MADRID, 15 Sep. (EUROPA PRESS) -
Los expertos apuntan a la necesidad de anticiparse al edema macular diabético (EMD) y a sus estadios más graves para conservar la visión y ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes, ya que de otro modo la enfermedad puede desembocar en ceguera irreversible.
Esta fue una de las conclusiones del Simposio 'Management of Diabetic Macular Edema: Bridging the real-world efficacy gap", celebrado en el marco del 22 Congreso de EURETINA que este año ha tenido lugar en Hamburgo (Alemania), que contó con la presencia del doctor Javier Zarranz-Ventura, especialista en Oftalmología en el Hospital Clínic de Barcelona, y la doctora Patricia Udaondo, facultativa del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario y Politécnico La Fe y codirectora de la Clínica Aiken en Valencia.
El EMD es una patología ocular que aparece como consecuencia de los cambios metabólicos secundarios provocados por el mal control de la glucemia en personas con diabetes. En el curso de la enfermedad, la mácula, -la parte de la retina responsable de la visión central y de los detalles- se inflama y acumula líquido. Esta es una de las causas por las que el EMD es la primera causa de pérdida visual en pacientes diabéticosi.
Aproximadamente el 7,6% de los pacientes con diabetes en el mundo padecen EMD4. Esto se traduce en que, en España, cerca de 300.000 personas sufren esta patologíaii, que puede desembocar en ceguera irreversible si no se trata. El objetivo de los tratamientos del EMD es evitar el deterioro de la mácula, reduciendo el edema antes de que este se cronifique y el daño sea irreversible, han señalado expertos en un encuentro posterior organizado por AbbVie España.
"La cronicidad del EMD aumenta el componente inflamatorio del edema. Una correcta elección del tratamiento en el momento adecuado, que tenga precisamente en cuenta dicho componente, incrementa la probabilidad de conseguir una mayor ganancia visual", afirma el doctor Zarranz-Ventura. La forma de lograrlo pasa por conocer, con exactitud, en qué momento de la enfermedad se encuentra el paciente.
Actualmente, existen biomarcadores que podrían ayudar a distinguir los EMD en los que la inflamación juega un papel preponderante, y que por tanto son predictores de la buena respuesta a los fármacos antiinflamatorios de uso intravítreo. Para detectarlos, es necesario el uso de la tomografía de coherencia óptica (OCT). "Podemos clasificar los EMD según su cronicidad basándonos en biomarcadores detectados a través de pruebas de OCT", explica la doctora Udaondo.
Además, estudios recientes señalan que los pacientes tratados con el implante intravítreo de dexametasona, a 12 meses de seguimiento, ganan la misma visión con menos inyecciones que los tratados con antiangiogénico. Es por ello que durante la reunión se apuntó al uso del implante intravítreo de dexametasona ('Ozurdex') como primera opción terapéutica en determinados perfiles de pacientes.
"Los consensos y algoritmos recomiendan el uso del implante intravítreo de dexametasona en pacientes con biomarcadores inflamatorios", ha asegurado la doctora Udaondo durante la reunión.