MADRID, 5 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio ha descubierto que a los adolescentes les cuesta discernir entre los mensajes de salud falsos y los verdaderos. Sólo el 48% de los participantes confiaba más en los mensajes de salud precisos (sin elementos editoriales) que en los falsos. Mientras tanto, el 41% consideraba que los mensajes falsos y los verdaderos neutros eran igualmente dignos de confianza y el 11% consideraba que los mensajes de salud verdaderos neutros eran menos dignos de confianza que los falsos.
Los resultados, publicado en la revista 'Frontiers in Psychology', ponen de manifiesto la necesidad de mejorar la formación de los adolescentes para que puedan desenvolverse en un mundo en el que las noticias falsas sobre salud están tan extendidas.
La desinformación y la falta de información sobre la salud son un grave problema de salud pública, con un aumento de la difusión de noticias sanitarias falsas en las plataformas de los medios sociales en los últimos años.
Investigaciones anteriores han demostrado que los mensajes sanitarios en línea son en su mayoría incompletos e inexactos y contienen información potencialmente perjudicial para la salud. Las noticias sanitarias falsas pueden llevar a tomar malas decisiones en materia de salud, a adoptar comportamientos de riesgo y a perder la confianza en las autoridades sanitarias.
"Se ha producido una explosión de desinformación en el ámbito de la salud durante la pandemia de Covid-19", recuerda el investigador principal, el Dr. Radomír Masaryk, de la Universidad Comenius.
La mayoría de las investigaciones sobre la credibilidad de los mensajes se han centrado en los adultos. Masaryk y sus colegas han investigado ahora si los adolescentes están preparados para hacer frente al gran volumen de noticias falsas sobre salud que hay en Internet.
"Como los adolescentes son usuarios frecuentes de internet, solemos esperar que ya sepan cómo abordar y valorar la información online, pero parece que ocurre lo contrario", subraya Masaryk.
Los investigadores descubrieron que el 41% de los adolescentes no podía distinguir entre el contenido médico en línea verdadero y el falso. Además, la mala edición de los mensajes sobre salud no se percibía como un signo de poca fiabilidad.
Los adolescentes son un grupo que a menudo se pasa por alto y que corre un mayor riesgo de encontrarse con noticias falsas sobre salud. Como "nativos digitales", son el grupo más conectado del mundo, ya que el 71% de los jóvenes utilizan Internet.
Las investigaciones han demostrado que las representaciones positivas de comportamientos de riesgo en los medios de comunicación, como fumar y beber, conducen a un mayor comportamiento de riesgo en los adolescentes. Por otro lado, la información sanitaria en línea que apoya la información proporcionada por los profesionales puede conducir a cambios en el estilo de vida saludable, al autocuidado y al cumplimiento del tratamiento.
Los adolescentes se fijan en las características estructurales de un sitio web, como el lenguaje y la apariencia, para evaluar la información en línea. Por ejemplo, las organizaciones con autoridad, las marcas de confianza o los sitios web con un lenguaje comercial tienden a ser más fiables.
Investigaciones anteriores sobre la fiabilidad de los mensajes con adolescentes identificaron cinco elementos editoriales que deducían la credibilidad percibida del mensaje: superlativos, clickbait, errores gramaticales, apelación a la autoridad y tipografía en negrita.
Basándose en este estudio anterior, Masaryk y sus colegas diseñaron una investigación para evaluar los efectos de la manipulación del contenido y el formato de los mensajes de salud en línea sobre su fiabilidad en una muestra de adolescentes.
Presentaron a 300 estudiantes de secundaria (con edades comprendidas entre los 16 y los 19 años) siete mensajes breves sobre los efectos beneficiosos para la salud de diferentes frutas y verduras. Los mensajes tenían diferentes niveles: mensaje falso, mensaje neutro verdadero y mensaje verdadero con elementos editoriales (superlativos, 'clickbait', errores gramaticales, apelación a la autoridad y tipografía en negrita). A continuación, se pidió a los participantes que calificaran la fiabilidad del mensaje.
Los participantes fueron capaces de discernir entre los mensajes de salud abiertamente falsos y los mensajes de salud verdaderos o ligeramente modificados con elementos de edición; el 48% de los participantes confiaron más en los mensajes de salud verdaderos y neutros que en los falsos.
Sin embargo, el 41% de los participantes consideró que los mensajes falsos y los verdaderos neutros eran igualmente dignos de confianza y el 11% consideró que los mensajes de salud verdaderos neutros eran menos dignos de confianza que los falsos.
"Para depositar la confianza en los mensajes es necesario identificar el contenido falso frente al verdadero", afirma Masaryk.
En el caso de los mensajes de salud que parecen plausibles y razonables, los adolescentes no pudieron distinguir entre los mensajes de salud verdaderamente neutrales y los mensajes de salud con elementos editoriales. Los adolescentes no parecían decidir sobre la fiabilidad de un mensaje basándose en las señales de edición.
"La única versión de un mensaje de salud en la que se confiaba significativamente menos que en un mensaje de salud verdadero era un mensaje con un titular de tipo clickbait", continúa Masaryk.
Los resultados ponen de manifiesto la necesidad de instruir mejor a los adolescentes para que detecten las señales de edición que delatan la calidad de una información. Los autores sugieren centrarse en la formación en alfabetización sanitaria y mediática, y en habilidades como el pensamiento analítico y el razonamiento científico.
"El pensamiento analítico y el razonamiento científico son habilidades que ayudan a distinguir los mensajes sanitarios falsos de los verdaderos", concluye Masaryk.