MADRID, 13 May. (EUROPA PRESS) -
Tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna contra el covid-19 en un esquema estándar de dos dosis son muy eficaces para prevenir las infecciones sintomáticas y la muerte. Pero la inmunidad en todo el mundo sigue siendo baja, en parte debido a las bajas tasas de vacunación.
Cuanto más tiempo se tarde en vacunar eficazmente a la población mundial, mayor será el riesgo de que se desarrollen cepas resistentes a la vacuna. Esto ha llevado a pedir que se dé prioridad a la vacunación con una sola dosis para el mayor número de personas posible, incluso si esto significa retrasar una segunda dosis más allá del plazo estudiado.
La justificación de esto se basa en la suposición de que se puede lograr una protección significativa contra el covid-19 después de una sola dosis de la vacuna, pero esto es objeto de un intenso debate.
Para profundizar en esta cuestión, un equipo de investigadores estadounidenses se propuso medir el impacto de las políticas de vacunación de segunda dosis retrasada en las infecciones, los ingresos hospitalarios y las muertes en comparación con el régimen actual de dos dosis.
Utilizando un modelo de simulación basado en una población de muestra del "mundo real" de 100.000 adultos estadounidenses, ejecutaron una serie de escenarios para predecir las interacciones potencialmente infecciosas en diferentes condiciones durante un período de seis meses.
Entre ellas se incluían distintos niveles de eficacia de la vacuna y tasas de administración, así como distintos supuestos sobre si la vacuna previene la transmisión y los síntomas graves o sólo previene los síntomas graves, incluida la muerte.
También examinaron el impacto de retrasar las segundas dosis para los menores de 65 años, pero no antes de vacunar completamente a los mayores. Los resultados sugieren que, en determinadas condiciones, se puede conseguir una disminución de la mortalidad acumulada, las infecciones y los ingresos hospitalarios cuando se retrasa la segunda dosis de la vacuna.
Concretamente, se observa que retrasar la segunda dosis de la vacuna COVID-19, al menos para los menores de 65 años, podría reducir la mortalidad hasta en un 20%, pero sólo en determinadas condiciones, según un estudio estadounidense publicado por 'The BMJ'.
Estas condiciones incluyen una efectividad de la vacuna de una dosis del 80% o superior y tasas de vacunación del 0,1% al 0,3% de la población por día. Si se dan estas condiciones, los investigadores afirman que la estrategia podría evitar entre 47 y 26 muertes por cada 100.000 personas, respectivamente.
El estudio replicó las simulaciones varias veces y utilizó esos datos para estimar diferentes resultados a nivel de población. Por ejemplo, para una eficacia de la primera dosis del 80% y una tasa de administración diaria de la vacuna del 0,1%, 0,3% y 1% de la población, la mortalidad total estimada por cada 100.000 para la administración retrasada de la segunda dosis frente a la estándar fue de 402 frente a 442, 204 frente a 241 y 86 frente a 50, respectivamente.
Estos resultados sugieren que una estrategia de segunda dosis retrasada es óptima para tasas de vacunación iguales o inferiores al 0,3% de la población por día si la eficacia de la vacuna de una dosis es del 80% o superior.
Además, la estrategia de la segunda dosis retrasada para las personas menores de 65 años funcionó siempre bien en todas las tasas de vacunación probadas, dando lugar a reducciones absolutas de la mortalidad acumulada de hasta un estimado de 48 por 100.000.
Estas dos condiciones parecen razonables si se tiene en cuenta que la estimación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos sobre la eficacia de la primera dosis de la vacuna es del 80% y que sólo un par de países, como Estados Unidos y el Reino Unido, alcanzan una tasa de vacunación cercana al 1%, explican los investigadores.
Reconocen algunas limitaciones del estudio basadas en los supuestos utilizados en el modelo, pero su objetivo era captar la compleja interacción humana relevante que es fundamental en la transmisión del covid-19, en un marco temporal que sea útil para los responsables de la toma de decisiones. Como tal, dicen que estos resultados pueden ser ampliamente informativos para la estrategia de la vacuna contra el covid-19.
"Los responsables de la toma de decisiones tendrán que considerar sus tasas de vacunación locales y sopesar los beneficios de aumentar estas tasas retrasando una segunda dosis frente a los riesgos asociados con la incertidumbre restante en esta estrategia --escriben--. Estas decisiones deberán seguir siendo reevaluadas a medida que se disponga de nuevos datos".