MADRID 24 Jun. (EUROPA PRESS) -
Empezar a alimentar a los bebés y niños pequeños con una dieta de estilo nórdico más baja en proteínas y más centrada en los alimentos de origen vegetal puede ser la clave para conseguir unos hábitos alimentarios más saludables, según una nueva investigación presentada en la 54 Reunión Anual de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN).
Los bebés alimentados con porciones de prueba de la nueva dieta nórdica de frutas, bayas, raíces y verduras, así como con leche materna o de fórmula, a partir de los 4-6 meses de edad, comían casi el doble de verduras (un 46% más), que los alimentados con una dieta convencional, a los 18 meses de edad.
Investigadores de la Universidad de Umea (Suecia), el Centro de Epidemiología del Consejo del Condado de Estocolmo y la Universidad de California (Estados Unidos) realizaron un seguimiento de dos grupos de bebés desde los 4 a los 6 meses hasta los 18 meses, como parte del ensayo OTIS. Participaron 250 bebés y el 82% completó el ensayo.
El estudio descubrió notables diferencias en los hábitos alimentarios de los niños de los dos grupos. Los que seguían la nueva dieta nórdica, a los que se les había proporcionado recetas de comida infantil casera nórdica, productos de alimentación infantil con proteínas reducidas y se les había ofrecido apoyo a los padres a través de las redes sociales, consumían entre un 42 y un 45% más de frutas y verduras a los 12-18 meses de edad, en comparación con los que se alimentaban con la dieta convencional recomendada actualmente por la Agencia Sueca de Alimentación.
Mientras que el consumo de fruta en el grupo convencional se mantuvo, los bebés alimentados con la dieta convencional redujeron su consumo de verduras en un 36% entre los 12 y los 18 meses.
Los bebés alimentados con la dieta nórdica tenían una ingesta media de proteínas entre un 17 y un 29% menor que los alimentados con la dieta convencional a los 12-18 meses de edad. Esto seguía estando dentro de los niveles de ingesta de proteínas recomendados y el recuento general de calorías entre los dos grupos era el mismo.
La reducción de proteínas en el grupo de la dieta nórdica se sustituyó por más hidratos de carbono procedentes de las verduras, no de los cereales, junto con algo de grasa adicional procedente del aceite de colza.
La investigadora principal, Ulrica Johansson, doctora en medicina pediátrica y dietista titulada de la Universidad de Umea (Suecia), afirma que no parecía haber ningún efecto negativo por la reducción de la ingesta de proteínas.
"Una dieta nórdica con proteínas reducidas introducida a los bebés ingenuos a este modelo de alimentación, aumentó la ingesta de frutas, bayas, verduras y raíces, estableciendo un patrón de alimentación preferente que duró un período de 12 meses --explica--. No hubo efectos negativos sobre la duración de la lactancia, el estado del hierro o el crecimiento".
"Una dieta nórdica reducida en proteínas es segura, factible y puede contribuir a una alimentación sostenible y saludable durante la lactancia y la primera infancia", añade.
La novedosa investigación podría allanar el camino para ampliar el espectro de sabores en los bebés y proporcionar potencialmente una estrategia eficaz para inculcar hábitos alimentarios más saludables en los primeros años de vida.
La dieta nórdica tiene una mayor ingesta de frutas, bayas, verduras, hierbas, setas, tubérculos y legumbres de producción regional y estacional, así como de cereales integrales, grasas y aceites vegetales, pescado y huevos, y una menor ingesta de dulces, postres y productos lácteos y cárnicos.
Las frutas típicas de los nórdicos son el arándano rojo, la baya de espino cerval, el arándano rojo, la frambuesa y el arándano azul, así como las verduras ricas en fibra, como el nabo, la remolacha, el colinabo, el apio de raíz, la zanahoria, la chirivía, la col, el brócoli y la col rizada.
El presidente del Comité de Nutrición de la ESPGHAN, el profesor Jiri Bronsky, resalta que los autores de estudio han demostrado un efecto significativo de la dieta en los 12 y 18 meses de edad de los niños.
"El grupo de la dieta nórdica consumió más frutas y verduras y menos proteínas que el grupo de control --subraya--. La dieta nórdica fue bien tolerada y no afectó negativamente al crecimiento del niño ni a la duración de la lactancia. Es importante destacar que esta investigación demuestra que esta dieta es segura, factible y expone a los niños a una variedad de sabores que puede influir en las preferencias alimentarias a largo plazo", concluye.