MADRID 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Brigham and Boston Medical Center, en Estados Unidos, han descubierto que los diferentes tipos de daño renal están asociados con las probabilidades de desarrollar y morir por enfermedad cardiaca, según publican en la revista 'JAMA Cardiology'.
La enfermedad renal crónica (ERC) es un factor de riesgo independiente de cardiopatías, como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares o insuficiencia cardiaca. El nuevo estudio analizó esta relación con mayor detalle examinando tejido renal recogido durante biopsias clínicamente indicadas y describe asociaciones entre distintos tipos de lesiones renales, marcadores de progresión de la ERC y cardiopatías en 597 adultos sin antecedentes de cardiopatías de la Cohorte de Biopsias Renales de Boston.
"Los riñones y el corazón son órganos que hablan entre sí amplia y directamente --explica el autor principal Leo F. Buckley, PharmD, del Departamento de Farmacia del Brigham--. Nuestro estudio ayuda a ilustrar con mayor claridad cómo el propio riñón se relaciona con el corazón. Estudiamos esto directamente observando un trozo de tejido recogido del riñón para ver si las lesiones en él se asocian con diferentes tipos de enfermedad cardíaca".
La asociación entre las lesiones de la biopsia de enfermedad renal y el riesgo de cardiopatía y muerte no se ha estudiado en el pasado fuera de pequeños estudios de cohortes.
Estos estudios previos también se basaban en medidas tradicionales de la enfermedad renal, como la tasa de filtración glomerular estimada (eGFR), que cuantifica lo bien que funciona el riñón, o la albuminuria, la cantidad de proteínas en la orina como resultado del daño renal. El uso de la información de la biopsia proporcionó más información sobre la relación entre la enfermedad renal y la cardiopatía, además de la información proporcionada por la TFGe y la albuminuria.
"Hace años que sabemos que los pacientes con insuficiencia renal corren un alto riesgo de morir de cardiopatía y que los pacientes con cardiopatía suelen tener una disfunción renal subyacente --señala el autor principal Sushrut Waikar, Jefe de Nefrología en el Centro Médico de Boston y Profesor de Medicina en la Universidad de Boston--. Nuestro estudio trató de comprender esta relación bidireccional observando directamente las anomalías renales bajo el microscopio de patólogos expertos y relacionándolas con importantes resultados clínicos importantes para nuestros pacientes".
Para llevar a cabo su estudio, Buckley, Waikar y sus colegas utilizaron tejido recogido de la Cohorte de Biopsias Renales de Boston, que incluye muestras proporcionadas por tres hospitales de Boston: Massachusetts General, Brigham and Women's Hospital y Beth Israel Deaconess Medical Center.
Dos patólogos renales, desconocedores del diagnóstico original de la biopsia, proporcionaron puntuaciones semicuantitativas de las anomalías del riñón observadas al microscopio. A continuación, estos hallazgos se analizaron junto con el diagnóstico clinicopatológico de ERC de las historias clínicas de los pacientes. Dos investigadores también identificaron episodios cardiovasculares mediante una revisión retrospectiva de todos los pacientes hospitalizados y ambulatorios y de sus historias clínicas.
Así descubrieron que, durante una media de 5,5 años de seguimiento, 126 participantes sufrieron eventos cardiovasculares adversos graves, como insuficiencia cardiaca, ictus, infarto de miocardio y muerte. Destacaron dos anomalías anatómicas renales: la acumulación excesiva de sustancias en el mesangio de la unidad de filtración renal ("expansión mesangial") y el engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos pequeños ("esclerosis arteriolar") se relacionaron con un mayor riesgo de cardiopatía.
Además, las personas con diagnóstico de enfermedad renal vascular, diagnóstico de enfermedad renal diabética o mayor gravedad de las lesiones renales crónicas se asociaron a un mayor riesgo de eventos cardiovasculares.
"Descubrimos que las personas que padecían una diabetes lo bastante grave y prolongada como para provocar lesiones renales también presentaban un riesgo elevado de cardiopatía --afirma Buckley--. Realmente relacionamos el corazón, los riñones y la diabetes".
Estas asociaciones eran independientes de otros factores de riesgo clínicos, como la hipertensión arterial y la diabetes, así como de la medida tradicional de la filtración renal, el eGFR y la proteinuria, o niveles de proteínas en la orina. El FGe se calculó utilizando la ecuación basada en la creatinina y dependiente de la raza.
"Nuestro propósito no era abordar de frente la cuestión de la raza y la función renal, pero nuestros hallazgos ilustran los problemas asociados a las ecuaciones basadas en la raza --apunta Buckley--. Sorteamos los problemas de la TFGe y vamos directamente a los riñones. En lugar de estimar el funcionamiento de los riñones de un paciente en función de su edad, sexo y raza, nos limitamos a examinar sus riñones e identificar los daños que presentan".
Los investigadores precisan que se necesitan estudios futuros para desentrañar las conexiones específicas entre riñón y corazón que dan lugar a la expansión mesangial y la esclerosis arteriolar y examinar si las lesiones renales pueden ser objeto de tratamiento terapéutico para reducir el riesgo de cardiopatía.
"No estudiamos específicamente si la gente debería hacerse una biopsia o no, pero cuando un médico ya ha decidido hacer la biopsia, nuestros resultados podrían proporcionar un marco para interpretar los resultados en términos del riesgo de enfermedad cardiaca de los pacientes --explica Buckley--. Cuando los médicos están considerando la gestión de la enfermedad renal, también podrían estar pensando en la enfermedad cardíaca del paciente".