MADRID, 29 Nov. (EUROPA PRESS) -
Aunque el coronavirus conocido como SARS-CoV-2 no infecta las células nerviosas, puede causar daños en el sistema nervioso. Investigadores de la Universidad de Basilea y del Hospital Universitario de Basilea (Suiza) han estudiado los mecanismos responsables de este efecto, conocido como 'neuroCOVID', y han identificado puntos de partida para su prevención.
No es raro que las personas pierdan el sentido del gusto y del olfato debido a una infección por COVID-19. En otros, la enfermedad ha tenido un impacto aún mayor en el sistema nervioso, con efectos que van desde problemas de concentración duraderos hasta derrames cerebrales.
Ahora, estos investigadores han publicado en la revista científica 'Nature Communications' nuevos datos sobre el desarrollo del 'neuroCOVID'.
En concreto, el equipo investigó cómo pueden detectarse y predecirse los distintos grados de 'neuroCOVID' mediante el análisis del líquido cefalorraquídeo y el plasma sanguíneo de los individuos afectados. Sus hallazgos también ofrecen algunas indicaciones sobre cómo prevenir los daños neurológicos debidos a la COVID-19.
En el estudio participaron 40 pacientes con distintos grados de síntomas neurológicos. Para identificar los cambios típicos asociados a la COVID-19, el equipo de investigadores comparó el líquido cefalorraquídeo y el plasma sanguíneo de estos individuos con muestras de un grupo de control. También midieron las estructuras cerebrales de los sujetos de prueba y encuestaron a los participantes 13 meses después de su enfermedad para identificar cualquier síntoma duradero.
AGUJEROS EN LA BARRERA HEMATOENCEFÁLICA
Sobre todo en el grupo con los síntomas neurológicos más graves, los investigadores identificaron una relación con una respuesta inmunitaria excesiva.
Por un lado, los afectados mostraban indicios de deterioro de la barrera hematoencefálica, que los autores del estudio especulan que probablemente fue desencadenada por una "tormenta de citoquinas", una liberación masiva de factores proinflamatorios en respuesta al virus.
Por otro lado, los investigadores también encontraron anticuerpos que se dirigían a partes de las propias células del cuerpo (en otras palabras, signos de una reacción autoinmune) como resultado de la excesiva respuesta inmunitaria.
"Sospechamos que estos anticuerpos atraviesan la porosa barrera hematoencefálica hasta el cerebro, donde causan daños", ha explicado Gregor Hutter, uno de los líderes del trabajo. También identificaron una activación excesiva de las células inmunitarias específicamente responsables del cerebro: la microglía.
ANÁLISIS DE SANGRE COMO OBJETIVO A LARGO PLAZO
En un paso más, Hutter y su equipo investigaron si la gravedad de los síntomas neurológicos es también perceptible en las estructuras cerebrales.
De hecho, descubrieron que las personas con síntomas neurológicos graves tenían un volumen cerebral inferior al de los participantes sanos en lugares específicos del cerebro y, en particular, en la corteza olfativa, es decir, la zona del cerebro responsable del olfato.
"Pudimos relacionar la firma de ciertas moléculas en la sangre y el líquido cefalorraquídeo con una respuesta inmunitaria abrumadora en el cerebro y un volumen cerebral reducido en ciertas zonas, así como con los síntomas neurológicos", ha señalado Hutter.
Ahora, es importante examinar estos biomarcadores en un mayor número de participantes. El objetivo sería desarrollar un análisis de sangre que pueda predecir ya los casos graves, como el 'neuroCOVID' y la COVID persistente, al inicio de una infección.