MADRID, 29 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de varias décadas de duración sobre adultos jóvenes que viven en el Reino Unido ha descubierto tasas más elevadas de síntomas de enfermedad mental entre los expuestos a niveles más altos de contaminantes atmosféricos relacionados con el tráfico, en particular los óxidos de nitrógeno, durante la infancia y la adolescencia.
Estudios anteriores han identificado una relación entre la contaminación atmosférica y el riesgo de trastornos mentales específicos, como la depresión y la ansiedad, pero este estudio analizó los cambios en la salud mental que abarcan todas las formas de trastorno y malestar psicológico asociados a la exposición a los contaminantes atmosféricos relacionados con el tráfico.
Los resultados, que publicados en la revista 'JAMA Network Open', revelan que cuanto mayor es la exposición de un individuo a los óxidos de nitrógeno durante la infancia y la adolescencia, más probable es que muestre algún signo de enfermedad mental en la transición a la edad adulta, a los 18 años, cuando la mayoría de los síntomas de enfermedad mental han surgido o empiezan a surgir.
La relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y los síntomas de enfermedad mental en los jóvenes adultos es modesta, según el primer autor del estudio, Aaron Reuben, estudiante de posgrado en psicología clínica de la Universidad de Duke. Sin embargo, "dado que las exposiciones nocivas están tan extendidas por todo el mundo, los contaminantes del aire exterior podrían contribuir de forma significativa a la carga mundial de enfermedades psiquiátricas", afirma.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 9 de cada 10 personas de todo el mundo están expuestas a niveles elevados de contaminantes del aire exterior, que se emiten durante la combustión de combustibles fósiles en coches, camiones y centrales eléctricas, así como en muchos procesos de fabricación, eliminación de residuos e industriales.
En este estudio, la contaminación atmosférica, un neurotóxico, resultó ser un factor de riesgo de enfermedad mental más débil que otros riesgos más conocidos, como los antecedentes familiares de enfermedades mentales, pero con la misma fuerza que otros neurotóxicos que se sabe que perjudican la salud mental, en particular la exposición al plomo en la infancia.
En un estudio anterior realizado en la misma cohorte, Helen Fisher, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King's College de Londres, y coautora e investigadora principal de este estudio, relacionó la exposición a la contaminación atmosférica en la infancia con el riesgo de sufrir experiencias psicóticas en la juventud, lo que hace temer que los contaminantes atmosféricos puedan exacerbar el riesgo de psicosis más adelante.
Cuando se combina con los estudios que muestran un aumento de los ingresos hospitalarios por muchas enfermedades psiquiátricas durante los días de "mala" calidad del aire en países como China e India, el estudio actual se basa en los hallazgos anteriores para revelar que "la contaminación del aire es probablemente un factor de riesgo no específico para la enfermedad mental en general", apunta Fisher, quien señaló que las exacerbaciones del riesgo de enfermedad mental pueden aparecer de manera diferente en diferentes niños.
Los sujetos de este estudio son una cohorte de 2.000 gemelos nacidos en Inglaterra y Gales en 1994-1995 y seguidos hasta la edad adulta. Han participado regularmente en evaluaciones de salud física y mental y han proporcionado información sobre las comunidades más amplias en las que viven.
Los investigadores midieron la exposición a los contaminantes atmosféricos -sobre todo a los óxidos de nitrógeno (NOx), un contaminante gaseoso regulado, y a las partículas finas (PM2,5), un contaminante en forma de aerosol regulado con partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro- modelando la calidad del aire en torno a los hogares de los miembros del estudio a los 10 y 18 años de edad mediante modelos de dispersión del aire de alta calidad y datos proporcionados por el Inventario Nacional de Emisiones Atmosféricas del Reino Unido y el inventario de emisiones del tráfico rodado del Imperial College del Reino Unido.
Se descubrió que el 22% de los miembros del estudio estaban expuestos a NOx que superaban las directrices de la OMS, y el 84% estaban expuestos a PM2,5 que superaban las directrices.
El equipo de investigación, con sede en Duke y King's IoPPN, también evaluó la salud mental de los participantes a los 18 años. Los síntomas asociados a diez trastornos psiquiátricos diferentes --dependencia del alcohol, el cannabis o el tabaco; trastorno de conducta y trastorno por déficit de atención/hiperactividad; depresión mayor, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno por estrés postraumático y trastorno de la conducta alimentaria; y síntomas de trastorno del pensamiento relacionados con la psicosis-- se utilizaron para calcular una única medida de salud mental, denominada factor de psicopatología, o 'factor p'.
Cuanto mayor sea la puntuación del factor p de un individuo, mayor será el número y la gravedad de los síntomas psiquiátricos identificados. Los individuos también pueden diferir en su salud mental a través de subdominios de psicopatología, que agrupan síntomas de angustia o disfunción que se manifiestan de manera exteriormente visible (problemas de exteriorización, como el trastorno de conducta), experimentados en gran medida internamente (problemas de interiorización, como la ansiedad), y a través de delirios o alucinaciones (síntomas de trastornos del pensamiento).
Los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud mental se observaron en todos estos subdominios de la psicopatología, con los vínculos más fuertes con los síntomas de los trastornos del pensamiento.
En este estudio, los investigadores también evaluaron las características de los barrios de los niños para tener en cuenta las condiciones desfavorables del barrio que se asocian con niveles más altos de contaminación atmosférica y un mayor riesgo de enfermedad mental, como la privación socioeconómica, el deterioro físico, la desconexión social y la peligrosidad.
Aunque los niveles de contaminación atmosférica eran mayores en los barrios con peores condiciones económicas, físicas y sociales, el ajuste de los resultados del estudio en función de las características del barrio no alteró los resultados, como tampoco lo hizo el ajuste en función de los factores individuales y familiares, como los problemas emocionales y de conducta en la infancia o la situación socioeconómica de la familia y los antecedentes de enfermedad mental.
"Hemos confirmado la identificación de lo que es esencialmente un nuevo factor de riesgo para la mayoría de las principales formas de enfermedad mental --señala Reuben--, uno que es modificable y sobre el que podemos intervenir a nivel de comunidades enteras, ciudades e incluso países".
En el futuro, el equipo del estudio está interesado en conocer mejor los mecanismos biológicos que relacionan la exposición a la contaminación atmosférica en las primeras etapas de la vida con un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales en la transición a la edad adulta. Pruebas anteriores sugieren que la exposición a los contaminantes atmosféricos puede provocar inflamación en el cerebro, lo que puede conducir a dificultades para regular los pensamientos y las emociones.
Aunque los resultados son más relevantes para los países de renta alta con niveles moderados de contaminantes atmosféricos en el exterior, como Estados Unidos y el Reino Unido, también tienen implicaciones para los países en desarrollo de renta baja con mayor exposición a la contaminación atmosférica, como China e India.