MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un equipo internacional de investigadores dirigido por la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, la Universidad de Massachusetts Amherst, ambas en EEUU, y la Universidad Bautista de Hong Kong, ha identificado las bacterias, e incluso las enzimas específicas, que desencadenan los efectos dañinos en el intestino del triclosán, un antimicrobiano que se encuentra en la pasta de dientes, los juguetes y miles de otros productos.
Los hallazgos, que fueron publicados en 'Nature Communications', muestra además que este estudio, realizado en ratones, sugiere que estas enzimas bacterianas pueden bloquearse para que no provoquen daño intestinal.
"Al identificar las bacterias culpables, se podrían desarrollar nuevos enfoques para el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las enfermedades inflamatorias del intestino", ha señalado el autor del estudio Matthew Redinbo , profesor de química y microbiología en la Facultad de Artes y Ciencias de la UNC-Chapel Hill y en la Escuela UNC de Medicina.
Investigaciones anteriores han demostrado la toxicidad del triclosán, pero el nuevo estudio proporciona una mirada más cercana a los cambios causados en la población microscópica del intestino. Los investigadores conectaron enzimas microbianas intestinales específicas, en particular las proteínas beta-glucuronidasa microbianas intestinales (GUS), con el triclosán y demostraron que estas enzimas hacen que el triclosán cause estragos en el intestino.
Sabiendo qué proteínas bacterianas eran las culpables, el equipo utilizó un inhibidor dirigido al microbioma para bloquear el procesamiento del triclosán en el intestino. El bloqueo de este proceso en ratones previno daños en el colon y síntomas de colitis, una forma de enfermedad inflamatoria intestinal.
El estudio proporciona nuevas pistas sobre el manejo de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) precisamente en un momento en el que crece el número de personas diagnosticadas con la enfermedad. La EII se puede controlar durante largos períodos de tiempo solo para estallar aparentemente de la nada.
Los autores del estudio sugieren la necesidad de comprender mejor el impacto de las sustancias químicas ambientales en la salud intestinal. El triclosán solía estar ampliamente disponible en los jabones antibacterianos comercializados para los consumidores. Pero en 2016, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ordenó que se retirara de los productos para lavarse las manos que se usan en hogares y entornos hospitalarios por temor a que contribuya a la aparición de bacterias más resistentes.
Pero el triclosán, que parece absorberse fácilmente en el tracto gastrointestinal, sigue siendo un ingrediente omnipresente que se agrega a los cosméticos, las colchonetas de yoga y otras prendas y equipos deportivos para reducir la contaminación bacteriana. También se usa habitualmente en muchas pastas dentales, con la aprobación de la FDA, ya que se ha descubierto que previene la gingivitis.