MADRID, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -
Una red nacional de investigación dirigida por Joseph Piven, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte (UNC, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, encontró que muchos niños con diagnóstico de autismo a los dos años de edad tenían una cantidad sustancialmente mayor de líquido cefalorraquídeo extra-axial (LCR) a los seis y 12 meses de edad, antes de que el diagnóstico fuera posible. También encontraron que cuanto más LCR presentaban a los seis meses --medido a través de resonancias magnéticas-- más graves eran los síntomas del autismo a los 2 años de edad.
"El LCR es fácil de ver en las resonancias magnéticas convencionales y apunta a un potencial biomarcador del autismo antes de que los síntomas aparezcan años más tarde", afirma Piven, coautor principal del estudio, profesor de Psiquiatría y director del Instituto Carolina para Discapacidades del Desarrollo (CIDD, por sus siglas en inglés). "También pensamos que este hallazgo proporciona un potencial objetivo terapéutico para un subconjunto de personas con autismo", añade.
Los hallazgos, publicados en 'Biological Psychiatry', indican que el flujo de LCR defectuoso es una de las posibles causas del autismo para un gran subconjunto de personas. "Sabemos que el LCR es muy importante para la salud del cerebro y nuestros datos sugieren que en este gran subconjunto de niños, el fluido no fluye correctamente --detalla Mark Shen, investigador postdoctoral del CIDD y primer autor del estudio--. No esperamos que exista un solo mecanismo que explique la causa de la enfermedad para cada niño, pero creemos que el flujo incorrecto de LCR podría ser un mecanismo importante".
Hasta la última década, las comunidades científicas y médicas consideraban el LCR como una simple capa protectora de líquido entre el cerebro y el cráneo, no necesariamente importante para el desarrollo adecuado del cerebro y el comportamiento sano. Pero los científicos descubrieron entonces que el LCR actuaba como un sistema de filtración crucial para subproductos del metabolismo cerebral.
Cada día, las células del cerebro se comunican entre sí y estas comunicaciones hacen que las células cerebrales secreten continuamente subproductos, como las proteínas inflamatorias que deben filtrarse varias veces al día. El LCR se encarga de esto, y luego se rellena con LCR fresco cuatro veces al día en bebés y adultos.
En 2013, Shen codirigió un estudio de LCR en niños en la Universidad de California (UC) Davis, Estados Unidos, donde él trabajó con David Amaral, coautor principal del estudio actual de 'Biological Psychiatry'. Usando resonancias magnéticas, encontraron volúmenes sustancialmente mayores de LCR en los bebés que pasaron a desarrollar autismo. Pero advirtieron que el estudio era pequeño --incluía a 55 bebés, diez de los cuales desarrollaron autismo más tarde_y, por lo tanto, debía replicarse en un análisis más amplio de bebés.
Cuando llegó a UNC, Shen se asoció con Piven y colegas del 'Infant Brain Imaging Study' (IBIS), una red de sitios de evaluación clínica de autismo en UNC, la Universidad de Pennsylvania, la Universidad de Washington en St. Louis y la Universidad de Washington, todas ellas en Estados Unidos.
MAYOR CANTIDAD DE LCR, ASOCIADA CON PEORES SÍNTOMAS
En este trabajo más reciente sobre el LCR, los investigadores inscribieron a 343 lactantes, de los cuales 221 estaban en alto riesgo de desarrollar autismo al tener un hermano mayor con el trastorno. Un total de 47 de estos bebés fueron diagnosticados con autismo a los 24 meses y se compararon sus resonancias magnéticas cerebrales con las resonancias magnéticas de otros niños que no fueron diagnosticados con autismo a los 24 meses de edad.
Los niños de seis meses de edad que desarrollaron autismo tuvieron un 18 por ciento más de LCR que los niños de seis meses que no desarrollaron la enfermedad. La cantidad de LCR permaneció elevada a los 12 y 24 meses y los bebés que desarrollaron los síntomas de autismo más severos tuvieron una cantidad aún mayor de LCR, un 24 por ciento superior a los seis meses. Además, las mayores cantidades de LCR a los seis meses se asociaron con habilidades motoras gruesas más pobres, como el control de la cabeza y las extremidades.
"Normalmente, el autismo se diagnostica cuando el niño tiene dos o tres años de edad y comienza a mostrar síntomas de conducta. Actualmente no hay marcadores biológicos tempranos --recuerda David G. Amaral, director de investigación del 'UC Davis MIND Institute'--. Que haya una alteración en la distribución del líquido cefalorraquídeo que podamos ver en las resonancias magnéticas desde los seis meses, es un hallazgo importante".
Los investigadores descubrieron que el aumento de la LCR predijo con casi el 70 por ciento de precisión qué bebés serían diagnosticados con autismo. No es un predictor perfecto del autismo, pero las diferencias del LCR son observables en una resonancia magnética estándar. "En el futuro, este tipo de imágenes del LCR podría ser otra herramienta para ayudar a los pediatras a detectar los riesgos de autismo tan pronto como sea posible", propone Shen.
Piven añade: "Todavía no podemos decir con certeza que el flujo incorrecto de LCR causa autismo. Pero el LCR extra axial es un marcador temprano, un signo de que el LCR no se está filtrando y drenando como debería. Esto es importante porque el flujo inapropiado de LCR puede tener efectos descendentes en el cerebro en desarrollo; podría desempeñar un papel en la aparición de síntomas del autismo".