MADRID, 19 Oct. (EDIZIONES) -
El deporte es beneficioso para todo el mundo. Si bien, en el caso de las mujeres que han padecido o tienen cáncer de mama reside en una mejor supervivencia de estas pacientes y en una mejor calidad de vida; aparte de que el ejercicio puede representar una importante estrategia de prevención para disminuir la recurrencia de esta neoplasia, así como la aparición de nuevas enfermedades, según destacan las principales sociedades científicas en la materia.
Por su parte, y en una entrevista con Infosalus, Mario Redondo, asesor científico "deporte y cáncer" de CRIS contra el cáncer, subraya que el deporte representa "una herramienta sencilla", sin casi efectos secundarios, que ayuda a mejorar el sistema inmunitario y a regular otra serie de respuestas que previenen la aparición de la enfermedad en un porcentaje bastante alto: en un 40% en supervivientes de cáncer de mama, y en un 30% de mujeres que no han padecido la enfermedad. "Desde CRIS contra el cáncer defendemos que el ejercicio es capaz de prevenir factores de riesgo tanto de padecer cáncer, como la obesidad o la resistencia a la insulina", apostilla.
Concretamente, este licenciado en Fisioterapia y en Ciencias de la Actividad Física y el deporte, especializado en ejercicio físico y cáncer, cita que esta práctica tiene la capacidad de mejorar la calidad de vida, así como de reducir los efectos adversos de los tratamientos, y de aumentar la supervivencia de estas pacientes.
"Se ha demostrado que puede reducir la recurrencia de la enfermedad en un 25%-40% y reducir la toxicidad de terapias cómo la quimioterapia. Incluso ayudar a la hora de obtener una mejor respuesta de los fármacos, como ocurre con ciertos fármacos de inmunoterapia, en los cuales se ha observado que las personas con mayor masa muscular responden mejor a estas terapias", destaca.
PREVENIR EL CÁNCER
Por otro lado, resalta que desde CRIS contra el cáncer se insiste en que la práctica deportiva tiene la capacidad de reducir el riesgo de hasta 10 tipos de cáncer, entre ellos algunos de los más comunes como son el de mama y el colorrectal.
Y lo hace a través de diversos mecanismos, según prosigue: previniendo la obesidad, regulando el metabolismo, reduciendo la inflamación, mejorando el funcionamiento del sistema inmunitario, e incluso a través de la liberación por parte del músculo de ciertas proteínas con propiedades antitumorales.
"Estos son algunos de los mecanismos por los cuales el ejercicio puede que sea una de las herramientas más potentes para prevenir el cáncer: se ha observado que puede reducir en un 30% la aparición de un cáncer. Es una llave maestra que regula el metabolismo antes diversas causas y factores de riesgo", agrega Mario Redondo.
QUÉ TIPO DE EJERCICIOS SON ACONSEJABLES
Este experto en ejercicio físico y cáncer reconoce que uno de los mayores problemas que tiene el paciente oncológico es la pérdida de masa muscular. De hecho, apunta que del 20%-40% de las muertes en cáncer se atribuyen al fenómeno de caquexia (pérdida extrema de masa muscular con o sin pérdida de tejido adiposo).
Por eso, insiste Mario Redondo en que el trabajo de fuerza (barras, pesa, o máquinas contra resistencia) es la opción más eficiente para frenar o prevenir este fenómeno. "En cáncer de mama existen estudios donde se ha visto que un tercio de las pacientes recientemente diagnosticadas poseen pérdidas de masa muscular por debajo de unos mínimos. Esto puede aumentar un 41% el riesgo de muerte, independientemente del IMC, del estado de la enfermedad, o de si el cáncer expresa receptores hormonales o no", sostiene.
Es por esto por lo que, en su opinión, es "fundamental" el mantener una buena cantidad y calidad de masa muscular: "Ser fuerte no es una opción, es una obligación. Cuando hablamos de después de la enfermedad, se ha observado que aquellas mujeres que poseen menor masa muscular viven menos y tienen más complicaciones a 5 o 10 años de superar el cáncer".
DEPORTE Y PACIENTES DE CÁNCER DE MAMA
En este contexto, el asesor científico "deporte y cáncer" de CRIS contra el cáncer indica que los organismos mundiales, como el Colegio Americano de Medicina deportiva o la Sociedad Americana del Cáncer, recomiendan de 150 a 300 minutos de ejercicio de moderada intensidad a la semana, o bien de 75-150 minutos de vigorosa intensidad.
"A esto debemos sumarle 2-3 días de entrenamiento de fuerza para preservar la masa y fuerza muscular, que como hemos visto es muy relevante en el cáncer, y en las enfermedades crónicas. Sabemos que por falta de tiempo es complicado alcanzar esta cantidad de ejercicio, por ello a nuestros pacientes les proponemos entrenar fuerza al menos un día a la semana, ya que se sabe que disminuye el riesgo de muerte en supervivientes de cáncer en un 33%", agrega.
Además, Mario Redondo apunta la necesidad de mantenerse lo más activos posibles a lo largo del día, e incorporar a sus hábitos el hecho de subir escaleras, aparcar el coche más lejos, o tomar otra serie de decisiones para romper el sedentarismo, y así acumular minutos de actividad física de calidad en bloques de al menos 10 minutos, que es lo mínimo que se nos recomienda.
A su vez, mantiene que una persona que haya superado un cáncer de mama y no posea grandes secuelas (cardiotoxicidad e insuficiencia cardíaca, caquexia, cirugías con complicaciones, fracturas óseas, etc) podría entrar en programas de salud para población general, pero siempre con la ayuda de un profesional en la materia que entienda la casuística de los enfermos del cáncer: "Lo más importante no es solo entender el contexto de la enfermedad, sino hacer que las horas destinadas semanalmente al ejercicio sean eficientes".
CONSEJOS PARA LA PRÁCTICA DEPORTIVA EN EL CÁNCER DE MAMA
En última instancia, aprovechando que es el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, este asesor científico de Cris contra el Cáncer aporta una serie de consejos para que pacientes o supervivientes de cáncer de mama puedan poner en práctica como intentar que estas pacientes sean lo más activas posibles.
"Romper el sedentarismo es una necesidad. En cuanto a lo que es el programa de ejercicio físico, como ya hemos visto, entrenar la fuerza es de primera necesidad e incluir trabajo de tren inferior con movimientos multiarticulares que nos permitan generar grandes cantidades de fuerza, ya que en el tren inferior es donde más deterioro y pérdida de masa muscular se produce con los tratamientos", añade.
A su juicio, si es posible, se puede añadir trabajo de saltos e impactos para mejorar la densidad mineral ósea, que se ve sumamente afectada con los tratamientos hormonales, y añadir trabajo cardiovascular para mejorar la salud cardiometabólica. "Si puede ser de alta intensidad, tipo HIIT o SIT, mejor. Si esto lo pudiera ser programado por un profesional sería lo óptimo. La parte más compleja del ejercicio no suele ser plantearlo, sino hacerlo. Los pacientes que peor están serán los que más mejorarán", concluye.