MADRID 8 Jul. (EUROPA PRESS) -
La dexametasona es uno de los fármacos más importantes en el tratamiento de la COVID-19 grave, pero cada paciente responde a la terapia de forma muy diferente. Ahora, investigadores del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) y de la Charité – Universitätsmedizin Berlin en Alemania han descubierto ahora cómo el compuesto de cortisona influye en la respuesta inflamatoria alterada y qué pacientes se benefician de él.
Su método utiliza los denominados análisis de células individuales y genera esperanzas de que se pueda desarrollar una herramienta de predicción precisa también para otras terapias y enfermedades. Los resultados se han publicado en la revista científica 'Cell'.
En su estudio, los investigadores alemanes analizaron el efecto molecular de la dexametasona en pacientes con COVID-19 grave que respondieron de manera diferente al tratamiento con el fármaco. Mediante los llamados análisis de células individuales, descubrieron que un tipo determinado de células inmunitarias es responsable de las reacciones totalmente contrarias. Además, descubrieron una forma de predecir en una fase temprana del tratamiento si este funcionará en la persona en cuestión. El método probado también podría ser útil en el tratamiento de otras enfermedades.
"Nuestros datos muestran que el efecto salvador de la dexametasona está relacionado con la reacción de los llamados monocitos", afirma la doctora Anna Aschenbrenner de la DZNE, que dirigió el estudio junto con el proesor Florian Kurth de Charité y otros colegas. Los monocitos pertenecen a los glóbulos blancos y constituyen un componente central del sistema inmunológico. "Algunos de los monocitos mostraron una respuesta al tratamiento, pero solo en aquellos individuos cuya condición mejoró con la terapia y finalmente sobrevivieron a la infección", constata Aschenbrenner. "Por qué los monocitos muestran esta reacción en algunos pacientes y no en otros es un misterio. Sin embargo, también se sabe por otras enfermedades que la dexametasona no funciona igual de bien en todas las personas".
"La importancia de nuestros resultados va mucho más allá de la COVID-19", afirma el profesor Leif Erik Sander, también uno de los investigadores principales del estudio."La combinación de ensayos clínicos diseñados inteligentemente y análisis moleculares de alta resolución puede proporcionar información crucial sobre el funcionamiento de los medicamentos. Ya en las primeras etapas de prueba de nuevos medicamentos, este enfoque podría identificar factores que predicen la respuesta a la terapia". En el futuro, esto podría acelerar el desarrollo de medicamentos y permitir terapias personalizadas.
"Supongo que este enfoque también se puede aplicar a otras enfermedades", afirma Florian Kurth. "Dependiendo de la enfermedad y la terapia concretas, habrá diferentes células que sirvan como indicadores. En cuanto se identifiquen mediante la secuenciación de células individuales, bastarán métodos de laboratorio más sencillos que ya están establecidos para determinar los cambios celulares relevantes".
En el campo de la investigación, este método se denomina "diagnóstico complementario", es decir, la combinación de un tratamiento con análisis moleculares. Anna Aschenbrenner considera que este método puede aplicarse sobre todo en el ámbito de las enfermedades infecciosas: "En este ámbito, las células inmunitarias desempeñan un papel fundamental y son fácilmente accesibles a través de muestras de sangre. Pero también existe el potencial de enfermedades no infecciosas con efectos sistémicos que, en última instancia, afectan a todo el organismo, ya que enfermedades como el cáncer o incluso el alzhéimer también pueden reflejarse en las células inmunitarias de la sangre", finaliza.