MADRID 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores que estudian un raro tumor cerebral, siempre fatal en niños, han encontrado varias alteraciones moleculares que impulsan el cáncer, según un nuevo estudio del Centro Infantil del Cáncer y Enfermedades de la Sangre Dana-Farber/Boston, en Estados Unidos, y la Universidad McGill, en Canadá. Los resultados, que se publican este domingo en 'Nature Genetics', identifican nuevos objetivos potenciales para tratamientos farmacológicos.
La nueva investigación podría ayudar a los médicos a seleccionar agentes para luchar contra los astrocitomas de alto grado en niños, que son extremadamente difíciles de tratar con radiación y cirugía. Estos tumores se han resistido a los intentos de tratamientos con unos 250 medicamentos de quimioterapia y combinaciones durante los últimos 30 años, según los autores de este trabajo.
Estos científicos secuenciaron muestras de biopsias tumorales e identificaron una serie de mutaciones o errores en el código de ADN, además de encontrar cambios epigenéticos que alteran cómo se expresan los genes. Al menos dos de las nuevas mutaciones podrían ser susceptibles al bloqueo con las drogas existentes, según estos expertos. En el caso de otras dianas moleculares descubiertas, no existen en la actualidad medicamentos específicos para atacarlas, pero ofrecen nuevas oportunidades para el desarrollo futuro de medicamentos.
"Para el tumor más maligno en pediatría, por fin estamos empezando a entender el desarrollo de esta enfermedad, que es fundamental para la elaboración de terapias eficaces", subraya Mark Kieran, neuroncólogo y director clínico del Centro Infantil de Tumores del Cerebro en Dana-Farber/Boston.
Los resultados se deben en parte a un proyecto que se inició hace más de diez años, cuando médicos se unieron para crear un ensayo colectivo de "medicina de precisión" clínica en Dana-Farber/Boston. Este ensayo fue diseñado específicamente para hacer descubrimientos que cambiarían el tratamiento para los niños con un tipo de astrocitoma de alto grado llamado glioma pontino intrínseco difuso (DIPG, por sus siglas en inglés), el tumor cerebral más agresivo en los niños, que se desarrolla en el tronco cerebral y es imposible de eliminar de forma segura con cirugía.
Médicos y pacientes de más de 20 instituciones se unieron a este estudio, lo que requiso tomar una biopsia de cien niños, analizar su tejido tumoral usando la patología y las pruebas moleculares, y planificar el tratamiento específico para cada paciente en función de los resultados. Un objetivo del estudio es determinar si se pueden usar secuenciación de ADN avanzada y otras herramientas de búsqueda de anomalías y biomarcadores para diseñar potenciales tratamientos.
La mayoría de los tumores que se encontraron albergaban una mutación llamada K27M en la proteína H3F3A, que es un componente básico en los bloques de construcción del "epigenoma". Los efectos de esta mutación se denominan epigenética, ya que pueden cambiar el nivel de actividad de los genes sin alterar la estructura del ADN de un gen. Las mutaciones en H3F3A se han detectado recientemente en un gran porcentaje de astrocitomas infantiles de grado alto pero todavía no se han encontrado medicamentos eficaces para esta mutación.
Sin embargo, los científicos encontraron que las mutaciones en H3F3A siempre ocurrieron con otras mutaciones que podrían, en teoría, ser blanco de los fármacos existentes. Se vio una de esas nuevas mutaciones, en el gen ACVR1, en cinco de los gliomas pontinos intrínsecos difusos.
Curiosamente, señala otro de los autores, Keith Ligon, nueropatólogo de Dana-Farber, ésta fue la primera vez que se ha involucrado este gen en el cáncer, pero anteriormente se había identificado la mutación como la causa de un trastorno poco común, el "síndrome del hombre de piedra", en la que los tejidos del cuerpo se convierten gradualmente en huesos.
Los investigadores descubrieron mutaciones adicionales en las vías de señalización del crecimiento celular FGFR1 y PI3K, para las cuales existen medicamentos que pueden bloquear su hiperactivación y ya se están probando en otros tipos de cáncer. "Estas alteraciones en los receptores del factor de crecimiento y miembros de la vía PI3K ofrecen posibilidades terapéuticas no vistas anteriormente en un cáncer mortal", comentan estos expertos.