MADRID, 28 May. (EDIZIONES) -
De acuerdo con la legislación europea la industria alimentaria puede facilitar información nutricional sobre sus productos de manera voluntaria, y así es como nació Nutri-Score, un modelo de etiquetado nutricional frontal (las letras de colores que aparecen en la parte principal del producto), con idea de favorecer a las opciones más saludables, y animar a la industria a mejorar la composición de sus productos.
No obstante, desde su puesta en marcha, son numerosos sus detractores, especialmente dietistas-nutricionistas, como es el caso de Andrea Sorinas. Tal y como nos confiesa en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus deberían retirarlo porque cree que "hay bastante conflicto de interés detrás" y sus criterios de selección "no son nada justos".
"En él hay mucha demonización de las grasas, sin contextualizar el tipo de alimento, además de permisividad con el azúcar, y que aprueba las harinas refinadas. No puede ser que una coca cola zero light tenga puntuación buena y el aceite de oliva virgen extra, o un atún en aceite de oliva virgen extra tenga una 'C' o una 'D'", mantiene.
LA IDEA ES ELEGIR EL PRODUCTO MÁS SALUDABLE
Nutri-Score, según explica en su libro 'El libro que la industria alimentaria no quiere que leas' (Libros Cúpula), es un sistema de etiquetado frontal que puntúa en una escala del 1 al 5 con letras y con colores. "En teoría, su uso se justifica para elegir el producto más saludable comparado con otros de su categoría", añade.
Otro ejemplo son los cereales de chocolate infantil que están calificados con una 'A' verde, que es la mejor valoración; mientras que el aceite de oliva virgen extra comenzó valorado con una 'D' roja, es decir, un alimento no apto, y posteriormente se modificó a una 'C' amarilla (ni bueno ni malo).
Por eso, tal y como insiste, "no es un buen criterio de selección" ya que, entre otros argumentos, considera que "confunde al consumidor". De hecho, subraya Sorinas que hay otras maneras de realizarlo, y pone el ejemplo del sistema de puntuación chileno, "bastante más justo con la información que aporta al consumidor".
COMEMOS PEOR DE LO QUE PENSAMOS
Otra de las denuncias de Sorinas en su libro es que no comemos tan sano como pensamos y pone el ejemplo de las galletas María: "Una de las cosas es abusar del consumo de galletas, que consideramos que son sanas, porque nos lo han vendido así, e incluso forman parte del desayuno estrella de los hospitales, pero es bollería industrial y pueden tener más azúcar que un cruasán".
Otra ejemplo que apunta es la proporción de alimentos que comemos a lo largo del día ya que, tal y como defiende la creadora del proyecto 'Con Coco Nut' deberíamos comer un 50% de vegetales y "casi nadie llega a ese porcentaje".
Igualmente, subraya que tomamos la fruta como zumo en muchas ocasiones, porque se piensa que es sano, que es como comer fruta, si bien alerta de que cuando licúas la fruta el azúcar se convierte en azúcar libre y se comporta en el cuerpo igual que la de un refresco. "Por eso, siempre, la fruta mordida y entera", destaca.
Por otro lado, menciona el consumo de huevos. ¿Cuántos crees que puedes comer a la semana como máximo? Esta experta en nutrición revela que estos se pueden ingerir a diario, "son súper nutritivos", y no perjudican a nuestra salud. Así como el de los productos con etiqueta 'light' que, tal y como señala, "ningún producto engorda o adelgaza por sí mismo, sino que todo depende del conjunto de nuestra alimentación", y estos productos 'light' "sólo significa que lleva menos calorías, azúcar, o sal, si bien esto no significa que sea sano, ni que no sea calórico".
"Comemos peor de lo que pensamos y mucho porque hay tantas modas y sobreinformación, y desinformación sobre nutrición que al final el consumidor no sabe qué está bien o mal", lamenta esta dietista-nutricionista. Por eso dice que acaba de publicar 'El libro que la industria alimentaria no quiere que leas' (Libros Cúpula), un manual sobre las medias verdades de la industria alimentaria para que compremos más o con los principales mitos sobre nutrición.
CUIDADO CON LOS PRODUCTOS ECO
Aconseja que lo mejor es comprar productos sin etiqueta directamente, ir a comprar al mercado, aunque sostiene que el problema es que al final necesitamos productos que nos hagan la vida más fácil, y nadie dedica tanto tiempo al acto de comer.
También alerta de que "las versiones ecológicas no son siempre las más sanas" y avisa de que por que contenga la etiqueta 'ECO' no tiene por qué no ser un ultraprocesado: "Al final compramos igualmente productos ultraprocesados con ingredientes de mala calidad, pero ECO, y esto no tiene beneficios para la salud. Hay muchos que no son saludables y que tienen la etiqueta ECO, como el ejemplo de una crema de cacao y avellanas ECO, que lleva aceite de girasol refinado y azúcar eco; son productos que por muy eco que sean llevan productos de mala calidad como el azúcar, o las grasas de mala calidad; son productos que confunden mucho al consumidor y hacen que se gaste mucho dinero".
CONSEJOS PARA APRENDER A LEER LAS ETIQUETAS
Con todo ello, Andrea Sorinas defiende que "si todos comprásemos materia prima, más en mercado, y menos en supermercado, tampoco habría mucho problema", en este sentido y probablemente comeríamos más sano; si bien el ritmo de vida actual y la falta de tiempo nos lo impiden en muchas ocasiones, y vamos más a los grandes almacenes a hacer la compra, donde es súper fácil tener acceso a los ultraprocesados.
En su opinión, aquí la solución es enseñar al consumidor a identificar qué productos son saludables y cuáles no, y qué ingredientes evitar en una etiqueta porque "existen productos de abrir y calentar y listo que son saludables", pero el problema es que "pasan desapercibidos o están mezclados entre los ultraprocesados que la industria maquilla para que parezcan saludables como 'rico en fibra', 'digestive', 'light', o 'alto en proteínas'.
Pone el ejemplo de personas que pasan por la aplicación del móvil para conocer si un producto es saludable o no a las galletas cuando, sean como sean éstas, nunca serán sanas, ni un buen producto a escoger al tratarse de un ultraprocesado, por ejemplo.
Entre otros trucos para leer etiquetas, esta dietista-nutricionista pide fijarse en el grado modificación del producto y su misión: "Un procesado saludable habrá recibido poca modificación y la misión será alargar la vida útil del producto o seguridad alimentaria. Tanto los ingredientes y aditivos tendrán este fin. Tienden a tener etiquetas cortas, con nombres que identifican como saludables. Un acidulante o ácido cítrico, por ejemplo".
Mientras que en los ultraprocesados la finalidad que tienen es que "quieren ganar mucho dinero" con ellos; se trata, según defiende, de productos "con ingredientes lo más baratos posibles y lo más atractivos posibles para el consumidor"; pero en realidad son productos "con mucha modificación" y, por ello, sus etiquetas so