MADRID, 3 Nov. (EUROPA PRESS) -
La psicóloga de bluaU de Sanitas, María Calle, ha advertido que el trastorno afectivo estacional (TAE) "no es una simple melancolía invernal, sino una afección clínica", por lo que "requiere atención y tratamiento".
Con la llegada del otoño y del invierno, el acortamiento de los días se convierte en un fenómeno que no solo modifica el clima, sino que también ejerce una profunda influencia en el bienestar emocional y mental. A medida que los días se vuelven más cortos y las noches más largas, ciertas personas experimentan cambios significativos en su estado de ánimo y energía. Este fenómeno es conocido como trastorno afectivo estacional.
"Los síntomas del trastorno afectivo estacional incluyen tristeza persistente, fatiga abrumadora, cambios en el apetito, dificultad para concentrarse, aislamiento social y alteraciones en el sueño, todos relacionados con la disminución de la luz solar de los meses de otoño e invierno. Estos signos impactan especialmente en la vida cotidiana y las relaciones personales", ha añadido Calle.
El TAE es un desorden que, acorde al National Institutes of Health, afecta a entre el 1 y el 10 por ciento de la población y se caracteriza por la aparición de síntomas de depresión que tienden a repetirse de manera estacional, de forma cíclica, y que remiten en la primavera o el verano, y de forma más frecuente que episodios depresivos previos que pueda haber tenido la persona.
Con el objetivo de prevenir o reducir las consecuencias de este trastorno, los expertos recomiendan la exposición a la luz solar. Aprovechar al máximo la luz natural durante los días de invierno, así como pasar tiempo al aire libre durante el día, abriendo las cortinas y persianas cuando se esté en el hogar para dejar entrar la luz.
Asimismo, aconsejan mantener una rutina de actividad física regular, ya que con ello se generan endorfinas y se mejora la salud física, teniendo un efecto directo en el bienestar emocional.
Los expertos también destacan la importancia de la gestión del estrés. Las técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda, son buenas opciones para reducir el estrés, ya que éste puede recrudecer los signos de este trastorno.
Además, es importante eludir el aislamiento social y conservar el contacto con amigos y familiares. Para ello, es interesante participar en reuniones sociales que ayuden a contrarrestar la tendencia a la incomunicación.
La planificación de proyectos es otro de los consejos. Garantizar una agenda ocupada con actividades disfrutables y establecer metas alcanzables para los meses de invierno mejora el sentido de propósito y previene la apatía.
Por último, los expertos aconsejan la terapia de luz y terapia cognitivo-conductual. En último lugar, si se experimentan indicios significativos de TAE, lo mejor es comentarlo con un profesional de la salud, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta, para que estudie la situación y evalúe la necesidad de comenzar una terapia psicológica (acompañada o no de un tratamiento farmacológico o vitamina D). De forma específica, puede emplearse la fototerapia, que consiste en el uso de una lámpara de terapia de luz, que emite luz brillante y artificial que imita la luz solar; o la terapia cognitivo-conductual, que se centra en identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos o irracionales y comportamientos poco saludables. Ambas pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los afectados.