MADRID, 4 Feb. (EDIZIONES) -
El cáncer es cada vez más frecuente, y sigue siendo una amenaza de muerte, aunque gracias al diagnóstico precoz y a los nuevos tratamientos está habiendo una mejoría espectacular. No obstante, enfrentarse al cáncer no es fácil, ni para el enfermo, ni para los que le quieren.
Coincidiendo el Día Mundial contra el Cáncer 2023, te contamos qué hacer cuando te toca ser el acompañante.
En muchos casos puede ser idónea la figura del psicooncólogo, quien puede guiarnos sobre qué decir y qué no a la hora de acompañar al paciente durante todo el proceso. Charlamos sobre este asunto en Infosalus con la socia fundadora y presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología (SEPO) ,Tania Estapé, quien, con más de 25 años de experiencia en la materia, destaca que la figura del psicooncólogo es necesaria, más si se suma el desbordamiento de salud mental que hay en general hoy en día.
NO A LA TIRANÍA DEL POSITIVISMO: NUNCA ESTÁ TODO BIEN
"En momentos de crisis, de cambios en algunos valores, es a veces una necesidad muy importante, como sucede por ejemplo con el cáncer. Así, el primer sentimiento más básico en estos pacientes es la amenaza de muerte, de integridad física y psíquica, a la familia. El cáncer sigue siendo un problema de salud número uno", remarca.
Rechaza así la tiranía del pensamiento positivo y recalca que una parte de nuestra reacción ante un evento está relacionado con lo impregnado por la cultura y la sociedad en la que vivimos. "La forma de asumir la enfermedad hace mucho pero también los recursos económicos, la cultura de cada país, el sistema de creencias hace mucho", agrega.
Lo mejor a veces no es insistir en que el paciente debe ser positivo: "A veces la familia y el equipo sanitario lo hacen como defensa propia. Es mejor tratar a un paciente que no se queja que a uno que no llora o no se enfada; pero estas emociones tienen que salir. Es como si me corto la muñeca y espero que no salga sangre, obviamente a nivel psicológico y emocional sucede también. El miedo y el enfado, 'no me lo merezco', se ve cada día, y esas personas tienen derecho a tener esa reacción emocional normal".
Es más, destaca que la psicología emocional demuestra que es mejor para la adaptación de los pacientes el que estén afectados al principio, que suprimirlo diciendo que todo lo ven positivo. "Hay que dejar que la reacción sea la que es. Van a pasar muchas cosas y muy rápidas, y la parte más emocional y básica no se adapta tan rápido. Especialmente durante todo el primer año. Hay mucho desconcierto, incertidumbre, expectativas, tenemos que saber cómo son los apellidos de ese cáncer", sostiene Estapé.
UNA COMUNICACIÓN MÁS SINCERA CON EL ENFERMO
Las emociones tienen que salir, según insiste, aunque sean emociones desagradables; esto no las convierte en negativas porque las emociones, según defiende, siempre son necesarias. "Si no tuviéramos miedo, no hubiéramos sobrevivido a lo largo de la Historia. Es imprescindible frente a las situaciones adversas, como el cáncer que es una amenaza de muerte", remarca la presidenta de la SEPO
Otro de sus consejos es no presionar al enfermo para ser positivo, respetar mucho sus tiempos, sus tendencias comunicativas, que pase por fases en las que tiene más ganas de hablar que otras. "'Ahora prefiere no ver a nadie; ahora sí". "Porque la gente con buena intención a veces se pasa y se presenta en el hospital sin consultar, cuando igual el enfermo no quiere que le vean en ese estado, por ejemplo", agrega.
Alerta sobre muchas decepciones que se dan en este sentido, bien porque el enfermo siente que no le han respondido como esperaba, o se esperaba más. Por eso, Tania Estapé insiste en que es bueno hablar las cosas, preguntar qué necesita ese paciente. "Debe haber una comunicación más sincera. A veces puede ser buena idea si tienes a alguien de la familia que pueda hacer de mediador. 'Ahora no la llames', o 'ahora que está en casa, llámala'", sugiere esta psicooncóloga.
LA VISIÓN DEL PROPIO PACIENTE DE CÁNCER
También entrevistamos en Infosalus sobre este asunto a Marisol Artica, una periodista pamplonica que precisamente acaba de publicar un libro en el que cuenta su experiencia con el cáncer de mama-- 'Mi cáncer de mama (y el tuyo) en 19 preguntas' ('Reinas y grillos' Ediciones)-- en el que plasma su propia experiencia personal.
Cree que el acompañamiento a los enfermos muchas veces es "una asignatura pendiente", y sobre la que muchas personas se sienten muy perdidas, "no saben cómo preguntarte"; mientras que otras tienden a querer saber demasiado o incluso tienden a sobreproteger al enfermo.
"Cuando yo estaba enferma, por ejemplo, la frase del 'ya pasará', es una sentencia que por ejemplo yo no quería escuchar. El acompañamiento es muy importante, pero es una asignatura pendiente. Es importante acompañar desde la presencia y desde el silencio, quien transita un proceso duro como el tratamiento contra el cáncer no desea tanto que la consuelen con palabras, sino que estén ahí. Nos sentimos siempre comprometidos a usar frases de consuelo, y desde mi experiencia no son necesarias en muchos casos. Necesito que estés ahí, pero creo que es muy importante que quien acompaña no caiga tanto en el 'tienes que hacer esto o lo otro'", aclara.
Ve también necesario en estos procesos que el propio enfermo sepa transmitir a los demás qué es lo que necesita, algo que considera que también debemos aprender. A ella le venía bien el acompañamiento de palabra o "de estar ahí", basado en la acción, es decir, había momentos en los que no tenía fuerzas para subir la maleta por las escaleras, y si otra persona se ofrecía ella dejaba que la ayudarán.
A su juicio, es igualmente imprescindible el no restar importancia a los efectos secundarios del tratamiento, o sobre algo que esté atormentando psicológicamente al enfermo. Por ejemplo, señala que hay personas que pueden considerar la caída de pelo como una preocupación frívola, cuando para otras puede ser muy importante al considerarlo un elemento fundamental de su identidad. "Debemos intentar no restar importancia a sus preocupaciones, que como todo, personales e igual de válidas", aclara.
CUÁNDO ES NECESARIO EL PAPEL DEL PSICOONCÓLOGO
Con todo ello, y a partir de diferentes experiencias, la presidenta de la SEPO sugiere que la necesidad o no del psicooncólogo dependerá de la situación y del momento del paciente. Incluso dice que es la propia familia la que puede precisar de la ayuda de este profesional sanitario, y no el enfermo. "Y para poder ayudar, si el sujeto percibe un buen apoyo sociofamiliar se adapta mejor a la enfermedad según todos los estudios", destaca.
Por otro lado, cree que debería ofrecerse de siempre la posibilidad porque también la enfermedad evoluciona y no siempre es igual, entonces igual hay momentos en los que sí es necesario y otros que no. "Hay esta posibilidad del psicooncólogo, pero admitiendo que no todo el mundo lo va a necesitar siempre. No es lo mismo una persona recién diagnosticada, que no uno que estuvo curado y en quien reapareció la enfermedad", agrega.
En este punto, Tania Estapé recuerda que un psicooncólogo da apoyo, evalúa estas reacciones que sufre el paciente de distrés, ansiedad o depresión, al tiempo que acompaña frente a las dificultades que deja el tratamiento, entre otros asuntos en los que puede ayudar a un enfermo de cáncer.
"Acompañamos a la hora de afrontar estas repercusiones psicológicas y físicas. Ayudaremos a esa persona a afrontar su vida de otra manera. Hay mujeres que se quedan estériles por los tratamientos y que deben asimilar que no podrán ser madres biológicas, o hombres con impotencia sexual, por ejemplo. También personas que no podrán dedicarse a su oficio de toda la vida por las razones que fuera, o en quienes cambia su situación laboral tras el cáncer y necesitan de adaptación y apoyo para asumirlo", sostiene esta profesional.