Descubren que algunos patógenos se esconden en los tejidos para sobrevivir

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Publicado: martes, 14 diciembre 2021 7:16

MADRID 14 Dic. (EUROPA PRESS) -

Un grupo de investigación de la Universidad de Basilea, en Suiza, ha descubierto ahora por qué algunas bacterias pueden sobrevivir a la terapia con antibióticos y provocan recaídas de las infecciones. El equipo descubrió dónde se esconden las bacterias en el cuerpo y cómo el propio sistema inmunitario del organismo también desempeña un papel importante, según publican en la revista 'PNAS'.

Infecciones como la tuberculosis o la fiebre tifoidea están causadas por bacterias y suelen poder tratarse bien con antibióticos, al menos mientras las bacterias no sean resistentes. Sin embargo, no siempre se puede lograr la erradicación total de las bacterias. En algunos pacientes, unas pocas bacterias sobreviven a la terapia antibiótica y pueden causar una enfermedad recidivante. Durante mucho tiempo, los científicos han tratado de averiguar por qué los antibióticos no consiguen eliminar todas las bacterias.

El grupo del profesor Dirk Bumann, del Biozentrum de la Universidad de Basilea, ha demostrado ahora que no se debe, como cabría esperar, a patógenos latentes y, por tanto, insensibles. Más bien, hay ciertas zonas en el tejido en las que la Salmonella causante de la fiebre tifoidea puede sobrevivir más o menos sin verse afectada por las defensas inmunitarias del organismo.

"Después de la terapia con antibióticos, sólo sobrevive una de cada 100 bacterias --afirma Dirk Bumann, director del estudio--. Rastrear y estudiar estas pocas salmonelas en los tejidos es como buscar la aguja en el pajar".

Para llevar a cabo esta tarea, los investigadores emplearon la llamada tomografía de dos fotones en serie, un método utilizado anteriormente en neurobiología para detectar las fibras nerviosas más finas del cerebro.

El dispositivo de escaneo toma imágenes de la superficie del tejido y luego corta la capa superior. La nueva superficie se escanea de nuevo y a continuación se realiza el siguiente corte. De este modo, el instrumento recorre, corte a corte, todo el tejido. Así los científicos obtienen una visión tridimensional detallada del tejido y descubren dónde se encuentran las pocas bacterias que sobreviven.

En su estudio, los investigadores tomaron imágenes de bazos de ratones infectados. La mayoría de las salmonelas viven en la llamada pulpa roja del bazo, la estación de reciclaje de los glóbulos rojos.

"Aquí, la Salmonella se elimina casi totalmente durante el tratamiento con antibióticos --explica Jiagui Li, uno de los tres primeros autores del estudio--. Algunas salmonelas viven también en otra región del bazo, la pulpa blanca, donde normalmente se inician las respuestas inmunitarias. En esta región, sin embargo, la terapia antibiótica es bastante ineficaz. La pulpa blanca se convierte así en el principal hogar de la Salmonella superviviente".

Según resalta, "resulta irónico que los agentes patógenos se escondan en el cuerpo justo donde deberían ser atrapados como culpables y se debería activar una defensa eficaz contra ellos".

Los científicos descubrieron que los antibióticos por sí solos no pueden erradicar la Salmonella del tejido, sino que necesitan la ayuda del sistema inmunitario para eliminar todas las bacterias. En particular, los neutrófilos, glóbulos blancos que combaten eficazmente las bacterias, son fundamentales.

Para erradicar con éxito la Salmonella, los neutrófilos tienen que trabajar junto con el antibiótico durante varios días. Sin embargo, en la pulpa blanca hay pocos neutrófilos y su número se reduce durante el tratamiento. Al desaparecer el apoyo de los neutrófilos del huésped, el antibiótico por sí solo no puede erradicar la Salmonella local.

Para superar este problema, el equipo de investigación ha intentado reforzar las defensas del organismo con la ayuda de una terapia inmunológica aplicada simultáneamente. "Este enfoque puede ayudar a estimular el sistema inmunitario y a mantener una alta densidad de neutrófilos durante más tiempo", explica Bumann.

De hecho, esta terapia complementaria puede conducir a una eliminación más eficaz de la bacteria, abriendo nuevas vías para prevenir las recaídas.

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