MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los científicos están descubriendo pistas sobre lo que podría estar ocurriendo en la relación entre el cerebro y el sistema inmunológico en aquellos que sufren repercusiones del estrés a largo plazo. Una nueva investigación detalla esas conexiones, específicamente que una abundancia de glóbulos blancos en el bazo podría estar enviando mensajes al cerebro que generan cambios de comportamiento mucho después de que los ratones experimenten estrés repetido.
"Encontramos que las células inmunes en el bazo pueden contribuir a la ansiedad crónica después del estrés psicológico", afirma el autor principal del estudio, Daniel McKim, estudiante de postgrado de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos. "Nuestros hallazgos enfatizan la posibilidad de que el sistema inmunológico represente un nuevo objetivo terapéutico para el tratamiento de los trastornos de salud mental", añade.
La investigación fue parte de una serie de estudios relacionados que se presentan este domingo en 'Neuroscience 2016', la Reunión Anual de la Sociedad estadounidense de Neurociencia, que se celebra este año en San Diego, Estados Unidos.
Los coautores y asesores de McKim, John Sheridan y Jonathan Godbout, están trabajando para explicar la complicada interacción entre la inmunidad y el estrés en animales que han experimentado una "derrota social repetida" en un esfuerzo por mejorar el bienestar de las personas que sufren enfermedades crónicas psicológicas de estrés.
Sheridan es director asociado del Instituto de Investigación en Medicina del Comportamiento de la Universidad de Ohio y profesor de Ciencias Biológicas y Godbout es profesor asociado de Neurociencia. En este estudio, el trío de científicos determinó que los cambios en las células inmunes persistieron durante casi un mes después de que los ratones experimentaron el estrés.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN BIDIRECCIONAL CEREBRO-CUERPO
"El estrés parece impulsar la liberación de células madre de la médula ósea al bazo, donde se desarrollan en glóbulos blancos, o monocitos, y se expanden con el tiempo --resume Godbout--. Entonces el bazo se convierte en un depósito de células inflamatorias".
Sheridan subraya que ahora se entiende que el bazo es parte integrante de la sensibilización que ocurre después de un estrés prolongado en los ratones, lo que lleva a la ansiedad y otros problemas cognitivos en el camino. "Es como un recuerdo del estrés", afirma Godbout.
En su trabajo anterior, los investigadores de Ohio han documentado una mayor prevalencia de ansiedad a largo plazo y depresión en roedores expuestos a estrés crónico, un modelo que se ha comparado con el trastorno de estrés postraumático en las personas.
"Tal vez la ansiedad sea algo bueno para la supervivencia --es beneficiosa evolutivamente-- pero el problema aparece cuando en lo que sucede cuando ese sistema se pone en exceso de activación. Eso es cuando se vuelve problemático", dice Godbout. Sheridan añade: "Estamos comenzando a reconstruir más detalles sobre la comunicación bidireccional entre el cerebro y el cuerpo y el cuerpo y el cerebro".