MADRID, 18 Ago. (EDIZIONES) -
Muchas veces comemos sin tener sensación de hambre o poco después de haber realizado una comida, movidos por ciertas emociones del momento, como el estrés o la ansiedad por ejemplo, haciendo uso en muchos casos de opciones alimenticias poco saludables y, normalmente, comiendo en exceso. Esto se conoce como 'hambre emocional' o 'atracón emocional'.
"El hambre emocional suele tener lugar cuando hay algún problema de índole psicológico repercute en los hábitos alimentarios de la persona y, por lo tanto, en su forma de actuar. Por ejemplo, se puede comer compulsivamente cuando alguien está pasando por un período de nervios o de estrés, o por el contrario puede que a alguien se le cierre el estómago tras recibir una mala noticia", explica a Infosalus la doctora dietista-nutricionista del Colegio Oficial de Dietistas Nutricionistas de Madrid (CODINMA), Elena Sánchez Campayo.
Según remarca la experta en Nutrición, este hambre es diferente del 'hambre real' o fisiológico que necesita el ser humano para vivir, y suele aparecer en momentos puntuales de la vida del paciente, para quien muchas veces suele ser totalmente imperceptible.
"Cada persona tiene una forma de manifestar sus emociones diferente al resto, y éstas repercuten también sobre la salud de cada uno, a veces de forma positiva y otras de forma negativa", sostiene Sánchez Campayo.
Es más, indica que el 'hambre emocional' no suele aparecer de repente, ya que la mayor parte de las veces tiene un origen psicológico. "Ni se detecta, ni se trata en la primer cita con el profesional. Hay que trabajarlo en consulta, y hay que buscar el origen del problema, hacer uso de una serie de herramientas adecuadas para ayudar a que esa persona se explaye y se abra con sinceridad", señala la especialista de CODINMA.
Así, subraya que se suele tratar de un proceso que conlleva tiempo y continuidad, ya que es un hábito sobre el que hay que trabajar, un patrón que se ha repetido varias veces en la conducta de la persona y que sólo "con objetividad y voluntad", se puede superar la barrera al cambio.
Principalmente, suele tener lugar entre personas que experimentan cambios de peso pronunciados, entre adultos de edad media y sin distinción clara de sexos. Con todo ello, la dietista-nutricionista enumera una serie de pasos para ayudar a vencer ese 'hambre emocional' que no conviene en nuestra mente y cuerpo:
1.- Acudir al nutricionista y/o a un psicólogo en paralelo.
2.- Tratar de poner nombre a las cosas, de ser objetivo y de tener una visión crítica de uno mismo, para ser consciente de que se necesita ayuda y ponerse a ello.
3.- Darse un margen de tiempo a la hora de aplicar las herramientas que te facilite el profesional, ya que cuesta cambiar un hábito.
4.- Realizar técnicas de relajación y respiración cuando aparezcan repentinamente esas ganas de comer de forma inapropiada o fuera de contexto. "Hay que tratar de respirar profundo tres o cuatro veces. Cuando asociamos un estado de nervios con comer compulsivamente, por ejemplo, tras hacer dos o tres respiraciones es probable que no se coma tan compulsivamente como se pensaba en el inicio", apunta Sánchez.
5.- No dejarse llevar por el 'me apetece', sino poner cabeza a la hora de comer. "Es necesario distinguir la necesidad fisiológica de comer, a comer de forma compulsiva movida por mis emociones", subraya la doctora en Nutrición de CODINMA.
6.- Hacer cosas que puedan distraernos de esas ganas de comer sin hambre real. "Hay personas a las que les ayuda salir a la calle, llamar a una amiga, cambiar de actividad, por ejemplo. Hay que hacer algo que nos distraiga de esa necesidad irreal de comer", añade.
7.- Hacer un examen y pensar si se ha comido bien durante el día puede ayudar a ver más claramente porque hemos tenido esas sensaciones asociadas al hambre, ya que, quizás hemos comido menos de lo necesario y ése sea el motivo.