Así afecta la contaminación del aire a la salud cerebral en adultos mayores

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Actualizado: lunes, 7 abril 2025 10:04

MADRID, 7 Abr. (EDIZIONES) -

   La calidad del aire que respiramos no solo influye en nuestra salud pulmonar y cardiovascular, sino que también puede tener efectos significativos en el funcionamiento del cerebro, especialmente en personas mayores. Un reciente estudio realizado por la University College de Londres (Reino Unido) ha revelado una preocupante relación entre la contaminación del aire y el deterioro cognitivo en adultos mayores en Inglaterra.

NO2 Y PM 2.5: LOS CONTAMINANTES MÁS DAÑINOS PARA EL CEREBRO

   La investigación, publicada en 'The Journals of Gerontology: Series A', encontró que la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) y a las partículas finas (PM 2.5) está vinculada a puntuaciones más bajas en capacidades cognitivas clave, en particular en las habilidades lingüísticas.

   El NO2 entra a la atmósfera principalmente a través de la combustión de combustibles, proveniente de las emisiones de vehículos como automóviles, camiones y autobuses, así como de centrales eléctricas y maquinaria todoterreno. La contaminación por PM 2.5 en el aire exterior suele provenir de la combustión de gasolina, petróleo, diésel o madera, y consiste en partículas diminutas que pueden inhalarse profundamente.

ANÁLISIS A LARGO PLAZO DE LA EXPOSICIÓN AL AIRE CONTAMINADO

   Los investigadores analizaron datos de 1.127 adultos de 65 años o más que participaron en el Protocolo de evaluación cognitiva armonizado ELSA (ELSA-HCAP) en 2018. El equipo examinó la exposición a la contaminación del aire durante un período de ocho a diez años (2008-2017) y evaluó la memoria, la función ejecutiva (es decir, hacer planes, resolver problemas y adaptarse a nuevas situaciones), el lenguaje y la función cognitiva general de los participantes.

   Los participantes completaron una variedad de evaluaciones de memoria neurocognitiva bien establecidas, como la "Prueba de memoria de East Boston" y la "Escala de memoria de Wechsler", junto con tareas de recuperación inmediata y diferida, conteo hacia atrás y dibujo de formas.

Los resultados mostraron que las personas que residen en zonas con los niveles más altos de NO2 y PM 2,5 obtuvieron peores resultados en las pruebas cognitivas que quienes viven en zonas con niveles de contaminación promedio. La evidencia más contundente de asociación se observó en las habilidades lingüísticas, ya que las personas de las zonas más contaminadas obtuvieron puntuaciones en el tercio inferior de las pruebas cognitivas realizadas.

   El estudio también reveló que las diferentes fuentes de contaminación atmosférica tienen distintos efectos en la salud cognitiva. Por ejemplo, la contaminación procedente de las industrias, la calefacción doméstica y la combustión de combustibles (como el carbón y el petróleo) se asoció estrechamente con un menor rendimiento lingüístico (es decir, la capacidad de acceder y producir palabras rápidamente).

POSIBLE VÍNCULO ENTRE LA CONTAMINACIÓN Y EL DAÑO AL LÓBULO TEMPORAL

   Los autores no analizaron las razones de sus hallazgos, pero sugieren que esto podría deberse a que una mayor exposición a la contaminación atmosférica se asocia más fuertemente con el deterioro del lóbulo temporal (la parte del cerebro esencial para el lenguaje y la fluidez semántica). Se necesita más investigación para comprender estos vínculos.

   El autor principal, el doctor Giorgio Di Gessa (Epidemiología y Salud de la UCL), resume que el estudio demuestra que la contaminación del aire no solo es perjudicial para los pulmones y el corazón, sino también para la salud cerebral, especialmente cuando las personas están expuestas a niveles elevados durante períodos prolongados. "Los vínculos más consistentes que encontramos fueron con la capacidad lingüística, lo que puede indicar que ciertos contaminantes tienen un efecto específico en procesos cognitivos particulares", añade.

   En consecuencia, los investigadores instan a los responsables de las políticas a fortalecer las regulaciones de calidad del aire, particularmente en áreas donde los niveles de contaminación siguen siendo altos, para ayudar a proteger la salud del cerebro a medida que la población envejece.

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