MADRID 30 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo análisis muestra que, en comparación con los países europeos de ingresos altos similares, Estados Unidos sigue teniendo tasas de mortalidad sustancialmente más altas en todas las edades excepto en las más avanzadas, lo que se traduce en un mayor "exceso de muertes", y esta diferencia aumentó durante la pandemia de COVID-19, según publican sus autores en la revista de acceso abierto 'PLOS ONE'.
El cálculo de las tasas de mortalidad excesiva puede ser útil para comparar la mortalidad entre distintos países o subpoblaciones, así como antes y después del inicio de una crisis sanitaria. Investigaciones anteriores han documentado un aumento sustancial de la brecha de mortalidad entre Estados Unidos y cinco países europeos de renta alta entre 2000 y 2017. Cada vez hay más pruebas de que, en comparación con esos países, Estados Unidos ha experimentado una mortalidad COVID-19 aún mayor durante la pandemia.
Basándose en esos estudios anteriores, Patrick Heuveline, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), calculó el exceso de tasas de mortalidad en Estados Unidos en relación con los mismos cinco países --Inglaterra y Gales, Francia, Alemania, Italia y España-- entre 2017 y 2021. Los cálculos tienen en cuenta los diferentes tamaños de población entre los países.
Heuveline descubrió que el número de muertes excesivas entre Estados Unidos y los cinco países europeos aumentó efectivamente entre 2017 y 2021, y que la mortalidad por COVID-19 contribuyó a este aumento. Entre 2019 y 2021, el número anual de muertes excesivas en Estados Unidos casi se duplicó, sin embargo, el 45 por ciento de este aumento se debió a causas distintas de COVID-19.
En 2021, el 25 por ciento de todas las muertes en exceso en Estados Unidos se atribuyeron al COVID-19, lo que representa 223,266 muertes de un total de 892.491 muertes en exceso por cualquier causa.
Se necesitarán más investigaciones para identificar las razones subyacentes específicas de cómo, exactamente, la pandemia de COVID-19 ayudó a impulsar la creciente brecha de exceso de muertes entre Estados Unidos y Europa. Por ejemplo, sugiere Heuveline, esa investigación podría explorar las diferencias en las tasas de vacunación o las condiciones sociales que tienen un impacto desproporcionado en las poblaciones minoritarias.
Heuveline añade que "la brecha de mortalidad se amplió durante la pandemia, pero no sólo debido a la gestión estadounidense de la crisis de mortalidad por COVID-19. También siguió aumentando el número crónico de muertes excesivas por causas distintas del COVID-19 --asegura--, lo que demuestra aún más el fracaso de la política sanitaria estadounidense a la hora de integrar las dimensiones sociales, psicológicas y económicas de la salud, desde una débil red de seguridad social y la falta de acceso a la atención sanitaria para todos hasta los malos comportamientos en materia de salud".