosa, entre otros). El azúcar que solemos usar es la sucralosa y es un carbohidrato que se encuentra de forma natural en diversas plantas, principalmente en la caña de azúcar. Está compuesta por dos tipos de endulzantes simples: fructosa y glucosa.
Nuestro cuerpo necesita para funcionar diversos macronutrientes (proteínas, grasas, carbohidratos), y micronutrientes (vitaminas, minerales). Los hidratos de absorción rápida o simples, como el azúcar, solo aportan energía de utilización rápida, subraya en una entrevista con Infosalus la doctora Teresa Lajo Morales, médico especialista en endocrinología y nutrición, y especialista en salud intestinal y microbiota de HLA Universitario Moncloa.
Según indica, puede ser necesario en el caso de algunos pacientes con problemas en la regulación del azúcar en sangre (como diabéticos en tratamiento con insulina) pero, en la mayoría de las personas sanas, en su opinión, es beneficioso reducirlo al máximo ya que existen otras fuentes de carbohidratos (incluso de rápida absorción) que sí aportan beneficios adicionales, como la fruta o algunos cereales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a los adultos con un índice de masa corporal normal reducir el consumo de azúcar al 5% de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a unos 25 gramos al día, según recuerda.
¿NECESITAMOS REALMENTE AZÚCAR PARA VIVIR?
Lo cierto es que la glucosa es necesaria para todos los organismos del planeta, con lo cual, si no la ingerimos mediante la alimentación, nuestro organismo está perfectamente diseñado para producirlo mediante determinadas reacciones bioquímicas, advierte la especialista de HLA Universitario La Moncloa.
Sí necesitamos glucosa para vivir, pero no necesitamos añadir azúcar a nuestra dieta puesto que podríamos, como he explicado anteriormente, sintetizarla nosotros a partir de otros nutrientes. Sin embargo, la fructosa ni es necesaria para vivir, ni podemos sintetizarla. Es más, si la consumimos en exceso (no incluye la fructosa de la fruta que no tiene una cantidad excesiva), como por ejemplo algunos alimentos para diabéticos que la añaden en cantidad, puede ser perjudicial para el hígado y causar la llamada esteatosis o hígado graso, advierte la endocrinóloga.
Con ello, recuerda que los españoles abusamos del azúcar en el día a día cuando, según detalla, existen diferentes estudios que relacionan el consumo excesivo de azúcar con enfermedades tales como: diabetes, obesidad, enfermedad coronaria, depresión, problemas intestinales- disbiosis de tipo fermentativo-, caries dental, déficit de magnesio etc.
Pero estos son estudios llamados observacionales (pueden ser criticados por algunos científicos). Lo que resulta más difícil de rebatir es un metaanálisis de ensayos clínicos, donde la causalidad está clara: más azúcar empeora a corto plazo los indicadores principales de salud cardiovascular (como triglicéridos y presión arterial), mantiene la doctora Lajo Morales.
El British Medical Journal, según prosigue, realizó uno de los trabajos más completos sobre la materia, en este metaanálisis de estudios observacionales y ensayos clínicos (Dietary sugars and body weight: systematic review and meta-analyses of randomised controlled trials and cohort studies), publicado en 2013, cuyas conclusiones son claras: En dietas libres, la ingesta de azúcar y de bebidas azucaradas es un factor determinante en el peso corporal.
ALIMENTOS QUE CONTIENEN AZÚCARES Y NO LO SABEMOS
En este contexto, la médico especialista en endocrinología y nutrición avisa de que hay alimentos que contienen azúcares y no lo sabemos, siendo los más habituales: alcohol, aperitivos, harinas refinadas y bollería industrial, comidas enlatadas, frutas desecadas, cereales de desayuno, y fundamentalmente refrescos.
A juicio de esta experta, es importante la relación del consumo de azúcar y el cáncer: si bien el consumo de azúcar no determina la aparición de cáncer ni muchísimo menos, sí que es cierto que en estos pacientes que quieran llevar una alimentación que ayude a superar su proceso, hay suficiente evidencia de que, no solo las células neoplásicas parecen tener una exagerada avidez por la glucosa (como se demuestra en las pruebas de imagen como el PET), sino que la elevación de la insulina, hormona necesaria para metabolizar la glucosa, es perjudicial para el desarrollo de esta enfermedad puesto que aumenta la inflamación de bajo grado.
Además, el azúcar puede resultar adictivo por su capacidad para estimular la dopamina, que es la hormona de la felicidad y de la motivación, aunque aparentemente la adicción al azúcar pueda no resultarnos tan peligrosa como otras, a largo plazo precisan ayuda profesional para modificar sus hábitos nutricionales, concluye la doctora Teresa Lajo Morales, médico especialista en endocrinología y nutrición, y especialista en salud intestinal y microbiota de HLA Universitario Moncloa.