MADRID, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los cambios inducidos por la dieta en la mordedura humana dieron lugar a nuevos sonidos como "f" en idiomas de todo el mundo, según un estudio realizado por un equipo internacional dirigido por científicos de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Los hallazgos contradicen la teoría de que el rango de los sonidos humanos se ha mantenido fijo a lo largo de la historia humana.
El habla humana es increíblemente diversa, desde sonidos ubicuos como "m" y "a" hasta las raras consonantes de clic en algunos idiomas del sur de África. En general, se cree que esta gama de sonidos se estableció con la aparición del 'Homo sapiens' hace unos 300.000 años.
Un estudio realizado por un grupo internacional encabezado por científicos de la Universidad de Zurich e involucrando a investigadores en dos Institutos Max Planck, en Alemania; la Universidad de Lyon, en Francia, y la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, ahora arroja nueva luz sobre la evolución del lenguaje hablado. El estudio muestra que los sonidos como "f" y "v", ambos comunes en muchos idiomas modernos, son un desarrollo relativamente reciente que se produjo por cambios inducidos por la dieta en la mordedura humana.
Mientras que los dientes de los humanos solían encontrarse en una mordedura de borde a borde debido a su dieta más dura en ese momento, los alimentos más suaves más recientes permitieron a los humanos modernos conservar la sobre-mordida juvenil que previamente había desaparecido en la edad adulta, con los dientes superiores un poco más delante que los dientes inferiores. Este cambio condujo al surgimiento de una nueva clase de sonidos del habla que ahora se encuentran en la mitad de los idiomas del mundo: labiodentales, o sonidos hechos al tocar el labio inferior con los dientes superiores, por ejemplo, cuando se pronuncia la letra "f".
"En Europa, nuestros datos sugieren que el uso de sonidos labiodentales se ha incrementado dramáticamente solo en el último par de milenios, correlacionado con el incremento de la tecnología de procesamiento de alimentos como la molienda industrial", explica Steven Moran, uno de los dos coprimeros autores del estudio "Hasta ahora se ha subestimado la influencia de las condiciones biológicas en el desarrollo de los sonidos", afirma.
ESCUCHAR EN EL PASADO
El proyecto se inspiró en una observación realizada por el lingüista Charles Hockett en 1985. Hockett se dio cuenta de que los idiomas que fomentan el desarrollo de los componentes labiodentales a menudo se encuentran en sociedades con acceso a alimentos más blandos. "Pero hay docenas de correlaciones superficiales que involucran el lenguaje que son espurias, y el comportamiento lingüístico, como la pronunciación, no se fosiliza", dice el coprimer autor Damian Blasi.
Con el fin de desentrañar los mecanismos subyacentes a las correlaciones observadas, los científicos combinaron conocimientos, datos y métodos de todas las ciencias, incluida la antropología biológica, la fonética y la lingüística histórica. "Fue un caso raro de conciliación entre disciplinas", dice Blasi. Según los investigadores, lo que hizo posible el proyecto fue la disponibilidad de grandes conjuntos de datos recientemente desarrollados, grandes modelos de simulación biomecánicos detallados y métodos computacionales intensivos de análisis de datos.
"Nuestros resultados arrojan luz sobre los complejos vínculos causales entre las prácticas culturales, la biología humana y el lenguaje", afirma Balthasar Bickel, líder del proyecto y profesor de UZH. "También desafían la suposición común de que, cuando se trata de lenguaje, el pasado suena como el presente", añade.
Sobre la base de los hallazgos del estudio y los nuevos métodos que desarrolló, los lingüistas ahora pueden abordar una gran cantidad de preguntas sin resolver, como la forma en que los idiomas realmente sonaban hace miles de años. ¿César dijo "veni, vidi, vici", o fue más como "weni, widi, wici"?