MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad de Columbia Británica (UBC), en Canadá, han diseñado genéticamente un ratón que no se convierte en adicto a la cocaína, lo que revela evidencia de que el consumo habitual de drogas es más una cuestión de genética y bioquímica que sólo una mala decisión.
Los roedores que crearon tenían niveles más altos de una proteína llamada cadherina, que ayuda a unir las células. En el cerebro, la cadherina ayuda a fortalecer las sinapsis entre las neuronas, las brechas que los impulsos eléctricos deben atravesar para producir cualquier acción o función controlada por el cerebro, como respirar, caminar, aprender una nueva tarea o recordar.
El aprendizaje --incluyendo el aprendizaje sobre el placer inducido por una droga estimulante-- requiere un fortalecimiento de ciertas sinapsis. Así que Shernaz Bamji, profesora del Departamento de Ciencias Celulares y Fisiológicas de esta universidad, pensó que la cadherina extra en el circuito de recompensas haría que sus ratones fueran más propensos a la adicción a la cocaína.
Pero ella y sus colaboradores encontraron lo contrario, como explican en un artículo publicado este lunes en 'Nature Neuroscience'. Bamji y sus colaboradores inyectaron cocaína en ratones durante varios días e inmediatamente los colocaron en un compartimiento decorado de manera distinta en una jaula de tres habitaciones, para que pudieran asociar la droga con ese compartimento.
Después de varios días recibiendo cocaína de esta manera, se les puso en la jaula y se les permitió pasar tiempo en los compartimentos que ellos preferían. Los roedores normales casi siempre tendían a ir al compartimento asociado a la cocaína, mientras que los ratones con extra de cadherina pasaban la mitad de tiempo allí, lo que indica que estos animales no habían formado recuerdos fuertes del fármaco.
SE IMPIDE LA MIGRACIÓN DE UN RECEPTOR NEUROQUÍMICO
Para entender ese resultado inesperado, la doctora Bamji y sus colegas en el Instituto de Ciencias de la Vida de UBC analizaron el tejido cerebral de los ratones genéticamente modificados y encontraron que la cadherina extra impide que un tipo de receptor neuroquímico migre desde el interior de la célula hasta la membrana sináptica. Sin ese receptor en su lugar, es difícil que una neurona reciba una señal de las neuronas adyacentes, de forma que las sinapsis no se fortalecen y la memoria placentera no "se pega".
"Mediante ingeniería genética, hemos conectado las sinapsis en los circuitos de recompensa de estos ratones --describe la estudiante de posgrado Andrea Globa, coatura principal con el exestudiante de posgrado Fergil Mills--. Al impedir que las sinapsis se fortalecieran, impedimos que los ratones mutantes 'aprendieran' el recuerdo de la cocaína, y así evitamos que se volvieran adictos".
Su hallazgo proporciona una explicación para estudios previos que muestran que las personas con problemas de abuso de sustancias tienden a presentar más mutaciones genéticas asociadas con la cadherina y la adhesión celular. Dado que análisis como éste iluminan los fundamentos bioquímicos de la adicción, podrían conducir a una mayor confianza en la predicción de quién es más vulnerable al abuso de drogas y permitir que las personas actúen sobre ese conocimiento.
Desafortunadamente, encontrar una forma de aumentar la cadherina como una manera de resistir la adicción en los seres humanos está plagado de trampas. En muchos casos, es importante fortalecer las sinapsis, incluso en el circuito de recompensa del cerebro.
"Para el aprendizaje normal, necesitamos ser capaces de debilitar y fortalecer las sinapsis --explica Bamji--. Esa plasticidad permite la poda de algunos caminos neuronales y la formación de otros, permitiendo al cerebro adaptarse y aprender. Lo ideal sería encontrar una molécula que bloquee la formación de un recuerdo inducido por las drogas, al tiempo que no interfiere en la capacidad de recordar cosas importantes".