MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
Nuestro intestino es mucho más que un órgano digestivo: es un complejo sistema en constante movimiento, regulado por señales nerviosas y factores biológicos que aún estamos descubriendo. Su capacidad para procesar los alimentos y mantener un equilibrio saludable depende de mecanismos que, aunque invisibles, tienen un impacto directo en nuestra salud.
DESCUBRIMIENTO CLAVE SOBRE EL CONTROL DE LA MOTILIDAD INTESTINAL
Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y la Facultad de Medicina Icahn en el Monte Sinaí, ambas en Estados Unidos, ha identificado el mecanismo detrás de la peristalsis.
Cabe recordar que después de cada comida, los intestinos realizan una acción llamada peristalsis: mover los alimentos a través de sus interiores huecos con contracciones y relajaciones coordinadas del músculo liso. Durante más de un siglo, los científicos han sabido que las células nerviosas del intestino impulsan el colon para moverse, lo que permite que el órgano realice su función de soporte vital. Pero exactamente cómo estas células nerviosas intestinales hacen su trabajo ha permanecido esquivo.
Ahora, este nuevo trabajo, demuestra que la motilidad del intestino se altera por el ejercicio, la presión y la inflamación. Los resultados del estudio, basados en experimentos en ratones y publicados en 'Cell', revelan que una proteína sensible a la presión llamada PIEZO1 (llamada así por la palabra griega para presión y cuyo descubrimiento ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2021 ) desempeña un papel clave tanto en la coordinación de los movimientos intestinales como en el mantenimiento de la inflamación en este órgano a raya.
Si se replican en humanos, argumentan los investigadores, los hallazgos podrían fundamentar el diseño de tratamientos de precisión que controlen la inflamación intestinal y traten trastornos de la motilidad intestinal, como la diarrea y el estreñimiento.
¿CÓMO REGULA EL INTESTINO SUS MOVIMIENTOS? UN DESCUBRIMIENTO QUE CAMBIA TODO
"Con el tiempo, podríamos estimular PIEZO1 para acelerar la excreción, bloquearlo para tratar la diarrea o utilizarlo como una nueva diana para tratar la inflamación intestinal en pacientes con EII" apunta Ruaidhrí Jackson , profesor adjunto de inmunología en el Instituto Blavatnik de la Harvard Medical School y coautor principal del estudio junto con Hongzhen Hu, de la Facultad de Medicina Icahn.
Estos hallazgos, añade Jackson, muestran cómo los sistemas nervioso e inmunitario interactúan en el intestino para mantener una función saludable y proteger el órgano de la inflamación. Los resultados también refuerzan un creciente número de investigaciones que demuestran que estos dos sistemas interactúan eficazmente en diversos órganos, como el cerebro, los pulmones y la piel.
UNA NUEVA TERAPIA PARA TRASTORNOS DIGESTIVOS: EL PAPEL DE PIEZO1
Para comprender mejor la función exacta de PIEZO1, el equipo analizó tejido intestinal de ratones bajo diferentes condiciones de presión. Cabe recordar que la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) también es conocida por aumentar la motilidad intestinal debido a la inflamación. Para evaluar el papel de Piezo1 en esta afección, los investigadores crearon modelos murinos de EII. Los ratones con EII, cuyos intestinos tenían Piezo1 intacto, defecaron con mayor rapidez que los animales con Piezo1 inactivado.
En ratones normales, el intestino se contrajo al aumentar la presión. Sin embargo, en ratones genéticamente modificados para carecer de Piezo1, el tejido no se contrajo bajo presión, lo que confirma que PIEZO1 actúa como un sensor de presión, ayudando a regular el movimiento intestinal.
A continuación, los investigadores utilizaron ratones modificados genéticamente cuyas neuronas intestinales podían ser alteradas por la luz. Al activarse las neuronas que expresaban Piezo1 con la luz, los ratones expulsaron una pequeña perla de vidrio de sus intestinos el doble de rápido que los ratones normales.
En otro experimento, los investigadores utilizaron sustancias químicas para desactivar las neuronas Piezo1 en el intestino. En estos ratones, la digestión se ralentizó notablemente. En conjunto, los hallazgos confirmaron que la proteína desempeña un papel clave en el control del tránsito intestinal.
Sorprendentemente, la motilidad intestinal más lenta no fue el único efecto secundario de la pérdida de Piezo1; la desactivación del gen también empeoró los síntomas de la EII. En comparación con los ratones con genes Piezo1 intactos, los animales sin Piezo1 funcional perdieron más peso y perdieron gradualmente la capa protectora de moco intestinal y las células productoras de moco que protegen las paredes del colon.
NUEVAS FRONTERAS EN EL TRATAMIENTO INTESTINAL
Encontrar maneras de modular la actividad de Piezo1 podría eventualmente usarse para combatir la inflamación de la EII, apunta Jackson. Este enfoque se dirigiría a Piezo1 en las neuronas intestinales para liberar acetilcolina.
Esta estrategia sería significativamente diferente a la forma en que actúan la mayoría de los medicamentos para la EII, que consiste en suprimir proteínas inflamatorias clave que pueden hacer que los pacientes sean vulnerables a las infecciones. Jackson y su equipo planean explorar el diseño de tales terapias en trabajos futuros.