MADRID 15 Jun. (EUROPA PRESS) -
La artrosis de rodilla es una causa frecuente de dolor y rigidez articular y, aunque se sabe que la actividad física alivia los síntomas, sólo una de cada 10 personas hace ejercicio con regularidad.
Un nuevo estudio de la Universidad de Australia Meridional, pionero en el mundo, centrado en comprender qué contribuye a la inactividad de los pacientes, ha descubierto que las personas con artrosis de rodilla creen inconscientemente que la actividad puede ser peligrosa para su enfermedad, a pesar de que los consejos médicos les digan lo contrario.
El estudio reveló que, de los encuestados, el 69% de las personas con dolor de rodilla tenían creencias implícitas más fuertes de que el ejercicio era peligroso que la media de las personas sin dolor.
Se trata de un hallazgo interesante que no sólo pone de relieve la naturaleza conflictiva del dolor y el ejercicio, sino también que lo que la gente dice y lo que la gente piensa, en el fondo, pueden ser cosas totalmente distintas.
Brian Pulling, investigador principal y doctorando de la UniSA en el SAHMRI, afirma que la investigación proporciona información valiosa para los médicos que tratan a personas con artrosis de rodilla.
"Las investigaciones demuestran que la actividad física es beneficiosa para las personas con artrosis de rodilla, pero la mayoría de ellas no se mueven lo suficiente para mantener la salud general o de las articulaciones", afirma Pulling.
"Para entender por qué las personas con artrosis de rodilla pueden no ser activas, los estudios de investigación suelen utilizar cuestionarios para evaluar el miedo a moverse --explica--. Pero, por desgracia, los cuestionarios son limitados: lo que sentimos en el fondo (y cómo reacciona de forma natural nuestro sistema ante algo amenazador) puede ser distinto de lo que declaramos. Y aún sabemos que mucha gente evita el ejercicio, así que queríamos saber por qué".
Para evaluar esto, los investigadores desarrollaron una herramienta que puede detectar y evaluar las creencias implícitas de las personas sobre el ejercicio; es decir, si piensan inconscientemente que la actividad es peligrosa para su estado.
"Descubrimos que incluso entre quienes decían no tener miedo al ejercicio, mantenían creencias inconscientes de que el movimiento era peligroso --señala Pulling--. Nuestra investigación demuestra que las personas tienen creencias complicadas sobre el ejercicio, y que a veces dicen una cosa si se les pregunta directamente y, sin embargo, mantienen una creencia implícita completamente distinta".
"Las personas no son conscientes de que lo que dicen no coincide con lo que eligen en la nueva tarea; no están tergiversando sus creencias", añade.
Así, destaca que "esta investigación sugiere que para comprender plenamente lo que alguien siente sobre una actividad, debemos ir más allá de preguntar directamente, porque sus creencias implícitas a veces pueden ser un mejor predictor del comportamiento real que lo que la gente informa. Ahí es donde nuestra herramienta resulta útil".
La profesora asociada Tasha Stanton afirma que la nueva herramienta tiene el potencial de identificar a un grupo de personas que pueden tener dificultades para aumentar sus niveles de actividad y realizar ejercicio. "Lo que la gente dice y lo que la gente hace suelen ser dos cosas distintas", afirma.
"Disponer de información más precisa y perspicaz ayudará a los profesionales sanitarios a ayudar mejor a sus pacientes a realizar actividades y ejercicio físico. También puede abrir oportunidades para la educación científica sobre el dolor, la terapia basada en la exposición o la terapia funcional cognitiva... cosas que normalmente no se tendrían en cuenta para alguien que dijera que no le asusta hacer ejercicio".
Los investigadores intentan ahora ver si las creencias implícitas están directamente asociadas al comportamiento y para ello piden a la gente que complete el Test de Asociación Implícita (dura siete minutos). Al final de la prueba se dan a los participantes sus resultados en comparación con el resto de la población.