MADRID, 30 Nov. (EUROPA PRESS) -
Hay diferencias más que palpables en el abordaje de la enfermedad mental en la mujer y en el hombre. Según la Encuesta Nacional de Salud, hay más trastornos de depresión y de ansiedad en las mujeres que en los hombres, en quienes más predomina el trastorno por consumo de alcohol.
"Probablemente se trata de presentaciones diferentes de la misma enfermedad. Los hombres en muchas ocasiones autotratan sus trastornos depresivos con el alcohol; por lo que en muchos casos vemos lo mismo", subraya en una entrevista con Infosalus la especialista en Psiquiatría del Hospital Universitari de la Vall d'Hebrón de Barcelona, la doctora Gemma Parramon Puig, quien precisamente acaba de realizar una ponencia en el último Congreso de Psiquiatría sobre este tema.
Dice que se ve mucho en la práctica clínica la manera en la que las mujeres tienen de manifestar los síntomas, donde sí suelen mencionar sus aspectos emocionales a diferencia de los hombres, que lo expresan menos. "Estos son sesgos que se pueden ir viendo y hacen que las mujeres tengan más un diagnóstico y los hombres otro, pero pueden ser presentaciones diferentes de la misma enfermedad", remarca.
No obstante, esta psiquiatra, que es vicepresidenta de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental, y miembro del grupo de trabajo e investigación de Mujer y Salud Mental de la citada sociedad científica reconoce que cuando se habla de medicina general hay que pensar que toda enfermedad tiene sus influencias biológicas, psicológicas y sociales.
En la esfera de la enfermedad mental señala que el sexo cromosómico también hace que, previsiblemente, las mujeres presenten con mayor frecuencia un tipo de trastornos que otros: "Los factores genéticos y hormonales pesan bastante en la aparición de enfermedades mentales porque sí se ve que hay más incidencia de trastornos afectivos en periodos de fluctuaciones hormonales (embarazo, menopausia, etc)".
Asimismo, habla del estrés y cómo afecta más a la mujer en este escenario, ya que las mujeres siempre tienen una mayor presión en su día a día o condicionantes de salud, si tenemos en cuenta todos los aspectos laborales (su trabajo va a ser menos valorado, o va a trabajar en puestos con menos prestigio), sueldos más bajos, y además todos los prejuicios y mensajes que les van llegando son de menor valoración que en el trabajo del hombre.
"Esto baja la autoestima y causa inseguridad en la mujer. Los mensajes que nos llegan en esta sociedad actual no nos empoderan", apostilla la también profesora asociada de la Universitat Autnoma de Barcelona
Y por su puesto hay que mencionar a la mujer y sus multitareas (casa, hijos, demás familiares y trabajo), un 'trabajo' que se echa casi siempre a sus espaldas por cuestión cultural y social, a pesar de que la corresponsabilidad va cada vez a más, y que obviamente en numerosos casos puede llegar a lastrar su salud mental.
Por otro lado, resalta que una gran cantidad de mujeres con problemas de salud mental llegan a las consultas sin mencionar que son víctimas de la violencia machista, un aspecto que si no se pregunta no sale, y siendo muy importante de cara al desarrollo de patologías de salud mental.
¿LAS MUJERES CONSULTAN MÁS?
La doctora Parramon indica asimismo que los estudios muestran que consultan en el médico más las mujeres que los hombres, "que son más de última hora", mientras que las féminas planifican más e intentan cuidarse más. Eso sí, confiesa que en la práctica clínica no lo tiene tan claro, ya que se ve por ejemplo en muchas ocasiones que la mujer antepone el llevar a sus hijos al pediatra frente a una cita médica, aunque se encuentre fatal y no esté bien.
En cuanto a la toma y adherencia a los tratamientos, Parramon Puig sostiene que probablemente las mujeres se vinculan más a los tratamientos frente a la enfermedad mental porque "son más cumplidoras".
Aquí habla de que hay numerosos estudios que demuestran la calidad de la atención es mejor si la responsable de la misma es una doctora y que estas consiguen mejor adherencia a los tratamientos: "Se ha visto que las mujeres tienen otro estilo en la consulta, dedican más tiempo a los pacientes. Utilizan con más frecuencia un enfoque centrado en el paciente y la toma de decisiones compartidas. Conocen y siguen más las guías clínicas. Y utilizan parte de la visita a prevención y a asesoramiento psicosocial".
En el caso concreto de los psicofármacos, que no actúan de un día para otro, la psiquiatra mantiene que, de acuerdo con los estudios científicos desarrollados, las doctoras suelen iniciar la pauta de los tratamientos de forma más paulatina, de forma que los efectos secundarios serán menores y se logrará así una mayor adherencia a los tratamientos. "Hay estudios que demuestran que la vinculación al tratamiento es mejor si la prescripción la hace una médica que un médico", remarca la experta del Hospital Vall d'Hebron.
LOS ENSAYOS CLÍNICOS DE LOS PSICOFÁRMACOS
Otro aspecto sobre el que la doctora Parramon llama la atención es la historia de los ensayos clínicos de los psicofármacos y el papel de la mujer en los mismos: "Un hecho obviado en la práctica médica al prescribir un tratamiento es que existen diferencias en la eficacia y seguridad de os fármacos según el sexo. Durnte muchos años las mujeres fueron excluidas de los ensayos clínicos, los estudios se realizaban en hombres y se generalizaban al resto de la población".
Recuerda que en los años 60 se produjo el desastre de la talidomida, un fármaco destinado principalmente a las náuseas del embarazo, cuyo resultado fue que nacieron muchísimos bebés con malformaciones en las extremidades.
"Marcó un antes y un después en la inclusión de las mujeres en los ensayos clínicos. A raíz de este desastre se publicó un informe en el que se impedía que las mujeres fértiles participaran en las primeras fases de los ensayos clínicos por el riesgo de embarazo y por el subsiguiente daño al feto. A pesar de que esta recomendación estaba destinada a proteger a los seres humanos, el resultado fue que las mujeres fueron excluidas durante muchos años de la investigación clínica. Esto hizo que el punto de referencia fuera el hombre y no se tengan estudios de eficacia y de seguridad en los que hayan participado mujeres.", advierte la doctora.
Es más, lamenta que tampoco se han continuado con la investigación de fármacos que se presuponían que no eran eficaces en los hombres, pero tampoco se comprobó si lo eran en mujeres, que podían haberlo sido. Al mismo tiempo, dice que se han retirado muchos fármacos por no ser seguros en mujeres, que igual si lo eran en hombres, y además eficaces.
En 1993 apunta que por primera vez la FDA norteamericana recomendó que los ensayos clínicos se realizasen teniendo en cuenta las diferencias de sexo y raciales, que hubiera un número proporcional entre hombres y mujeres, y se analicen en los mismos factores relacionados con las hormonas sexuales y el ciclo menstrual.
Por eso, la psiquiatra considera que no es que las mujeres toleren mal los psicofármacos sino que, previamente, en los ensayos clínicos estos no han sido probados en las mujeres, cuando previsiblemente no necesiten la misma dosis que un hombre blanco, varón, de 80 kilos, en quienes sí se han testado. "Los fármacos no nos sientan igual a todos, ni siquiera en las personas del mismo sexo. En la práctica clínica apenas se tiene en cuenta con lo cual los efectos secundarios en la mujer serán más importantes que en el hombre", remarca Parramon Puig.