MADRID, 24 Jun. (EUROPA PRESS) -
La cepa original del SARS-CoV-2 que apareció a principios de 2020 era capaz de agarrarse a los azúcares conocidos como ácidos siálicos, que se encuentran en la superficie de las células humanas, una capacidad que las cepas posteriores no conservaron.
Esta unión se ha descubierto mediante una combinación de resonancia magnética e imágenes de alta resolución extremadamente precisas, realizada en el Instituto Rosalind Franklin y la Universidad de Oxford (Reino Unido), y publicada en la revista 'Science' esta semana.
Esta capacidad única de la primera cepa también plantea la posibilidad de que sea así como el virus se transfirió por primera vez de los animales a los humanos.
Las variantes posteriores, como Delta y ómicron, no tienen esta capacidad de captar el ácido siálico y dependen de los receptores de su corona para adherirse a las proteínas denominadas ACE2 en las células humanas.
Este equipo internacional de científicos utilizó técnicas de resonancia magnética y de obtención de imágenes complejas para seguir investigando. Mediante una técnica de espectroscopia de resonancia magnética nuclear (RMN) denominada diferencia de transferencia de saturación, desarrollaron un nuevo y sofisticado método de análisis para abordar el complejo problema. Han llamado a la técnica análisis de transferencia de saturación universal (uSTA).
"Dos de los misterios actuales de la pandemia de coronavirus son los mecanismos de transmisión viral y los orígenes del salto zoonótico. Hay pruebas de que algunos virus de la gripe pueden agarrar el ácido siálico en la superficie de las células humanas del huésped, y esto se ha visto en el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), que es un coronavirus. Aunque las variantes preocupantes del SARS-CoV-2 no habían mostrado este mecanismo, nuestra investigación descubre que la cepa viral que surgió a principios de 2020 podría utilizarlo como forma de entrar en las células humanas", explica el profesor Ben Davis, del Instituto Rosalind Franklin y de la Universidad de Oxford, uno de los autores principales del trabajo.
El mecanismo de unión se encuentra en el extremo del dominio N-terminal, que es una parte del virus que evoluciona más rápidamente. El dominio se había implicado anteriormente en la unión del ácido siálico, pero hasta que el equipo del Instituto Rosalind Franklin aplicó imágenes y análisis de precisión de alta resolución, esto no se había demostrado.
En cuanto a la razón por la que el virus ha descartado la característica de unión al azúcar a medida que ha evolucionado hacia nuevas variantes, el profesor Davis plantea la hipótesis de que puede ser necesaria para el salto zoonótico inicial a los humanos desde los animales, pero que luego puede ocultarse hasta que se requiera de nuevo, en particular si la característica es ampliamente perjudicial para la misión del virus de replicarse e infectarse dentro de los humanos.
El hallazgo está en correlación con las pruebas de la primera oleada en Italia. El Consorcio Italiano de Genómica observó una correlación entre la gravedad de la COVID-19 y la genética, ya que los pacientes con una determinada mutación genética (que afecta al tipo de ácido siálico de las células) estaban poco representados en las unidades de cuidados intensivos. Esto sugería que al virus le resultaba más fácil infectar algunos genotipos en comparación con otros.