MADRID, 25 Oct. (EUROPA PRESS) -
Añadir la radioterapia a la terapia sistémica para pacientes con cáncer de hígado avanzado puede prolongar la supervivencia global y retrasar la progresión del tumor sin comprometer la calidad de vida de los pacientes, según muestra el ensayo clínico aleatorio de fase III NRG Oncology/RTOG 1112 presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica (ASTRO).
Los resultados indican que la radioterapia debería ser una opción de tratamiento estándar para los pacientes con cáncer de hígado que no son elegibles para la resección y otras terapias estándar local-regionales, señalan sus autores.
"Añadir la radioterapia a la terapia sistémica retrasó la progresión del tumor y alargó la supervivencia, sin un aumento de los efectos secundarios. En todos los aspectos, la combinación de radioterapia y sorafenib parece más eficaz que el fármaco por sí solo", asegura la doctora Laura A. Dawson, autora principal del estudio, además de profesora de radiooncología en la Universidad de Toronto (Canadá) y radiooncóloga en ejercicio en el Princess Margaret Cancer Centre/University Health Network de Toronto.
Los cánceres de hígado se encuentran entre los más diagnosticados y son la tercera causa de muerte por cáncer en todo el mundo. Las tasas de incidencia del carcinoma hepatocelular (CHC) aumentan al igual que las tasas de mortalidad a pesar de la creciente disponibilidad de cribados y de la mejora de los tratamientos para las enfermedades que aumentan el riesgo de cáncer de hígado.
El tratamiento sistémico es el estándar de atención para los pacientes con CHC que no son elegibles para la resección quirúrgica u otras terapias invasivas, pero un número creciente de estudios sugiere un beneficio de la radioterapia para estos pacientes. El ensayo dirigido por la doctora Dawson es el primer estudio norteamericano aleatorio centrado específicamente en el papel de la radioterapia para estos pacientes.
Los participantes en el ensayo fueron 193 pacientes (177 elegibles para los análisis) con CHC avanzado nuevo o recurrente que no eran elegibles para la resección quirúrgica u otras terapias estándar locales o regionales debido a factores clínicos subyacentes o porque su cáncer había regresado después de la terapia estándar. La mayoría de los pacientes tenían invasión de su cáncer en la vasculatura hepática (un factor de mal pronóstico), y un pequeño número tenía metástasis fuera del hígado. La mediana de edad era de 66 años (rango 27-84).
Los participantes en el ensayo fueron asignados al azar en 23 centros de Estados Unidos y Canadá para recibir sorafenib solo o radioterapia corporal estereotáctica (RCET) seguida de sorafenib. El sorafenib era el tratamiento sistémico estándar cuando se inició el estudio. La RCET se administró en cinco fracciones a lo largo de cinco a diez días, con dosis totales de entre 27,5 y 50Gy, individualizadas para cada paciente en función de factores clínicos.
La supervivencia global fue mayor en los pacientes que recibieron una combinación de RCET y sorafenib, en comparación con los que recibieron sorafenib solo (15,8 frente a 12,3 meses). La diferencia fue estadísticamente significativa tras controlar los factores de pronóstico clínico, como el estado de rendimiento y el grado de invasión vascular.
"Fue un poco ambicioso diseñar un estudio con la supervivencia global como criterio de valoración principal, pero cuando diseñamos el ensayo, las terapias sistémicas disponibles para estos pacientes eran limitadas, y teníamos fuertes indicios de investigaciones anteriores de que añadir la RCET al sorafenib debería mejorar el control del tumor y conducir a una mayor supervivencia", señala Dawson.
"Ahora podemos afirmar sin lugar a dudas que la radioterapia es un tratamiento eficaz para los pacientes con cáncer de hígado irresecable --subraya--. Los resultados fueron mejores para los pacientes tratados con RCET, a pesar del retraso previsto en el inicio de sorafenib".
La supervivencia sin progresión mejoró con la adición de RCET, de 5,5 meses con sorafenib solo a 9,2 meses con la terapia combinada. Los pacientes del brazo de la combinación también tuvieron intervalos más largos antes de que sus cánceres progresaran (18,5 frente a 9,5 meses).
Los efectos secundarios relacionados con el tratamiento no fueron significativamente diferentes entre los grupos de tratamiento. El 42% de los pacientes del brazo de sorafenib y el 47% de los pacientes del brazo de RCET/sorafenib experimentaron efectos secundarios graves (es decir, de grado 3 o superior), y hubo una muerte relacionada con el tratamiento, en el brazo de sólo sorafenib.
Aunque el estudio se diseñó para hacer un seguimiento de los pacientes durante cinco años, la doctora Dawson asegura que sigue viendo beneficios a más largo plazo en su clínica. "Algunos pacientes que se sometieron a la RCET en el ensayo siguen volviendo a mi clínica más de cinco años después de ser tratados y les va muy bien", comenta.
El estudio se cerró a la acumulación antes de lo esperado, debido principalmente a un cambio en el tratamiento sistémico estándar para el CHC avanzado. Antes de 2016, el sorafenib era el único tratamiento de primera línea aprobado por la FDA para la enfermedad, pero desde entonces, varios fármacos moleculares dirigidos y, más recientemente, los inhibidores del punto de control inmunológico se han adoptado en el estándar de atención.
La doctora Dawson espera que los resultados susciten un mayor interés en futuros ensayos clínicos para estudiar el beneficio de la radioterapia combinada con los nuevos tratamientos farmacológicos. "Hay un número creciente de estudios preclínicos y clínicos iniciales que sugieren que la SBRT puede ser sinérgica con la inmunoterapia, con algo más que un beneficio aditivo para los pacientes", señala.
Otras cuestiones pendientes son la dosis y la secuencia óptimas de la radioterapia con diferentes terapias, así como el beneficio potencial de la radiación sola para los pacientes que no son elegibles para las terapias estándar.