MADRID 5 Ago. (EUROPA PRESS) -
Uno de cada ocho adultos (12,7%) infectados por el SARS-CoV-2 experimenta síntomas a largo plazo debido al COVID-19, según sugiere un amplio estudio holandés publicado en la revista 'The Lancet'.
El estudio proporciona una de las primeras comparaciones de los síntomas a largo plazo tras la infección por el SARS-CoV-2 (a menudo denominada "COVID larga") con los síntomas en una población no infectada, además de medir los síntomas en individuos tanto antes como después de la infección por COVID-19.
La inclusión de poblaciones no infectadas permite una predicción más precisa de la prevalencia de los síntomas de la COVID-19 a largo plazo, así como una mejor identificación de los síntomas principales de la COVID larga.
"Existe una necesidad urgente de datos que informen sobre la escala y el alcance de los síntomas a largo plazo que experimentan algunos pacientes tras la enfermedad por COVID-19 --afirma la profesora Judith Rosmalen, de la Universidad de Groninga (Países Bajos) y,autora principal del estudio--. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones anteriores sobre la COVID prolongada no han analizado la frecuencia de estos síntomas en personas que no han sido diagnosticadas de COVID-19 ni han analizado los síntomas individuales de los pacientes antes del diagnóstico de COVID-19".
Su estudio examina los síntomas más frecuentemente asociados a la COVID larga, incluidos los problemas respiratorios, la fatiga y la pérdida del gusto y/o el olfato, tanto antes del diagnóstico de la COVID-19 como en personas que no han sido diagnosticadas de la misma.
"Este método nos permite tener en cuenta los síntomas preexistentes y los síntomas en personas no infectadas para ofrecer una definición de trabajo mejorada para la COVID-19 larga y proporcionar una estimación fiable de la probabilidad de que la COVID-19 larga se produzca en la población general", destaca.
En este nuevo estudio realizado en los Países Bajos, los investigadores recopilaron datos pidiendo a los participantes de la cohorte Lifelines COVID-19 basada en la población que rellenaran regularmente cuestionarios digitales sobre 23 síntomas comúnmente asociados a la COVID larga.
La mayor parte de los datos se recogieron antes de la implantación de la vacuna COVID-19 en los Países Bajos, por lo que el número de participantes vacunados fue demasiado pequeño para analizarlo en este estudio. De los 76.422 participantes, 4.231 (5,5%) que tenían COVID-19 fueron emparejados con 8.462 controles teniendo en cuenta el sexo, la edad y el momento en que completaron los cuestionarios que indicaban un diagnóstico de COVID-19.
Los investigadores descubrieron que varios síntomas eran nuevos o más graves entre tres y cinco meses después de tener COVID-19, en comparación con los síntomas anteriores al diagnóstico de COVID-19 y con el grupo de control, lo que sugiere que estos síntomas pueden considerarse los síntomas centrales de la COVID larga.
Los síntomas principales registrados fueron dolor en el pecho, dificultades para respirar, dolor al respirar, músculos doloridos, pérdida del gusto y/o del olfato, hormigueo en las manos/pies, un nudo en la garganta, sensación de frío y calor alternativamente, pesadez en los brazos y/o piernas y cansancio general. La gravedad de estos síntomas se estabilizó a los tres meses de la infección, sin que se produjera ningún otro descenso.
Otros síntomas que no aumentaron significativamente entre tres y cinco meses después del diagnóstico de COVID-19 fueron el dolor de cabeza, el picor de ojos, los mareos, el dolor de espalda y las náuseas.
La candidata al doctorado y primera autora del estudio, Aranka Ballering, explica que "estos síntomas centrales tienen importantes implicaciones para la investigación futura, ya que estos síntomas pueden utilizarse para distinguir entre la condición posterior a COVID-19 y los síntomas no relacionados con COVID-19".
De los participantes en el estudio que habían presentado datos sobre los síntomas previos a la COVID, los investigadores descubrieron que el 21,4% (381/1.782) de los participantes positivos a la COVID-19, en comparación con el 8,7% (361/4.130) del grupo de control, experimentaron al menos un aumento de los síntomas centrales de gravedad moderada 3 meses o más después de la infección por SARs-CoV-2. Esto implica que en el 12,7% de los pacientes de la COVID-19 sus síntomas nuevos o gravemente aumentados tres meses después de la COVID pueden atribuirse a la infección por el SRAS-CoV-2.
"Al observar los síntomas en un grupo de control no infectado y en individuos tanto antes como después de la infección por el SARS-CoV-2 --prosigue--, pudimos tener en cuenta los síntomas que podrían haber sido resultado de aspectos sanitarios no infecciosos de la pandemia, como el estrés causado por las restricciones y la incertidumbre".
Según apunta, "la afección posterior a la COVID-19, también conocida como COVID larga, es un problema urgente con un número creciente de víctimas humanas. La comprensión de los síntomas principales y la prevalencia del post-COVID-19 en la población general representa un gran paso adelante para nuestra capacidad de diseñar estudios que puedan, en última instancia, informar sobre las respuestas sanitarias exitosas a los síntomas a largo plazo del COVID-19".
La profesora Judith Rosmalen afirma que "las investigaciones futuras deberían incluir síntomas de salud mental (por ejemplo, síntomas de depresión y ansiedad), junto con otros síntomas post-infecciosos que no pudimos evaluar en este estudio (como la niebla cerebral, el insomnio y el malestar post-ejecución)".
"No pudimos investigar qué podría causar cualquiera de los síntomas observados después de la COVID-19 en este estudio, pero esperamos que las investigaciones futuras puedan dar una idea de los mecanismos involucrados --subraya--. Además, debido al momento en que se realizó este estudio, no pudimos evaluar el efecto de la vacunación contra la COVID-19 y las diferentes variantes del SARS-CoV-2 en los síntomas de la COVID prolongada. Esperamos que futuros estudios aporten respuestas sobre el impacto de estos factores".