Barcelona es la ciudad en la que se prevé un mayor número de muertes
MADRID, 27 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio dirigido por la London School of Hygiene & Tropical Medicine (Reino Unido) y en el que participa la Estación Biológica de Doñana-CSIC -dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades- revela que el cambio climático podría provocar directamente más de 2,3 millones de muertes adicionales relacionadas con la temperatura de aquí a 2099 si no se toman medidas urgentes para reducir las emisiones de carbono, aunque apunta que hasta el 70 por ciento de estas muertes podrían evitarse si se actúa con rapidez.
El análisis muestra que el cambio climático podría causar un aumento significativo de las muertes por calor en toda Europa, superando sustancialmente cualquier disminución de las muertes relacionadas con el frío. Esta tendencia persiste en todos los escenarios de cambio climático e incluso con una elevada adaptación al calor, lo que refuerza la necesidad de políticas de mitigación contundentes.
El estudio sugiere que, aunque se hicieran enormes esfuerzos para adaptar las ciudades al cambio de temperaturas, esto no bastaría para equilibrar el aumento de los riesgos para la salud debidos a la exposición al calor, especialmente en las zonas más vulnerables, como la región mediterránea, Europa Central y los Balcanes. "Sólo una reducción rápida de las emisiones de carbono que mantuviera bajas las temperaturas reduciría el número de muertes por calor extremo", señala la investigación.
"Nuestros resultados subrayan la urgente necesidad de perseguir enérgicamente tanto la mitigación del cambio climático como la adaptación al aumento del calor. Esto es especialmente crítico en la zona mediterránea, donde, si no se hace nada, las consecuencias podrían ser nefastas. Pero, siguiendo una senda más sostenible, podríamos evitar millones de muertes antes de que acabe el siglo", comenta Pierre Masselot, uno de los autores principales del estudio e investigador en el Laboratorio de Modelización Medioambiental y Sanitaria (EHM-Lab) de la London School of Hygiene & Tropical Medicine.
LA REGIÓN MEDITERRÁNEA, UNA DE LAS MÁS VULNERABLES
Para realizar el estudio, el equipo científico utilizó funciones de riesgo de la temperatura en 854 ciudades de Europa, teniendo en cuenta la adaptación y aclimatación local y específica de cada franja de edad. Estas funciones se combinaron con proyecciones de temperaturas, población y tasas de mortalidad para estimar el número de muertes relacionadas con la temperatura que pueden atribuirse específicamente al cambio de temperaturas.
También se consideraron una serie de simulaciones climáticas y epidemiológicas para evaluar la incertidumbre asociada a las estimaciones, según los escenarios definidos para el sexto informe de evaluación del IPCC. El equipo calculó a continuación el número de víctimas mortales en escenarios en los que se reduce el riesgo de mortalidad relacionada con el calor.
Los resultados indicaron que, debido a su mayor población, se prevé que el mayor número de muertes relacionadas con la temperatura se produzca en las ciudades mediterráneas más pobladas. Aunque, también es probable que muchas ciudades más pequeñas de Malta, España e Italia se vean gravemente afectadas con altas tasas de mortalidad vinculadas a olas de frío o calor.
"La vulnerabilidad destacada de España se explica principalmente por las altas tasas de calentamiento que se prevén para la región del Mediterráneo occidental", explica la investigadora de la Estación Biológica de Doñana-CSIC y coautora del artículo, Veronika Huber.
"Para el escenario más pesimista estudiado se proyectan temperaturas medias de más de 5 grados por encima del nivel actual en algunas ciudades españolas, mientras el calentamiento anticipado en el norte de Europa se sitúa alrededor de 3 grados", ha agregado Huber.
BARCELONA, MADRID Y VALENCIA, ENTRE LAS QUE SE PREVÉN MÁS MUERTES
Según el estudio de modelización, en el peor escenario, entre las diez ciudades europeas en las que se prevé un mayor número de muertes relacionadas con la temperatura para finales de siglo se encuentran tres ciudades españolas: Barcelona, Madrid y Valencia. Barcelona se encuentra en la primera posición, con un número de muertes adicionales estimadas de más de 246.000. En Madrid se estiman casi 130.000 muertes de más y en Valencia en torno a 67.500.
Otro de los países vulnerables es Italia, que cuenta con cuatro ciudades dentro de esta lista: Roma y Nápoles, con alrededor de 147.000 muertes adicionales cada una, Milán, con 110.000 y Génova, con 36.000. El listado lo completan Atenas (alrededor de 87.000 muertes) y Bucarest (alrededor de 47.000).
Lejos de la región mediterránea, se espera que los impactos sean menos graves, con otras capitales europeas como París (13.515), donde se prevé un aumento menor, pero aún significativo, de las muertes acumuladas por frío y calor. Por otro lado, la mayoría de las ciudades de las Islas Británicas y los países escandinavos podrían registrar un descenso neto de muertes, como es el caso de Londres (27.455). Sin embargo, este menor número de muertes se vería contrarrestado masivamente por los aumentos en el resto de Europa.
MITIGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO Y ADAPTACIÓN DE LAS CIUDADES
Aumentar los espacios verdes en las ciudades y plantar más árboles son algunas de las medidas esenciales para evitar al menos una parte de los muertos por temperatura en un mundo más caluroso. "Existe una multitud de estudios que demuestran que los espacios verdes disminuyen el llamado efecto de islas de calor urbanos", ha señalado Huber.
"Además de bajar la temperatura ambiental en las ciudades, los árboles y parques urbanos tienen otros efectos beneficiosos para la salud. Proporcionan espacios de encuentros sociales y de alivio de estrés", ha añadido.
Sin embargo, estas medidas no son suficientes. Según Huber: "Nuestro estudio demuestra que las tasas de adaptación necesarias para evitar un aumento de la mortalidad relacionada con temperaturas extremas son difíciles de alcanzar en un escenario de calentamiento intenso. Por este motivo, la continuación de políticas ambiciosas de reducción del uso de los combustibles fósiles es clave para proteger la salud de la población europea".