MADRID, 27 Jun. (EDIZIONES) -
Bastan cinco minutos en el agua para la que las yemas de los dedos y las palmas de las manos se arruguen, al contrario de lo que sucede en el resto del cuerpo. Una circunstancia que ha suscitado desde hace muchos años el interés de la comunidad científica y que, todavía, no se puede explicar al cien por cien.
Y es que, según recoge la BBC, algunos piensan que se trata de una reacción bioquímica, un proceso osmótico que hace que el agua arroje una serie de componentes de la piel, provocando que los dedos y palmas de pies y manos se queden resecos y arrugados. Sin embargo, se ha demostrado que los dedos 'arrugados' son una señal del sistema nervioso intacto, ya que cuando se eliminan ciertos nervios no se producen las arrugas.
Ante esto, la teoría que más fuerza ha adquirido en los últimos tiempos es el de la adaptación al medio, es decir, que la piel en estas partes se arruga para tener un mejor agarre en el medio acuático. En este sentido, el neurobiólogo del Instituto de Investigación sobre Inteligencia Artificial 2Ai Labs, Mark Changizi, realizó un estudio en 2011 que mostró que los dedos arrugados actúan como bandas de rodamiento, canalizando el agua fuera de los dedos de manos y pies cuando se mojan, permitiendo así mantener la capacidad de agarre.
"Al presionar la yema del dedo en una superficie húmeda, se exprime el líquido de debajo del dedo a través de los canales y, al terminar este singular flujo pulsátil, toda la piel del dedo entre en contacto con la superficie", han explicado los investigadores.
COGER OBJETIVOS PEQUEÑOS Y PESADOS
Años más tarde, en 2013, un equipo de neurocientíficos británicos arrojó más luz sobre la teoría de la adaptación, mostrando, tras analizar a 20 personas, que los dedos se arrugan para facilitar también la manipulación de objetos.
No obstante, en 2014 un estudio similar dirigido por expertos alemanes contradijo estos datos, al comprobar, en un grupo de 40 personas, la inexistencia de diferencias significativas en las habilidades para manipular pequeños objetivos teniendo los dedos arrugados o lisos.
Por todo ello, el investigador Changizi ha asegurado que la reacción de la piel de arrugarse no es tanto para manipular pequeños objetos como sí para adecuar el peso corporal y adaptarse en cierta medida al agua. "Habría que realizar nuevas investigaciones para poner a prueba la piel cuando se manipula objetos pesados y no pequeños", ha zanjado.