MADRID 8 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo análisis mundial de la Universidad Tufts (Estados Unidos) sobre los hábitos alimentarios de niños y adolescentes de 185 países ha revelado que los jóvenes, en promedio, consumieron casi un 23 por ciento más de bebidas azucaradas en 2018 en comparación con 1990, siendo más altas en adolescentes y llegando a consumir, en el 10 por ciento de los casos, más de siete bebidas a la semana.
En general, las ingestas fueron similares en niños y niñas, pero más altas en adolescentes, residentes urbanos e hijos de padres con niveles educativos más bajos.
El estudio, publicado en 'The BMJ', se basa en la Base de Datos Dietéticos Mundiales (Global Dietary Database), una amplia recopilación de lo que comen o beben las personas de todo el mundo, para generar las primeras estimaciones y tendencias mundiales de la ingesta de bebidas azucaradas entre los jóvenes, que incluyen: refrescos, zumos, bebidas energéticas, bebidas para deportistas y bebidas de frutas endulzadas en casa, como las aguas frescas, con azúcares añadidos y que contienen más de 50 kcal por ración de 1 taza.
Así, incorporando datos de más de 1.200 encuestas realizadas entre 1990 y 2018 en un modelo de gran tamaño, el equipo de investigación descubrió que los jóvenes (definidos como aquellos con edades comprendidas entre los 3 y los 19 años) bebían más bebidas azucaradas y tenían casi el doble de ingesta total que los adultos.
La definición de bebidas azucaradas del equipo de investigación excluía los zumos de fruta al cien por cien, las bebidas no calóricas endulzadas artificialmente y las leches azucaradas.
La ingesta de bebidas azucaradas entre los jóvenes variaba drásticamente según la región del mundo, con una media global de 3,6 raciones a la semana, que oscilaba entre 1,3 raciones a la semana en el sur de Asia y 9,1 en América Latina y el Caribe. Los investigadores descubrieron que los niños y adolescentes de 56 países, que representan 238 millones de jóvenes o el 10 por ciento de la población juvenil mundial, consumían una media de 7 o más raciones a la semana.
Durante el mismo periodo, se observó un aumento correspondiente en la prevalencia de la obesidad entre los jóvenes. Las dietas poco saludables, especialmente el consumo de bebidas azucaradas, desempeñan un papel crucial en la obesidad. Aunque el seguimiento del consumo de estas bebidas por niños y adolescentes es esencial para comprender su impacto en las enfermedades y la eficacia de las políticas para controlar su consumo, no se dispone de estimaciones nacionales recientes sobre la ingesta de los jóvenes en la mayoría de los países.
"Las bebidas azucaradas incrementan el aumento de peso y el riesgo de obesidad, por lo que, aunque los niños no suelen desarrollar diabetes o enfermedades cardiovasculares cuando son jóvenes, podrían tener repercusiones importantes más adelante", afirma la primera autora, Laura Lara-Castor, recién graduada de la Escuela Friedman. "Este estudio pone de relieve la necesidad de intervenciones educativas y políticas específicas para cambiar el comportamiento desde el principio y prevenir los resultados adversos asociados con la ingesta de bebidas azucaradas en la infancia", añade.
Entre las naciones más pobladas del mundo, las que tenían el mayor consumo de bebidas azucaradas por parte de los jóvenes en 2018 incluían a México (10,1 porciones por semana), seguido de Uganda (6,9), Pakistán (6,4), Sudáfrica (6,2) y Estados Unidos (6,2). Si se observan las tendencias de 1990 a 2018, la región con el mayor aumento del consumo entre los jóvenes fue el África subsahariana, en la que el promedio de porciones semanales creció un 106 por ciento hasta alcanzar las 2,17 porciones semanales, una aceleración que requiere atención, señalan los investigadores.
En los últimos años, muchos gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha medidas como impuestos sobre los refrescos y restricciones a la venta de bebidas azucaradas en las escuelas para promover hábitos dietéticos saludables. Estos esfuerzos son nuevos y también se enfrentan a fuertes fuerzas contrarias, como el agresivo marketing de la industria y la globalización del sector alimentario.
"Nuestros hallazgos deberían hacer saltar las alarmas en casi todos los países del mundo. Las ingestas y tendencias que estamos observando suponen una amenaza significativa para la salud pública, que podemos y debemos abordar para el futuro de una población más sana", señala el autor principal, catedrático Jean Mayer de Nutrición y director del Instituto de Alimentación y Medicina de la Escuela Friedman, Dariush Mozaffarian.