MADRID 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las bebidas alcohólicas tienden a bajar los niveles de glucosa en sangre (hipoglucemiante) en cualquier persona, pero los diabéticos si lo consumen pueden tener graves daños a la salud, según ha asegurado el doctor adscrito a la Unidad de Medicina Familiar (UMF) número 52 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco (México), Alberto Iram Villa Manzano.
"Hay personas diabéticas que por su propia enfermedad deben tomar medicamentos hipoglucemiantes para normalizar sus niveles de azúcar, y si beben alcohol corren el riesgo de un descenso excesivo de glucosa que los lleva a un estado de coma e incluso a la muerte", ha explicado, para recalcar que una vez en el cuerpo, el alcohol contrarresta la capacidad del hígado para producir nueva glucosa, debido a que las enzimas necesarias para ello se mantienen ocupadas en la degradación del tóxico.
Además, prosigue, las hormonas implicadas en el aumento de glucosa en sangre están disminuidas tras la ingesta de alcohol. Por ello, el paciente con diabetes que bebe alcohol tendrá un riesgo mayor de hipoglucemia muchas horas después de consumirlo.
"ES UNA DROGA DE METABOLISMO CONSTANTE"
"El alcohol es una droga de metabolismo constante, es decir, cuando uno toma, el cuerpo metaboliza entre ocho y 12 mililitros de alcohol por hora, el resto se acumula; si se trata de bebedores ocasionales el problema no es tan grave, pero cuando se acumula por tomar frecuente y abundantemente va causando un daño progresivo, ya que es una de las principales causas de cáncer de boca, de esófago, de intestino y de estómago", ha puntualizado.
Además, el experto ha afirmado que existen otros aspectos a considerar cuando se bebe, los cuales tienen que ver con el género y la edad de la persona. De hecho, la mujer se intoxica más fácilmente que el hombre debido a que cuenta con más tejido adiposo (grasa), en el que el alcohol no es soluble y, por tanto, tarda más en eliminarlo.
Por otra parte, una copa de alcohol duplicará su potencial en una mujer en comparación con el hombre, porque en su estómago hay menos enzimas protectoras (llamadas dehidrogenadas) que descomponen la sustancia etílica.
Tras su ingestión, el alcohol tarda entre uno y dos minutos en llegar a la sangre, donde puede permanecer durante varias horas. Una vez en el torrente sanguíneo se distribuye por todos los órganos del cuerpo humano, afectando de forma especial a cerebro e hígado, el cual cumple la función de transformarlo en otras sustancias inofensivas al organismo.