MADRID, 25 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) han descubierto que una enzima intestinal que previamente había demostrado su capacidad para retener el paso de toxinas bacterianas al torrente sanguíneo puede servir también para reducir el daño hepático causado por el consumo excesivo de alcohol.
En un trabajo en ratones cuyos resultados publica la revista 'Digestive Diseases and Sciences' han demostrado que el uso oral de la fosfatasa alcalina intestinal (IAP) impide el desarrollo de hígado graso asociado al consumo de alcohol.
"El daño hepático es uno de los efectos más devastadores del consumo excesivo de alcohol y, por lo tanto, el bloqueo de este proceso podría salvar millones de vidas en peligro por enfermedades hepáticas vinculadas con el consumo de alcohol, como la cirrosis o el cáncer de hígado", según Richard Hodin, principal autor del estudio.
Además de los efectos directos que tiene sobre el hígado, el alcohol también parece dañar este órgano a través de sus efectos en el revestimiento intestinal, permitiendo que las toxinas bacterianas del intestino crucen esa barrera y lleguen al hígado.
Investigaciones previas del equipo de Hodin revelaron que la toxina IAP ayuda a mantener una población microbiana intestinal sana bloqueando los efectos dañinos del lipopolisacárido (LPS), una molécula responsable de los efectos tóxicos de varias bacterias.
Y que los efectos anti-LPS de esa enzima podrían prevenir el desarrollo del síndrome metabólico, un conjunto de síntomas entre los que están la obesidad, anomalías en el metabolismo de la glucosa y los lípidos y el hígado graso, que se ve favorecido también por una dieta rica en grasa.
Ante esta situación, investigaron si la suplementación oral con IAP podría prevenir la enfermedad hepática asociada al consumo de alcohol, tanto desintoxicando el LPS liberado por las bacterias intestinales como previniendo su paso desde el intestino hacia el torrente sanguíneo que va hasta el hígado.
ESTUDIOS EN DOS MODELOS DE CONSUMO
El equipo llevó a cabo estudios con dos modelos de ratones en los que se evaluó el consumo excesivo de alcohol, bien con una única dosis alta o con tres administradas en intervalos de 12 horas, y el consumo crónico, representado con un consumo constante durante diez días.
Los resultados indicaron que dar IAP antes o al mismo tiempo que una dosis de alcohol redujo los niveles de la enzima ALT, un signo común de daño hepático; redujo la acumulación de grasa en el hígado, el primer signo de enfermedad hepática alcohólica; y también disminuyó la producción de factores inflamatorios.
En cambio, los ratones que no recibieron la enzima antes o durante la dosis de alcohol se encontraron con elevaciones en el LPS circulante, una disminución de la expresión de las proteínas que mantienen la función de barrera del revestimiento intestinal, y un aumento de la inflamación intestinal. Asimismo, la administración de la enzima después del consumo de alcohol no tuvo ningún efecto protector.