MADRID, 28 Feb. (EDIZIONES) -
El Consejo de Europa alerta de que, antes de los 18, uno de cada 5 menores será o es víctima de abuso sexual infantil. Y, además, según avisa la psicóloga sanitaria y educativa Carmen Esteban, entre el 70-85% de los casos el abusador es conocido de la víctima, algún familiar o persona del entorno cercano.
Es un tema que nos inquieta como sociedad, más si eres madre o padre, y sobre el que nunca hay que bajar la guardia y enseñar a los pequeños a prevenirlo. Para ello, Carmen Esteban (@mipsicologainfantil), psicóloga especializada en la etapa perinatal, infantil y adolescencia, acaba de publicar ‘Con sentimiento. El cuerpo sólo se toca con permiso’ (Timunmas), un libro destinado a los niños a partir de los 3 años, para prevenir el abuso sexual infantil, y sobre el que la entrevistamos en Infosalus.
Una de las primeras ideas que como progenitores o tutores de un menor debemos tener claras es que nunca hay que obligar a un menor a dar un beso o un abrazo a nadie, ni aunque sea su abuelo o su tío. Explica así esta experta que la mejor herramienta contra el abuso sexual es la prevención, y ésta se logra enseñando a los niños en primer lugar a respetar su cuerpo, y a detectar cuando les apetece dar un beso o un abrazo, y cuándo no.
"¿Tu obligarías a un adulto a dar a otro un beso?¿O a tu pareja a darle un beso a otra persona?, ¿verdad que no? ¿Por qué a los niños hay que presionarles? El problema es que hemos relacionado con signos de educación los besos y los abrazos y no debería ser así. La educación es saludar y despedirse, y, ¿por qué hacerlo a través del cuerpo? Se puede hacer a través de gestos si no le apetece dar un beso o un abrazo, y su decisión debe respetarse igual que lo hacemos con las de otras personas", destaca Carmen Esteban.
DIFERENCIAR EMOCIONES Y ENSEÑARLES QUÉ SON LAS ZONAS ÍNTIMAS
Por otro lado, esta psicóloga pone en valor la importancia de enseñarles a diferenciar las emociones agradables de las desagradables, "no existen emociones positivas, ni emociones negativas", "ni tampoco buenas o malas", sino que hace hincapié en la idea de que todas nos cuidan y tienen un objetivo que promueve nuestra supervivencia. Pero como sí hay emociones que nos hacen sentir mejor que otras, hay que insistirles en identificar aquellas que nos hacen sentir mal de las que nos hacen sentir bien.
Ve fundamental, por otro lado, en enseñarles a reconocer las partes íntimas de su cuerpo para que puedan comunicarse con facilidad en caso de estar en una posible situación de riesgo. "Se les debe poner su nombre de forma correcta y explicarles que la boca, el pecho, el pene, el culo, o la vulva son partes privadas que nadie debe tocar. Si acaso mamá, papá, o el médico en caso de motivo médico, porque se está malito, o la mama para limpiar", apunta.
Aún así, según prosigue, ya cuando se hacen mayores, y con tres-cuatro años, se puede fomentar su autonomía a la hora de limpiarse las zonas íntimas, y obviamente, como padres después, revisar, pero darles esa autonomía. "A cierta edad juegan a tocar el culo o a bajarse pantalones, por ejemplo. Es aquí un buen momento para explicarles que son zonas íntimas y que no se deben exponer en público, ni tocar, ni enseñar", zanja esta psicóloga.
DIFERENCIAR SECRETO DE SORPRESA
A su vez, Carmen Esteban pone de relieve que el secreto es la herramienta principal de la persona que abusa, por que habitualmente enseñamos a los niños que los secretos no hay que decirlos, de forma que si quien se lo pide es de confianza, le costará mucho decirlo y por eso cuesta tanto identificar estos casos.
"Un secreto activa emociones que nos hacen sentir malestar, asco, vergüenza, culpa, miedo, o confusión, por ejemplo. Esconden cosas que están mal. Y con ellos no hay fecha límite, sino que se prolongan en el tiempo. Mientras, con las sorpresas, éstas activan emociones que nos hacen sentir bien (alegría, diversión, amor, ilusión, por ejemplo), y su objetivo es esconder algo bonito o bueno, a la vez que tienen fecha de caducidad", detalla.
NO AL CHANTAJE EMOCIONAL
Además, no hay que olvidar, tal y como prosigue, la idea de que el chantaje emocional es otra de las herramientas de los abusadores: "Esto de 'si no me das un beso no te compraré cosas o el abuelo se pondrá triste', o 'si no le das un beso con todo lo que te cuida', o 'te hago sentir mal si no haces algo a cambio', 'si no comes, no crecerás', 'mañana le contaré a tu profesora lo mal que has comido’; todo es chantaje emocional".
Funciona, según argumenta, porque a través de él generamos automáticamente un gran sentimiento de culpa o de miedo en los más pequeños, emociones "ambas clave" para obtener el control y la obediencia del otro. "Es importante enseñarles que nadie debe hacerles sentir mal por no hacer lo que ellos quieren, ni aceptar regalos a cambio de acciones", aclara.
ENSEÑARLES A DECIRLE NO
En su opinión, el ser asertivos y que aprendan a decir que no con seguridad: "La comunicación como habilidad social es primordial asimismo para ser capaces de salir de una situación de peligro, y a la hora de pedir ayuda". Para ello, recuerda que en el libro se recoge un código QR, que presenta un juego para descargar de forma gratuita, y con el que enseñarles a decir que 'no' ante situaciones de conflicto. Dentro del mismo dice que hay unas tarjetas rojas con las que trabajar la prevención de abuso sexual infantil.
Hacer educación afectivo sexual desde pequeños es otro de sus consejos; y hacerlo de forma natural, como que a partir de determinada edad, cuando sean capaces de comprender, que sepan que a mamá, por ejemplo, le ha bajado la regla. “Desde que nacen se les puede hablar del tema, pero también con acciones, evitando el chantaje, o hablando con claridad de ciertos temas para que no sean un tabú”, apunta.
También, por ejemplo, dice que desde muy pequeños se les puede enseñar a través de cómo tú respetas su cuerpo, siendo un ejemplo muy claro el cambio del pañal y la puesta de la crema. "Debemos procurar hacerlo siempre con tranquilidad, en momentos de calma, y además pedirles permiso a los niños si hay que hacerlo. A partir de los 2-3 años empiezan a descubrir los genitales y a darles nombre. Enseñarles que hay que respetar el suyo, pero también el de los demás", insiste, a la vez que afirma que si no les gustan las cosquillas, no les gustan, y no hay que insistirles.
En Primaria considera que se les puede hablar del concepto de 'abuso de poder', por ejemplo, y explicar el abuso sexual infantil con situaciones relacionadas con el acoso escolar o bullying. "En estas edades, además, ellos tienen más preguntas, dan el tema de la reproducción, y siempre se deben resolver sus preguntas", aclara.
Carmen Esteban también sostiene que no debemos engañarnos como sociedad, dado que la edad de acceso al porno está siendo con 8-9 años, y ya a esas edades tienen preguntas fuertes o dicen palabras fuertes relacionadas con la sexualidad: "Siempre es importante hablar con ellos y resolver sus dudas y trabajar mucho la prevención a nivel de Internet porque también hay muchos riesgos de 'grooming' o gracias a la inteligencia artificial. Ya en Secundaria hablar abiertamente de cualquier tema relacionado con la educación afectivo sexual".
LA IMPORTANCIA DEL CONSENTIMIENTO
El tema del consentimiento también debe ponerse sobre la mesa a la hora de prevenir el abuso sexual infantil, subraya esta psicóloga sanitaria y educativa, "una palabra muy importante que apenas se trabaja en las escuelas infantiles", y que cree que no sólo está relacionada con la parte sexual, sino también con el compartir juguetes, por ejemplo, un conflicto bastante habitual entre los más pequeños.
"Se les debe animar a compartir juguetes, pero también hay que respetar que si un niño no quiere compartir es lo normal. Hay que enseñarles a respetar si algo no les apetece y actuar conforme a eso, siempre con asertividad, y con respeto hacia la otra persona, pero es muy importante saber poner límites”, remarca.
SEÑALES DE ALARMA SOBRE LAS QUE ESTAR ATENTOS
Con todo ello, esta experta hace hincapié en que el abuso sexual infantil es una de las "formas de violencia mas invisibles y difíciles de detectar", siendo uno de los principales motivos el secretismo que el agresor impone para que el menor no pida ayuda.
Además, sostiene en el libro, que el desconocimiento o confusión acerca de lo que está pasando se agrava porque el abusador presenta la situación de abuso como 'algo especial entre ellos' o 'algo normal', y a veces, la víctima calla como respuesta de lealtad hacia esa persona agresora, que puede ser, como hemos dicho, en un 70-85% de las veces un familiar o alguien cercano.
"Otras veces, la culpa y la vergüenza que sienten los menores los llevan a no contar nada", apostilla, ahondando en la idea de que es muy importante que escuchen a su cuerpo y sus emociones, y si éstas les hacen sentir mal, que no tengan reparo nunca en contarlo.
¡SEÑALES DE ALARMA!
Así, entre las señales de alarma psicológicas se encontrarían, tal y como enumera Esteban: la más fundamental, que sus conocimientos de sexualidad sean inapropiados para su edad; masturbación compulsiva, es normal que exploren con 3-4 años, pero cuando no saben poner límites, o cuando se hace en momentos donde no se necesita; tienen pesadillas, miedos para dormir; sienten tristeza, apatía, se aíslan; muestran nivel de ansiedad alto o desconfianza hacia una determinada persona, o sexo; no se quieren cambiar de ropa delante de otros; permanece siempre en estado de hipervigilancia y alerta.
En cuanto a las físicas, menciona las siguientes: regresiones en el control de esfínteres, pueden hacerse pipi o caca de nuevo cuando ya lo tenía controlado; con mucha frecuencia presenta sangrados, infecciones, y expulsa secreciones intensas; muestra dificultades para caminar o para sentarse; cambios de apetito repentinos sin causa aparente; manifiesta una actitud seductora y exhibicionista; siente rechazo hacia su propio cuerpo.
En último lugar, considera que es muy importante si hay una sospecha de abuso sexual infantil de por medio el creer al niño, quitarle culpa, no alarmarnos demasiado delante de él para no generar culpa o vergüenza, no culpabilizarles de por qué no nos lo han dicho antes, y sobre todo validar el cómo se sienten.
“Cualquier adulto que sea conocedor de una situación de abuso sexual infantil tiene la obligación de notificarlo a las autoridades. Por eso, siempre debemos ser sinceros si el niño nos pide que no lo contemos a nadie y decirle que si tendrás que contarlo a personas que cuidarán de él. Si le mientes el niño lo sabrá y perderá su confianza en ti, e incluso puede cambiar su discurso después”, concluye esta experta a Infosalus.