MADRID, 24 Abr. (EDIZIONES) -
"La obesidad es una enfermedad crónica compleja que resulta de la interacción entre factores genéticos, ambientales, y de comportamiento. Durante mucho tiempo, se ha simplificado su origen al balance calórico (ingerir más energía de la que se gasta), pero hoy sabemos que existen múltiples factores involucrados".
Así lo afirma en una entrevista con Europa Press Infosalus la doctora Cristina Petratti, que es médica especialista en obesidad y coaching nutricional, así como miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO). En primer lugar, apunta a los factores genéticos y epigenéticos: "Nuestros genes influyen en la regulación del metabolismo, del apetito, y del almacenamiento de grasa".
En concreto, especifica que existen diferentes tipos de predisposición genética a la obesidad:
- Obesidad monogénica: causada por alteraciones en un solo gen.
- Obesidad poligénica: resultado de la interacción de varios genes con el entorno.
Tal y como asevera esta experta, la epigenética también juega un papel clave, de manera que el sedentarismo, el consumo de ultraprocesados, y la exposición a sustancias químicas pueden modificar la expresión de los genes que están relacionados con la obesidad.
Por otro lado, señala la doctora Petratti que existen condiciones médicas que pueden contribuir a la ganancia de peso o, por el contrario, dificultar su pérdida, entre ellas cita a las siguientes:
- Hipotiroidismo: afecta el metabolismo y disminuye el gasto energético.
- Síndrome de ovario poliquístico (SOP): se asocia con resistencia a la insulina y mayor acumulación de grasa.
- Depresión y ansiedad: afectan la regulación del apetito y a la motivación para la actividad física.
- Uso de ciertos medicamentos: algunos antidepresivos, antipsicóticos, y corticosteroides pueden generar aumento de peso como efecto secundario.
QUÉ TE HACE ENGORDAR EN EL DÍA A DÍA
A su vez, resalta la miembro de la Sociedad Española de Obesidad que, más allá de los factores biológicos citados anteriormente, hay hábitos que pueden llevar al aumento de peso, tales como:
1. Sedentarismo: La falta de actividad física disminuye el gasto calórico y favorece la acumulación de grasa corporal.
2. Consumo excesivo de ultraprocesados: Estos alimentos suelen tener un alto contenido de azúcares, de grasas trans, y de aditivos que alteran la regulación del hambre y la saciedad.
3. Porciones inadecuadas: Comer en exceso, incluso alimentos saludables, puede provocar un superávit calórico involuntario.
4. Estrés crónico y falta de sueño: El cortisol elevado por estrés crónico puede favorecer el almacenamiento de grasa abdominal; además, la privación de sueño afecta las hormonas del hambre y aumenta el apetito.
5. Alteraciones en la microbiota intestinal: La microbiota influye en la regulación del peso; un desequilibrio puede afectar a la absorción de nutrientes, y favorecer la acumulación de grasa.
6. Falta de exposición al frío moderado: La temperatura estable por el uso de calefacción y aire acondicionado limita la activación del tejido adiposo marrón, encargado de quemar energía en lugar de almacenarla.
CÓMO INFLUYEN LOS ULTRAPROCESADOS EN EL AUMENTO DE PESO
Ahora bien, esta especialista en medicina de la Obesidad remarca que "el entorno en el que vivimos también influye en nuestros hábitos": "El acceso limitado a alimentos frescos favorece el aumento de peso ya que en algunas zonas los ultraprocesados son más accesibles económicamente. Pero también la falta de espacios para la actividad física, el hecho de vivir en entornos sin infraestructura adecuada limita la posibilidad de moverse más, y en consecuencia el ganar peso".
En línea con lo anterior, esta especialista mantiene que en los últimos años, los alimentos ultraprocesados se han convertido en una parte habitual de la dieta diaria de muchas personas, y uno de los principales fallos que cometemos a la hora de ganar kilos.
Tal y como advierte, uno de los principales problemas de los ultraprocesados es su alta densidad calórica y su baja capacidad de saciedad: "Estos productos suelen ser ricos en azúcares, en grasas saturadas, y en aditivos; si bien carecen de fibra y de proteínas de calidad, lo que nos lleva a comer más cantidad sin sentirnos satisfechos".
A su vez, sostiene que los ultraprocesados alteran las señales de hambre y de saciedad: "El consumo frecuente de ultraprocesados puede modificar las hormonas que regulan el apetito. Se ha demostrado que afectan a la producción de leptina, la hormona que indica al cerebro que estamos saciados; al tiempo que incrementan la liberación de grelina, la hormona que estimula el hambre. Esto genera un ciclo en el que comemos más de lo que realmente necesitamos".
Por otro lado, la doctora Petratti alerta de que el consumo de ultraprocesados ocasiona efectos negativos en la microbiota intestinal: "Ésta juega un papel clave en el metabolismo y en la regulación del peso. Según diversos estudios, el exceso de ultraprocesados puede alterar el equilibrio de estas bacterias intestinales, favoreciendo procesos inflamatorios y la resistencia a la insulina; ambos factores relacionados con el aumento de peso".
Pero en el largo plazo apunta igualmente que una dieta basada en ultraprocesados puede ralentizar el metabolismo y favorecer el almacenamiento de grasa, dado que la carga glucémica de estos alimentos puede aumentar la inflamación crónica en el organismo, así como la resistencia a la insulina, lo que contribuye a problemas de la regulación metabólica como la obesidad y la diabetes tipo 2.
COMER RÁPIDO FAVORECE EL AUMENTO DE PESO
Pero otro de los aspectos sobre los que la doctora Petratti llama la atención es el hecho de comer rápido, dado que también favorece el aumento de peso, y por varias razones, según argumenta:
1. Se alteran las señales de saciedad: "El cerebro tarda aproximadamente 20 minutos en registrar que el estómago está lleno; si comes demasiado rápido consumes más alimentos antes de que la señal de saciedad se active, lo que lleva comer en exceso".
2. Masticar bien los alimentos mejora la digestión y la absorción de nutrientes: "Comer rápido implica masticar menos, lo que puede generar una digestión ineficiente, una menor sensación de saciedad, así como una mayor tendencia a seguir comiendo".
3. Las comidas rápidas suelen ir acompañadas de elecciones poco saludables: "Esto genera subidas bruscas de glucosa en sangre, que aumentan la secreción de insulina y favorecen el almacenamiento de grasa, especialmente en el abdomen".
4. Cuando comes rápido, el cerebro no tiene tiempo de regular correctamente el apetito, lo que lleva a ingerir más cantidad de la necesaria, aumentando el riesgo de sobrepeso y de obesidad.
"Comer lentamente ayuda a regular el apetito, mejora la digestión, y reduce el riesgo de ganar peso. Lo ideal es masticar bien cada bocado, comer en un ambiente tranquilo, sin distracciones y escuchar las señales de saciedad del cuerpo. Pequeños cambios en la velocidad al comer pueden marcar una gran diferencia en el control del peso y la salud", subraya la doctora Petratti.
Con todo ello, esta experta en medicina de la Obesidad subraya que el aumento de peso no es simplemente una cuestión de voluntad o de balance calórico, sino que se debe a un proceso multifactorial donde influyen la genética, el metabolismo, el entorno, y los hábitos diarios. "Conocer estos factores permite un enfoque integral que favorezca una mejor calidad de vida sin caer en estigmatizaciones o en soluciones simplistas", concluye.