MADRID 20 Dic. (EUROPA PRESS) -
Para los preadolescentes, las probabilidades de desarrollar trastorno obsesivo compulsivo (TOC) durante un período de dos años aumentaron en un 13% por cada hora que jugaban a videojuegos y en un 11% por cada hora que veían vídeos, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California San Francisco (Estados Unidos) y publicado en el 'Journal of Adolescent Health'.
"Los niños que pasan un tiempo excesivo jugando a videojuegos dicen sentir la necesidad de jugar cada vez más y ser incapaces de parar a pesar de intentarlo --afirma el doctor Jason Nagata, autor principal del estudio y profesor adjunto de pediatría en la UCSF--. Los pensamientos intrusivos sobre el contenido de los videojuegos podrían convertirse en obsesiones o compulsiones".
Ver vídeos, también, puede permitir la visualización compulsiva de contenidos similares, y los algoritmos y los anuncios pueden exacerbar ese comportamiento, alerta.
El TOC es un trastorno mental que implica pensamientos recurrentes y no deseados, así como comportamientos repetitivos que una persona se siente impulsada a realizar. Estos pensamientos y comportamientos intrusivos pueden llegar a incapacitar gravemente a quienes los padecen y a sus allegados.
"Las adicciones a las pantallas están asociadas a la compulsividad y a la pérdida de control del comportamiento, que son síntomas básicos del TOC", afirma Nagata.
Los investigadores preguntaron a 9.204 preadolescentes de entre 9 y 10 años cuánto tiempo pasaban en diferentes tipos de plataformas; la media fue de 3,9 horas al día. Dos años después, los investigadores preguntaron a sus cuidadores sobre los síntomas y diagnósticos del TOC. Se excluyó el uso de pantallas con fines educativos.
A los dos años, el 4,4% de los preadolescentes había desarrollado un nuevo TOC. Los videojuegos y los vídeos en streaming estaban relacionados con un mayor riesgo de desarrollar TOC. Los mensajes de texto, los chats de vídeo y las redes sociales no se relacionaron individualmente con el TOC, pero esto puede deberse a que los preadolescentes de la muestra no los utilizaban mucho, según los investigadores. Añadieron que los resultados podrían diferir en los adolescentes de más edad.
En julio, Nagata y sus colegas descubrieron que el tiempo excesivo frente a la pantalla estaba relacionado con los trastornos de conducta perturbadora en niños de 9 a 11 años, aunque las redes sociales fueron las que más contribuyeron en ese caso. En 2021, descubrieron que el tiempo de pantalla de los adolescentes se había duplicado durante la pandemia.
"Aunque el tiempo de pantalla puede tener importantes beneficios, como la educación y una mayor socialización, los padres deben ser conscientes de los riesgos potenciales, especialmente para la salud mental --advierte Nagata--. Las familias pueden desarrollar un plan de uso de los medios de comunicación que podría incluir tiempos libres de pantalla, incluso antes de acostarse".