MADRID, 27 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Organización Mundial de la Salud recomienda reducir la ingesta de sal para reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos. Así, establece que el consumo de sal en los adultos debe ser menos de 5 gramos al día.
En los últimos años se han revisado de forma sistemática varios ensayos clínicos de intervención concebidos para evaluar los efectos de la reducción de la ingesta de sal en los niveles de tensión arterial en pacientes hipertensos, que es a los que se les prescriben dietas con bajo contenido en sal.
Sin embargo, un nuevo estudio, que siguió a más de 2.600 hombres y mujeres durante 16 años, encontró que consumir menos sodio no se asocia con presión arterial más baja. Los nuevos hallazgos ponen en duda los límites de sodio recomendados por las actuales Guías Alimentarias para los Estadounidenses.
La doctora Lynn L. Moore, profesora asociada de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, en Estados Unidos, presentará la nueva investigación en las Sesiones Científicas y Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición durante la reunión de Biología Experimental 2017, que se celebrará hasta este miércoles en Chicago, Estados Unidos.
"No vimos ninguna evidencia de que una dieta baja en sodio tuviera efectos beneficiosos a largo plazo sobre la presión arterial --afirma Moore--. Nuestros hallazgos se suman a la creciente evidencia de que las recomendaciones actuales para la ingesta de sodio pueden estar equivocadas". En las 'Directrices Dietéticas para los Estadounidenses' para 2015-2020 se recomienda limitar la ingesta de sodio a 2.300 gramos al día para las personas sanas.
Para el estudio, los investigadores siguieron a 2.632 hombres y mujeres de 30 a 64 años de edad que formaban parte del 'Framingham Offspring Study'. Los participantes tenían presión arterial normal al inicio del estudio, pero, durante los siguientes 16 años, los autores encontraron que los que consumían menos de 2.500 miligramos de sodio al día tenían una presión arterial más alta que los que ingerían mayores cantidades de sodio.
EL POTASIO, IMPORTANTE PARA DISMINUIR LA PRESIÓN ARTERIAL
Otros grandes análisis publicados en los últimos años han encontrado lo que los investigadores llaman una relación en forma de 'J' entre el sodio y el riesgo cardiovascular, es decir, las personas con dietas bajas en sodio (según lo recomendado por las 'Directrices Dietéticas para los Estadounidenses') la ingesta de sodio (por encima de la ingesta habitual del estadounidense promedio) tenían mayores riesgos de enfermedad cardiaca.
Aquellos con el menor riesgo seguían ingestas de sodio promedio, que es la gama consumida por la mayoría de los estadounidenses. "Nuestros nuevos resultados apoyan estos otros estudios que han cuestionado la sabiduría sobre la ingesta dietética de sodio baja en la población en general", señala Moore.
Los investigadores también encontraron que las personas participantes en el análisis que tomaban mayores cantidades de potasio, calcio y magnesio mostraron una presión arterial más baja a largo plazo. En el estudio Framingham, las personas con mayor ingesta combinada de sodio (3.717 miligramos por día en promedio) y potasio (3.211 miligramos por día en promedio) tuvieron la presión arterial más baja.
"Este estudio y otros señalan la importancia de una mayor ingesta de potasio, en particular, en la presión arterial y, probablemente, los resultados cardiovasculares --destaca Moore--. Espero que esta investigación ayude a reorientar las actuales guías alimentarias para los estadounidenses sobre la importancia de aumentar la ingesta de alimentos ricos en potasio, calcio y magnesio con el propósito de mantener una presión arterial saludable".
Moore considera que es probable que un subconjunto de personas sensibles a la sal se beneficiarían de la disminución de la ingesta de sodio, pero señala que hace falta más investigación para desarrollar métodos más fáciles para detectar la sensibilidad a la sal y para determinar las directrices adecuadas para las ingestas de sodio y potasio en este grupo de personas sensibles a la sal.