MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
Una comparación metagenómica del conjunto de la microbiota intestinal infantil de poblaciones de países industrializados y no industrializados revela divergencias sólidas y sistemáticas dependientes del estilo de vida, informan los investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), en la revista 'Science'.
Según los autores, las diferencias específicas de la población en la composición y función del microbioma infantil subrayan la importancia de estudiar los microbiomas de las personas que no viven en países ricos e industrializados.
El microbioma intestinal humano se somete a un complejo proceso de ensamblaje desde el momento del nacimiento, y se cree que la composición final del microbioma adulto puede depender de las especies adquiridas en los primeros años de vida.
En el caso de los bebés que viven en países industrializados, este proceso está bien caracterizado y tiende a seguir una serie de pasos que, en última instancia, conducen al microbioma intestinal de baja diversidad que caracteriza a los adultos que llevan un estilo de vida industrializado.
Sin embargo, los adultos con estilos de vida no industrializados suelen tener conjuntos de microbiomas característicamente diversos. Mientras que el ensamblaje del microbioma infantil se ha estudiado intensamente en bebés de países industrializados, se sabe muy poco sobre este proceso en bebés de poblaciones no industriales y cómo contribuye a las marcadas diferencias en la composición del microbioma adulto.
Para entender mejor cómo influye el estilo de vida en el ensamblaje del microbioma de los bebés no industriales, el investigador Matthew Olm y sus colegas realizaron una secuenciación metagenómica profunda en muestras de heces de bebés de los Hadza, un grupo de cazadores-recolectores modernos que viven en Tanzania.
Al comparar estos datos con un conjunto de datos global de secuencias de ARNr de muestras fecales de lactantes sanos de 18 poblaciones, descubrieron que después de los primeros 6 meses de vida, el microbioma de los lactantes que viven en entornos contrastados diverge de conjuntos similares dominados por Bifidobacterias.
Después de esta divergencia, los autores descubrieron que una gran proporción de las especies bacterianas detectadas en las muestras de los Hadza -más del 20%- eran nuevas, y muchas de ellas eran indetectables en las muestras de los niños que llevaban un estilo de vida industrial.
Según los resultados, la notable diversidad de la microbiota intestinal aparece en las primeras etapas de la vida de las poblaciones no industriales y puede atribuirse a la transmisión materna con cierta influencia del entorno local.
Sin embargo, el principal motor de las diferencias en la microbiota intestinal a nivel mundial parece tener su origen en el estilo de vida y no en la geografía.
"Nuestros resultados también ponen de relieve la cuestión de si las diferencias específicas del estilo de vida en la trayectoria de desarrollo del microbioma intestinal predisponen a las poblaciones a enfermedades comunes en el mundo industrializado, como las provocadas por la inflamación crónica", escriben los autores.
Toni Gabaldón, profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS), que no participó en el estudio, destaca en declaraciones a SMC España que "este estudio tiene una alta relevancia ya que este tipo de poblaciones están pobremente estudiadas en favor de las de sociedades altamente industrializadas y, sin embargo, podrían reflejar mejor las asociaciones microbianas naturales que prevalecieron antes de la industrialización".
Según señala, "los datos proporcionan información de interés y sugieren que las diferencias entre bebés de poblaciones industrializadas y no industrializadas son sutiles en los primeros meses de vida, pero que estas diferencias van aumentando a partir de los 6 meses de vida. Estas diferencias aumentarían por varios factores, incluidos la transmisión materno-filial, la transmisión a partir de otros adultos de la comunidad y la exposición a diferentes dietas y estilos de vida".
El investigador españoles explica que "las comunidades microbianas encontradas en poblaciones de transición entre industrializadas o no industrializadas fueron intermedias, lo que sugiere que la exposición a diferentes grados de industrialización causa gran parte de las diferencias encontradas. Los autores también aportan datos que sugieren que estas diferencias podrían explicar algunas deficiencias en el sistema inmune en sociedades industrializadas, debido a una falta de ciertas bifidobacterias que se asocia a mayores niveles de inflamación y desregulación inmune", añade.
Gabaldón precisa que, desde el punto de vista metodológico, "los resultados deben considerarse preliminares por lo reducido del tamaño muestral en la población Hadza y las diferencias metodológicas usadas en las diferentes poblaciones comparadas (muestras tomadas en diferentes momentos y de diferente manera, analizadas en otros trabajos, etc). Estas son debilidades comunes en metaanálisis y en muestras difíciles de obtener y los autores lo discuten apropiadamente. Se echa en falta la implicación en el estudio de expertos locales. Una mayor implicación de científicos próximos a las poblaciones de estudio, no solo en la recolección de muestras, sino también en los análisis e interpretación ayudaría a disminuir el sesgo de conocimiento que tenemos respecto a las poblaciones del sur global", concluye.